Una charla con Patxi Eguiluz acerca de Caniche Editorial
Caniche Editorial ha perpetrado tres aasaltos o exposiciones efímeras y ha editado 15 libros este año en el que esta productora ha cumplido ocho años de trayectoria. Como el can que les da nombre, este proyecto independiente se sustenta sobre cuatro patas y se adapta cual guante a cada contexto o artista con el objetivo de olfatear autores poco conocidos que consideran que merece la pena descubrir.
Estos sabuesos son grandes expertos en Miguel Fisac y a él le dedican su último título, una autobiografía con textos del propio arquitecto fechados en 1970. Una joya en papel para los adeptos a esta figura decisiva en la historia de la arquitectura española. En su centenar de páginas, el libro se detiene a través de un breve texto en la inconfundible Pagoda y contiene también las palabras de Fisac cuando recogió la Medalla de Oro de la Arquitectura en 1994. Hablamos con el arquitecto Patxi Eguiluz que nos cuenta qué es Caniche Editorial al tiempo que anuncia la apertura de su futura sede.
¿Cómo y cuándo surge la editorial?
CANICHE nació el 15 de septiembre de 2015 con un asalto a una carbonería madrileña (probablemente la última carbonería tradicional que queda en el centro de Madrid) donde expusimos obra del artista vasco Raúl Domínguez. Nos guiaba la idea de sacar del cubo blanco unas piezas que se situaban entre lo sublime y lo abyecto y que, al enfrentarse a los interiores de la carbonería, formaban una especie de cueva rupestre o de capilla pagana.
Encargamos también un texto al también artista Jon Mikel Euba para acompañar la exposición, que se convirtió en un libreto de sala. Y en ese preciso momento nos dimos cuenta de que queríamos explorar la cualidad del libro como arquitectura que genera un espacio productivo y contribuir, aunque fuese en pequeña medida, a visibilizar el trabajo de artistas, arquitectos y creadores.
¿Por qué se llama Caniche?
El nombre no tiene nada que ver con una raza canina, es un nombre que parte de una broma privada pero que al aplicarlo como nombre a una editorial toma un punto surrealista, que se refleja es nuestro logo, y que además es muy sonoro y fácil de recordar.
¿Cuáles son las bases sobre las que se asienta la editorial?
Caniche es una plataforma dedicada a la edición de libros de arte y arquitectura, ambos términos entendidos en un sentido amplio, y a la producción de «asaltos», intervenciones en espacios fuera de los circuitos convencionales. Nosotros solemos decir que nació para dar visibilidad a propuestas que de otra forma no serían accesibles al público.
¿Quiénes son los fundadores y los integrantes actuales? ¿Quién está detrás?
Somos cuatro personas las que formamos parte de Caniche, aunque realmente somos solo tres, Carlos, Isabel y Patxi, los que tomamos decisiones y llevamos las riendas de la editorial. Solo yo soy arquitecto, el resto de los miembros tienen profesiones o dedicaciones muy diversas: periodismo, leyes y gestión empresarial.
¿Cuántas publicaciones lanzáis al año?
Es muy variable, no tenemos un ritmo definido ni programado. Este año, por ejemplo, hemos realizado tres exposiciones/asaltos y hemos lanzado quince libros. Nos hemos dado cuenta de que esa cantidad de libros es quizás excesiva para una estructura tan pequeña como la nuestra.
¿Cuáles son las propuestas que os marcan el camino hacia dónde dirigir las ediciones?
Hasta lanzar las colecciones (Letra Caniche y laMenor, que son principalmente de carácter textual) no teníamos una línea editorial claramente definida, sino que cada libro se adaptaba al contexto y a la idea del creador o la creadora con la que íbamos a trabajar. Como un proyecto propio e independiente. A partir del lanzamiento de las colecciones sí que nos hemos ido dado cuenta de lo importante que es recoger el pensamiento actual de creadores que contribuyen a enriquecer el contexto de las prácticas artísticas contemporáneas, fundamentalmente en nuestro país, pero no solo.
¿Cuál es vuestro objetivo como editorial?
Nuestro propósito es aprender y disfrutar con cada uno de los libros o de los proyectos en los que nos involucramos, con todo el proceso de creación, así que no solemos involucrarnos en libros que están ya conceptualizados o predefinidos, precisamente porque lo que nos interesa es compartir el camino con los creadores y que seamos permeables a su práctica.
¿Qué condiciones o qué perfil tienen vuestros autores?
El perfil es muy variado, porque tenemos libros de artistas consagrados, de arquitectos, o incluso de artistas totalmente desconocidos que proponen una visión o una idea que consideramos necesario que vea la luz.
¿Cuál es vuestro libro más vendido? ¿Y, el menos? ¿Os preocupa?
Pues nuestro libro más vendido es Toma de tierra de la pensadora ecofeminista Yayo Herrero, pero hay varios libros de los que ya hemos hecho dos ediciones. Y no nos preocupa que haya libros que se vendan poco, porque lo importante es que la editorial en su conjunto sea viable, independientemente de que algunos proyectos sean deficitarios.
Además de libros, hacéis otro tipo de producciones, si se pueden llamar así, ¿en qué consisten y por qué las hacéis?
Nosotros las llamamos “asaltos”, como hemos dicho antes, porque son exposiciones efímeras, generalmente en espacios alejados del mercado convencional del arte.
¿Cuál es la historia detrás de la autobiografía de Miguel Fisac?
Desde hace mucho tiempo tenemos mucha vinculación con Miguel Fisac, una figura esencial de la arquitectura del siglo XX, bien por artículos que publicábamos en Architectural Digest bien por narrar la historia de La Pagoda tanto dentro como fuera de España. También comisariamos una exposición en la Graham Foundation de Chicago en la que la obra del artista vasco Sergio Prego dialogaba con la obra de Fisac. Desde ese momento, sentíamos la necesidad de publicar algo sobre él y, gracias a que la Fundación Miguel Fisac nos facilitó el acceso a sus fondos, encontramos este texto inédito y vimos claro que tenía que publicarse.
¿A qué público va dirigido?
A pesar de tratarse de un texto aparentemente técnico escrito por un arquitecto, es un libro muy recomendable para todo tipo de público por la manera en la que está escrito y por las lecciones que ofrece Fisac a la hora de plantearse las cuestiones y la crítica.
¿Qué representa la figura de Miguel Fisac entre las nuevas generaciones de arquitectos?
Creemos que es una figura que es cada vez más admirada, con una obra muy reconocible y personal, con una gran infinidad de soluciones técnicas rompedoras, pero que a su vez sabía cómo adaptarse a las condiciones del lugar sin imponer un estilo personalista.
¿Cómo se gestó el proyecto?
La autobiografía fue escrita en los años 70, pero Miguel Fisac siguió trabajando hasta el siglo XXI. Así que decidimos completar el texto original, que nos parecía muy valioso y enriquecedor, con un recorrido fotográfico de obras posteriores con lo que él llamaba “encofrados flexibles” (a modo de biografía de su obra ejecutada), un texto que leyó cuando le dieron la Medalla de Oro de la Arquitectura, y un breve colofón sobre la historia de La Pagoda.
Fuiste el comisario de la exposición de Fisac en la Graham Foundation de Chicago, ¿quién fue Miguel Fisac y cuáles crees que fueron sus principales aportaciones?
Además de su gran capacidad de investigación plástica (como los encofrados flexibles antes mencionados), era un inventor prolífico, de soluciones técnicas que aplicaba a sus edificios, como las “vigas hueso”, vigas prefabricadas que le servían para cubrir grandes luces solucionando en una misma pieza la cubrición del espacio, la recogida del agua y la entrada de la luz natural.
Fue el diseñador de un icono “La Pagoda” que pervive a su propia existencia, ¿cómo se explica este fenómeno que el libro aborda?
En ocasiones, un concreto hecho provoca que un edificio se mitifique. Este creemos que es el caso de La Pagoda. Un edificio sin protección (como tantos otros ejemplos valiosos de la arquitectura moderna que están sin proteger) que se derribó en época estival (quizá para evitar protestas sociales) para levantar un edificio anodino, pero con mucha más edificabilidad, y que se convirtió en un símbolo de la manera de proceder de los dirigentes del país con su patrimonio construido.
Se habla mucho de “La Pagoda” pero ¿realmente el público conoce bien la figura de Fisac? ¿Crees que falta difusión sobre su trayectoria? ¿Se ha hecho alguna exposición monográfica sobre él?
Creemos que es una figura que hay que reivindicar más allá de la anécdota de La Pagoda que es un edificio que respondía muy bien al encargo que le hicieron, pero que no se trata de su edificio más significativo ni de su aportación más relevante a la arquitectura. Hay mucho Fisac que todavía hay que descubrir.
¿Cuál es la próxima publicación en marcha?
Ahora tomaremos un descanso de un par de meses sin publicar, para lanzar un par de libros en marzo, el catálogo de June Crespo para su próxima exposición en el Museo Guggenheim Bilbao, y un libro de un artista que desconocíamos, Emilio Cendón, pero que nos cautivó con una historia muy personal acerca de Velázquez y su particular obsesión con Las Meninas. Y estos días inauguramos en Ibarrangelu, donde se situará nuestra futura sede, una exposición-asalto con el artista Josu Bilbao.
¿Puedes adelantarnos algún detalle más sobre la sede?
Se trata de un edificio de tres plantas en un entorno idílico pero bastante desconocido de la costa de Bizkaia y en el que esperamos que dos de sus plantas estén ocupadas por Caniche.
Redacción: Beatriz Fabián
Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.