The Sibarist

Entrevista a Rosa Yagüez

Hablamos con Rosa Yagüez, de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, institución privada con vocación pública que, desde un pequeño pueblo leonés, pone el foco en el entorno rural para aportar reflexiones y respuestas desde las periferias.

Rosa Yagüez Juárez, curadora en jefe y vicepresidenta de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia. Archivo FCAYC

En Cerezales del Condado, un pequeño pueblo leonés con alrededor de un centenar de habitantes, la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC) lleva más de 15 años ofreciendo una de las propuestas culturales más singulares del panorama español. Como proponía una de sus primeras exposiciones, la del artista cubano Adrian Melis titulada El silencio absoluto no existe, esta institución fue pionera en dar voz a lo local. Nacida por iniciativa del empresario Antonino Fernández –presidente del Grupo Modelo y originario de Cerezales del Condado–, ha convertido este pequeño pueblo en un centro de referencia para el arte contemporáneo, la etnoeducación y la creación sonora, combinando territorio, pensamiento y sostenibilidad con una visión profundamente comprometida.

Desde su sede –un proyecto firmado por Alejandro Zaera y Maider Llaguno, que dialoga con las antiguas escuelas del pueblo–, desarrolla una programación que va de lo local a lo global, con exposiciones, residencias artísticas, investigaciones sobre biodiversidad y propuestas que entrelazan ciencia, cultura y comunidad. Conversamos con Rosa Yagüez, curadora jefe y vicepresidenta de la fundación, sobre el origen del proyecto, sus líneas de trabajo y el papel que puede desempeñar la cultura en la revitalización del mundo rural.

El objetivo, trabajar desde el territorio y dar voz a una cultura descentralizada de las ciudades para explorar situaciones, temas y problemas surgidos en el entorno rural “sin pensar desde la idea de antagonismos, sino de buscar las continuidades de unos procesos en otros”, era su misión y se sigue cumpliendo.

Vista exterior del auditorio en la pradera sur de la FCAYC. Archivo FCAYC.

¿Cuál es la historia detrás de la creación de la FCAYC, impulsada por un particular en el pueblo leonés de Cerezales del Condado? ¿Quiénes fueron Antonino y Cinia, las personas que le dan nombre?

Se crea por el deseo de su fundador, Antonino Fernández, de que las antiguas escuelas de Cerezales del Condado, a las que él había asistido y que llevaban años cerradas por la falta de niños en el pueblo, volvieran a cumplir su función educativa y cultural.

Antonino Fernández nació en Cerezales del Condado y en 1949 se trasladó a México donde desarrolló una importante carrera empresarial en la que llegó a ser presidente del Grupo cervecero Modelo, Cinia González, su esposa, ya había fallecido cuando se inició la actividad pero siempre estuvo muy presente en su memoria y ha dado nombre también a otros de sus proyectos filantrópicos activos en México.

¿Cómo describirías su misión y qué la hace única dentro del panorama cultural español?

Se orienta al desarrollo del territorio y a la transferencia del conocimiento, pero no de una manera unidireccional, las aportaciones de la comunidad en la que nos integramos son constantes y valiosas. El acceso a la cultura y a la educación sigue siendo un reto en toda nuestra geografía, en especial cuando hablamos de lugares fuera de zonas metropolitanas, llevamos 16 años trabajando para que, por lo menos en nuestro entorno, esta situación mejore.

No sé si podemos hablar de un proyecto único en el panorama cultural español, cada vez encontramos más propuestas que miran hacia el rural y que realizan un gran trabajo desde las periferias, pero sí creo que fuimos pioneros en crear un programa ambicioso pensado para y desde este medio.

Vista general de la exposición Una distancia Insalvable. Fotografía de Juan Baraja.

La sede original fueron las antiguas escuelas del pueblo, edificadas en 1931 y rehabilitadas en 2009. A estas se sumó en 2017 el nuevo edificio diseñado por Alejandro Zaera y Maider Llaguno. ¿Qué papel juega la arquitectura en la relación con el entorno y la comunidad local?   

Digamos que el objetivo principal cuando empezamos a definir el nuevo equipamiento era cómo conseguir que la arquitectura no jugara un papel predominante, nuestra gran preocupación en relación con el entorno y la comunidad es que fuera casi invisible, que no distorsionara la imagen que todos teníamos de Cerezales. 

Compatibilizar la necesidad de construir un edificio que por sus diferentes usos requería unas dimensiones muy alejadas del caserío tradicional de Cerezales con el deseo de interferir lo menos posible en el paisaje, fue un problema que el estudio de arquitectura consiguió resolver con éxito.

Ese mismo año, la nueva sede fue reconocida con el I Premio a la Construcción Sostenible de Castilla y León. ¿Qué lugar ocupa la sostenibilidad en su filosofía y sus actividades?

Como fundación privada trabajamos con recursos propios, la propia subsistencia de nuestra institución requiere tomar decisiones pensando en la sostenibilidad a largo plazo. Desde el primer momento y tras visitar otros equipamientos similares al proyecto que teníamos en mente, identificamos como una necesidad prioritaria reducir el máximo el consumo energético y el impacto ambiental del edificio. Para ello se utilizaron estrategias pasivas, como un importante paquete de  aislamiento y otros elementos arquitectónicos como aleros y celosías que bloquean la incidencia solar; como activas, destinando muchos recursos e investigación a la puesta en marcha de unas instalaciones que utilizan sistemas como geotermia, biomasa y otros más experimentales.

El resultado de estas decisiones son unos consumos mínimos que no nos restan recursos para seguir desarrollando nuestras actividades.

Educación y programas públicos. Territorios Micro. Archivo FCAYC.

Desde aquellas primeras escuelas en 2009 han pasado ya 16 años. ¿Cómo resumirías la trayectoria desde entonces hasta hoy?

Sólo puedo hablar en términos muy positivos, hemos crecido como institución, como equipo y no nos hemos movido en ningún momento del mandato fundacional que nos liga a este territorio. Los primeros años con menos visibilidad, fueron perfectos para investigar, pensar nuestras líneas de actuación e integrarnos en la vecindad. El tiempo nos ha traído la madurez con la que hemos llegado a desarrollar proyectos más complejos, algunos en colaboración con otras instituciones.

Es difícil resumir, sobre todo teniendo en cuenta que hemos tratado de poner el tiempo de nuestro lado, pensar siempre en términos de investigación y asumir los riesgos que esto conlleva.

Trabajáis en tres líneas principales: etnoeducación, arte contemporáneo y música/sonido. ¿Podrías resumir los objetivos de cada una y cómo dialogan entre sí?

La línea de Cultura contemporánea, nos sitúa en una labor de investigación, producción y difusión, trabajamos con artistas contemporáneos en proyectos que se desarrollan desde el equipo curatorial de la fundación o con curadores externos y que se formalizan, en la mayoría de las ocasiones, en una exposición en nuestra sala de exposiciones, y en la adición a nuestra colección-archivo de alguna de las obras producidas

En Sonido y escucha la experimentación y la creación tienen un peso importante en el programa de la música independiente contemporánea y arte sonoro, pero también nos hemos dedicado desde el principio a la difusión con ciclos de música de cámara, con programas de jazz u otras músicas.

Por último la rama de Etnoeducación, que es la que nos arraiga más al territorio, con programas muy variados en torno a lo medioambiental, lo tecnológico, lo cultural… actúa como un aglutinante del que se nutre el resto de nuestras actividades.

Uno de los objetivos fundacionales era revitalizar el pueblo y su entorno, y mitigar el aislamiento y la despoblación a través de la cultura, la educación y el arte. ¿Crees que ese objetivo se ha cumplido? ¿Qué impacto ha tenido la FCAYC en el territorio y en la sociedad?

Digamos que se ha cumplido el objetivo de demostrar que se puede trabajar e innovar en cultura también desde el ámbito rural, en el que existen comunidades llenas de curiosidad, receptividad y ganas de acercarse y colaborar, pero en el día a día nunca hablaría de impacto sino de efectos suaves y sostenidos en lo local como la reapertura del bar, la aparición de albergues rurales, o la llegada de algún nuevo vecino. Nuestro trabajo tiene que mirar hacia el largo plazo, los cambios si se llegan a producir necesitan más tiempo, incluso relevos generacionales. 

Si hay algo que hemos aprendido es a ver la energía que nos rodea, su ánimo revitalizador, intentamos aportar en la misma medida de lo que recibimos de los que ya estaban aquí cuando llegamos. Hoy sabemos que eso tiene un valor incalculable.

Pradera norte en verano. Archivo FCAYC.

Organizáis programas sobre el cielo, los hongos, las aves o las plantas. La conexión con el paisaje es muy fuerte. ¿Qué nuevas iniciativas estáis desarrollando en esa línea de trabajo con lo natural?

Todo lo que nos rodea es susceptible de formar parte de nuestra programación, los programas que enumeras tienen una trayectoria larga, pues trabajamos en ciclos que se actualizan anualmente proporcionándonos la oportunidad de abarcar distintos aspectos y buscar otros puntos de vista. Se abordan desde una perspectiva interdisciplinar en colaboración con distintos departamentos de la Universidad de León, con colectivos informales y con aportaciones donde están presentes conocimientos populares. Intentamos evitar idealizar ningún espacio o fuente, sabemos que estar atentos a todas ellas nos puede llevar a otro tipo de problemas. Entender esto es la base para evitar caer en una búsqueda incesante de “soluciones”. Nos hemos esforzado en hacer evolucionar ideas y conceptos previos como paisaje o naturaleza y entender dónde dejan paso a otras reflexiones. En los últimos años, a lo animal y lo vegetal se han incorporado otros ámbitos que van desde los fenómenos atmosféricos, nuestro entorno geológico e hidrológico hasta lo planetario.

Por la ella han pasado artistas como Richard Serra, Luis Gordillo o Cristina García Rodero, entre otros. ¿Cómo decidís qué artistas o colectivos invitar? ¿Qué criterios curativos priman?

La fundación realiza al año tres proyectos que cruzan por la sala de exposiciones, que se producen desde aquí en un plazo medio de tres años de duración. En raras ocasiones, y siempre dentro de nuestro discurso curatorial, hemos recibido o adaptado exposiciones en itinerancia. 

Estos proyectos a los que me refiero son amplios, pueden abarcar distintos formatos en función de lo que requiera la investigación que se está llevando a cabo y, esto es un matiz importante, no siempre parten del encargo específico de realizar una exposición.

En líneas generales en el programa curatorial tenemos dos líneas, una que trabaja desde el territorio abordando todas las temáticas que nos afectan directamente desde la visión de distintos artistas y curadores, la identificamos desde el concepto “Contexto”, y otra que llamamos “Fuera de campo” , donde se busca lo complementario a la primera para tratar otros temas indispensables, que nos interesan y que creemos completan una visión lo más amplia posible del tiempo en el que nos ha tocado vivir. 

En todos los casos, la elección de artistas, colectivos y curadores se basa en nuestra investigación y seguimiento, que completamos con visitas de estudio y conversaciones. 

Interior nuevo equipamiento Fundación Cerezales Antonino y Cinia abril 2017. Archivo FCAYC.

¿Crees que desde la periferia se pueden generar discursos culturales más disruptivos o libres?

Creo que se pueden generar discursos diferentes en el sentido de que cambian algunos puntos de vista. Existe un tipo de cultura que siempre se ha focalizado en las ciudades, sobre todo en las más populosas y ahora se están explorando otras situaciones, otras temáticas y problemas que surgen en el entorno rural y que tienen un punto disruptivo en cuanto que implican una mirada y un abordaje muy diferente. No diría que se trata de pensar desde la idea de antagonismos, sino de buscar las continuidades de unos procesos en otros.

Al buscar nuevas direcciones se necesita un importante nivel de experimentación que no sería posible en un proyecto encorsetado y sin libertad. 

En nuestro caso, al ser un proyecto privado e independiente contamos con muchísimo margen para trabajar, no tenemos presiones en cuanto a temáticas o cifras de públicos.

La música también ocupa un lugar central en vuestra programación. ¿Por qué tiene tanta importancia en vuestro enfoque?

Fue una decisión muy inicial, la música tradicional siempre ha estado y está muy presente en el entorno rural, sin dejarla de lado se comenzó a trabajar en otros enfoques totalmente ausentes hasta ese momento. 

Empezamos con música de cámara, jazz, música popular, hasta que en los últimos años, con la incorporación al equipo de un curador en escucha y sonido, se han integrado en nuestro programa, con éxito y de manera natural, ciclos de música experimental como “Secuencias”.

La programación en Sonido y escucha nos permite también ampliar el acceso a la cultura en cuanto que cualquier espacio abierto o cerrado en nuestro territorio es susceptible de albergar un concierto o una intervención sonora, se generan nuevos espacios de encuentro, es una programación en constante itinerancia. 

Actuación de María Arnal & Marcel Bages. Archivo FCAYC.

¿Cómo se construye una programación curatorial para un centro con una identidad tan híbrida?

Algo que nos ha ayudado y que antes comentaba ha sido aprender a aceptar los riesgos, darnos cuenta de que una institución cultural es algo que ha de suceder en torno a procesos de investigación. Es una tarea de años que se sigue construyendo, los inicios fueron importantes porque dedicamos mucho tiempo y esfuerzo a comprender e integrarnos en la comunidad, trabajando juntos encontramos muchas de las claves que se empezaron a desarrollar. 

Los procesos concentran toda nuestra atención y como ya he comentado siempre nos concedemos plazos largos, en los que todos los departamentos trabajan juntos y se complementan, el equipo de educación está muy atento y participa en la configuración de la programación expositiva, se organizan talleres y activaciones y lo mismo ocurre con música y sonido, todo está entrelazado y se busca crear el mayor número de conexiones entre actividades.

Vista exterior, fachada norte. Archivo FCAYC.

¿Qué ha supuesto para ti trabajar en este entorno rural con una propuesta tan ambiciosa? ¿Cómo influye el territorio en tu mirada como curadora?

Mi mirada está centrada en el caso de FCAYC, toda mi energía está en ello.

Si tuvieras que describir la FCAYC en una sola palabra, ¿cuál sería?

Vecindad.

Un sueño que te gustaría ver cumplido…

Que el proyecto perdure.

Redacción: Beatriz Fabián

Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.

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