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Hablamos con Blanca de la Torre

La directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), que entiende el museo como “un cuerpo social, no solo un contenedor”, afronta el nuevo cargo sin mochilas ni prejuicios, dispuesta a consolidar su proyección internacional y a nutrirlo desde tres ejes: patrimonio, sostenibilidad y territorio.

Blanca de la Torre en El Invernadero

Blanca de la Torre (León, 1977) es doctora en Bellas Artes, historiadora del arte y experta en diseño de espacios expositivos, con más de dos décadas de trayectoria internacional como comisaria, investigadora y gestora cultural. Su más reciente cometido ha sido el de comisaria jefa de la Bienal de Helsinki y ha liderado proyectos en museos e instituciones de Europa, América, Asia y EE. UU., además de participar activamente en publicaciones, jurados y foros teóricos del arte contemporáneo. Después de la Bienal, quería tomarse un tiempo para pensar, atraída por los modelos de gestión nórdicos, pero apareció la convocatoria del IVAM. “Mucha gente me animó. Tiene una colección de ensueño y una trayectoria de casi 40 años. Sentí que era el lugar donde podían converger todas mis experiencias”, indica. Para referirse a su visión sobre un museo, emplea la metáfora del bosque: “como ecosistema, donde emergen relaciones orgánicas. No concibo el museo solo como un contenedor, sino como un cuerpo social”. Aquí nos desgrana sus proyectos y cómo ve el IVAM en un futuro cercano.

Inauguración exposición Isidoro Valcárcel. Foto: Miguel Lorenzo. Cortesía del IVAM

¿Qué significa para usted asumir la dirección del IVAM en este momento de su carrera?

Llevo veinticinco años dedicándome a este ámbito y mi trayectoria profesional se ha desarrollado en plataformas tan complementarias como diversas, desde museos e instituciones públicas hasta entidades sin ánimo de lucro, iniciativas independientes, fundaciones privadas y centros de arte. Asimismo, he participado en eventos de gran escala como festivales y bienales internacionales. He trabajado en numerosos países no solo en el campo del comisariado, sino también en la gestión, coordinación y dirección de proyectos culturales y artísticos, con experiencia en un amplio abanico de plataformas, así como en el ámbito teórico, publicando con frecuencia textos especializados e impartiendo conferencias.

Considero que este extenso recorrido me ha permitido adquirir la experiencia necesaria para dimensionar, identificar y atender las problemáticas y necesidades de un museo como el IVAM. Asumir esta dirección representa para mí un punto de inflexión desde el cual desarrollar un proyecto museístico a largo plazo, una suerte de huerto donde hacer germinar todos los conocimientos y experiencias acumulados a lo largo de los años. En definitiva, supone un compromiso serio con la institución y con la comunidad a la que se debe.

Fachada del edifico del IVAM. Cortesía del IVAM

¿Qué aspectos del IVAM considera actualmente más sólidos y cuáles cree que necesitan una renovación o transformación?

 Sin duda, el elemento más sólido es la colección, que permite realizar un recorrido brillante por la historia del arte –aunque mayoritariamente occidental–, de los siglos XX y XXI. Es una colección construida con gran criterio que incluye conjuntos notables, como los de Julio González, Ignacio Pinazo y Josep Renau, además de auténticas joyas, especialmente de las vanguardias. Cabe destacar también el importante apartado dedicado a la fotografía.

Uno de los grandes aciertos fue la adquisición de obras de todo el grupo en torno a Julio González, así como la apuesta por artistas de segunda línea –excelentes, aunque con menor visibilidad– que, si bien presentes en los salones, no gozaban del reconocimiento de figuras como Picasso. La colección de libros y primeras ediciones, con cubiertas realizadas por artistas de vanguardia como Malévich, o la revista AIZ, en la que colaboró John Heartfield, precursor del fotomontaje, al igual que Renau, son otros ejemplos destacados.

Respecto a las áreas que requieren transformación, trata de un proceso complejo en el que ya estamos trabajando gracias a un equipo excepcional.

El edifico del IVAM es un proyecto de los arquitectos valencianos Emilio Giménez y Carlos Salvadores, inaugurado en 1989. Cortesía del IVAM

El IVAM es un referente en el ámbito del arte moderno y contemporáneo. Desde su punto de vista, ¿qué lo diferencia de otras instituciones similares, tanto a nivel nacional como internacional?

Me remito a la cuestión anterior: la colección. Mientras otros museos españoles apostaban por nombres de moda a través de políticas de adquisiciones a menudo erráticas, el IVAM ha mantenido desde sus inicios una línea coherente y una identidad propia. Ha sabido crear un patrimonio de primer nivel a partir de líneas imprescindibles en el ámbito internacional, pero siempre desde una identidad valenciana.

Considero que la colección del IVAM ha sabido situarse como un puente entre el arte contemporáneo europeo y los artistas y movimientos del área mediterránea, con una atención especial a la Comunidad Valenciana.

Otro rasgo diferenciador fundamental es su carácter de instituto, tal como indica su nombre. Este aspecto me interesa especialmente recuperarlo. La programación no debe limitarse a las exposiciones, sino que debe incluir también la investigación, los programas públicos, la educación no formal y una serie de actividades experimentales orientadas a la reflexión crítica y la creación de conocimiento, tanto en el interior del museo como en su entorno.

La escalera del IVAM preside a modo de escultura el atrio de entrada del edificio. Cortesía del IVAM

¿Cómo imagina el IVAM dentro de cinco años bajo su dirección? ¿Hay alguna línea estratégica que le gustaría consolidar desde el inicio?

Visualizo el IVAM como un bosque, bajo cuya tierra discurre una compleja red de relaciones de ecodependencia e interdependencia. Lo concibo como un territorio elástico, capaz de cuestionarse permanentemente y de pensarse como cuerpo social. Sobre todo, lo imagino como un museo más sostenible, inclusivo y, por encima de todo, como un espacio generador de relatos cautivadores.

El proyecto que estamos desarrollando se articula en torno a tres ejes. El primero aborda la noción de patrimonio desde una perspectiva que integra pasado, presente y futuro. La colección será el eje vertebrador de una programación que incorpore el pensamiento divergente y la imaginación sociopolítica como herramientas de acción.

El segundo eje es la sostenibilidad, entendida como una categoría sistémica, en la que los pilares medioambiental, social, económico y cultural alcanzan un equilibrio. El objetivo es desarrollar, junto con todo el equipo, un plan específico ad hoc.

El tercer eje propone un nuevo relato sobre la idea de territorio como espacio líquido, donde lo internacional y lo local actúan como vasos comunicantes.

Estos tres vértices atraviesan una propuesta que concibe al IVAM como un espacio para problematizar, afectar, cuestionar e interpelar, pero también como una plataforma desde la que dibujar futuros y esbozar mundos habitables. Una institución como espacio de deseo, capaz de generar ciudadanía crítica a través de la emoción, fomentando una mirada alternativa y proponiendo nuevas lecturas de las imágenes desde formas distintas de contemplación.

Soledad Sevilla. Ritmos, tramas y variables, exposición abierta hasta el 12 de octubre. Cortesía del IVAM

¿Qué enfoque curatorial le gustaría imprimirle al museo? ¿Mantendrá el equilibrio entre lo moderno y lo contemporáneo, o explorará nuevas direcciones?

Esta respuesta se desprende de la anterior. Como historiadora del arte, sostengo que todo arte fue, en su momento, contemporáneo. Hay una hermosa metáfora que ilustra cómo concibo la idea de patrimonio sin rupturas temporales: el pájaro Sankofa, perteneciente a la mitología akan, que vuela con la cabeza hacia atrás, para saber de dónde viene, pero con las patas hacia delante y un huevo en el pico, símbolo de futuro. Desde las instituciones culturales debemos adoptar esta actitud, abordando el patrimonio no solo desde las necesidades del presente, sino revisando el pasado y anticipando el porvenir.

Creo que esta respuesta se intuye de la respuesta anterior. Hablar de moderno y contemporáneo, como historiadora del arte… ¡todo arte siempre fue contemporáneo!

Este centro lleva casi cuatro décadas siendo una institución clave en la cultura valenciana. ¿Qué papel considera que debe tener el IVAM respecto al tejido artístico y creativo local?

Me gustaría concebir al IVAM como un ágora para el tejido comunitario. Sin embargo, no parto de la idea del IVAM como epicentro, no me interesan esas posiciones egocéntricas. Prefiero entenderlo como un nodo esencial dentro de un tejido rizomático que configura el tapiz de la comunidad artística valenciana.

Me atrae más la idea de habitar que la de gestionar, así como la de fomentar procesos de identificación y de construcción de sentido de pertenencia. En este sentido, el plan estratégico internacional no resta importancia a la atención que se debe prestar al contexto local, regional y nacional. Por el contrario, la cultura es universal, aunque se proyecte desde lo local, y prestar atención al entorno próximo no es incompatible con un pensamiento en clave global. Consolidar la proyección internacional del museo repercute de forma directa en el tejido local, permitiendo concebir la idea de un entorno globalizado como un territorio comunitario. Una institución cultural comprometida con la sociedad ha de adoptar, necesariamente, un enfoque glocal. Como recuerda Lucy Lippard, el paisaje local refleja una problemática global y asumir una dicotomía entre lo local y lo global implica ignorar que lo global no es más que la suma de múltiples realidades locales.

La exposición ¡Eso no es cómic! Fanzines: vanguardia e innovación del cómic en España Se puede visitar hasta el 9 de noviembre. Foto: Juan García. Cortesía del IVAM

¿Cómo se plantea la relación del IVAM con otras instituciones culturales, tanto en la Comunidad Valenciana como en el resto de España?

La intención es promover una presencia activa en el ámbito local y nacional dentro de un proyecto internacional integral. Se trata, en definitiva, de establecer puentes entre la ciudad, la comunidad autónoma, el Estado y el contexto internacional, generando interacciones y sinergias entre todos ellos.

El enfoque planteado en el plan de internacionalización se trasladará también al ámbito nacional, donde he mantenido relaciones profesionales y colaboraciones con una parte significativa de los centros y museos del país. Una de las principales líneas de trabajo consistirá en identificar proyectos afines en contextos similares y proponer esquemas de colaboración que fomenten la generación de contenidos, fortaleciendo a su vez el contexto regional y nacional y tendiendo lazos hacia el exterior.

Sala de la exposición Senga Nengudi y Maren Hassinger, abierta hasta el 2 de noviembre. Foto: Juan García. Cortesía del IVAM

Ha mencionado su intención de proyectar más internacionalmente el museo. ¿Qué ideas concretas tiene para lograrlo?

Esta cuestión está íntimamente relacionada con el trabajo en torno a la comunidad local, ya que un programa sólido de internacionalización que reposicione al museo en la escena global fortalecerá su conexión con el tejido artístico valenciano. Cuento con un plan estratégico internacional como punto de partida, que ahora deberá concretarse tras realizar un diagnóstico preciso sobre la situación actual del museo.

También ha hablado de relanzar la colección del IVAM. ¿Cree que no ha recibido el reconocimiento que merece? ¿Cómo piensa potenciarla?

Mi apuesta se orienta a crear un espacio permanente dedicado al acervo del IVAM, a diferencia del enfoque adoptado hasta ahora, con la excepción de las salas dedicadas a Julio González e Ignacio Pinazo.

En colaboración con todo el equipo curatorial, estamos trabajando en una exposición permanente de la colección, que ocupará dos salas y propondrá un recorrido contextualizado en la historia del arte contemporáneo valenciano, nacional y global. Este recorrido permitirá establecer una lectura de carácter historiográfico, comprendiendo los periodos y corrientes fundamentales del arte de los siglos XX y XXI. Considero que la capacidad de innovar no está reñida con los modelos expositivos de recorridos más tradicionales, los cuales permiten comprender la evolución del arte, sus corrientes y movimientos.

Es fundamental generar un espacio específico que muestre una colección con identidad propia, de modo que los visitantes puedan identificar algunas de sus obras icónicas en cada visita al museo. Este tipo de piezas actúan como símbolos patrimoniales, generando interés y orgullo de pertenencia. Asociarlas a museos concretos permite convertirlas en referentes para quienes visiten la ciudad y deseen comprender de manera sintética la configuración de su patrimonio cultural y artístico.

No obstante, este dispositivo permanente seguirá un modelo mixto, que combine ese esqueleto estable con un dispositivo de multirrecorridos que permita otras lecturas. Hasta ahora, el IVAM ha planteado un único recorrido –ya fuera cronológico o temático–, promoviendo en cualquier caso lecturas lineales y unidireccionales.

Sala de la exposición Senga Nengudi y Maren Hassinger, abierta hasta el 2 de noviembre. Foto: Juan García. Cortesía del IVAM

¿Quiénes han sido sus principales referentes en el arte, ya sea desde la creación, la teoría o la gestión cultural?

Mis referentes se relacionan principalmente con las bases culturales en las que crecí. Mi padre era profesor de filosofía y mi madre de griego y cultura clásica, y tuve la fortuna de desarrollarme en ese entorno. Posteriormente, tras años de investigación y de trabajo más situado, también en contextos del sur global, atravesé una etapa crítica respecto a los discursos occidentalistas y me interesé por las perspectivas decoloniales, especialmente aquellas vinculadas a la crisis ecosocial.

Actualmente me encuentro en un momento de reconciliación, en el que todo ese recorrido ha permeado mis líneas de trabajo, pero reconozco la importancia de mi propio lugar de enunciación y me interesa profundizar en mis raíces culturales. Todo ello está atravesado por el pensamiento ecofeminista que, en definitiva, propone una hoja de ruta para un mundo más habitable.

En cuanto a referentes concretos, podría mencionar a muchas autoras: Simone Weil, Rachel Carson, María Zambrano, Susan Fenimore Cooper, Janet Biehl, Hannah Arendt, Alicia Puleo, Arundhati Roy, Clarice Lispector, Sor Juana Inés de la Cruz, Karen Barad, Donna Haraway o Isabelle Stengers, entre otras. No obstante, confieso que no me gusta mitificar a nadie. En general, prefiero a los héroes y heroínas sin capa.

Ha trabajado como comisaria, gestora, crítica… ¿Qué desafío o sueño profesional le queda por cumplir?

En este momento, tengo ante mí el mayor sueño y desafío profesional que podría haber imaginado: un museo extraordinario, con un equipo altamente cualificado y en una ciudad maravillosa. Profesionalmente, no podría pedir más.

Beatriz Fabián y Blanca de la Torre en El Invernadero

Redacción: Beatriz Fabián

Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.

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