The Sibarist
  • 30 Jul 2024

Carlos Garaicoa, un artista global

Hablamos con el artista cubano español Carlos Garaicoa sobre sus inicios, su forma de trabajar muy vinculada a la literatura cuyas creaciones beben de muy diversas disciplinas para ofrecer una consolidada obra donde lo conceptual invita a reflexionar sobre el entorno donde vivimos.

Carlos Garaicoa en El Invernadero

El espíritu protector de un lugar, en particular, el genius loci de las ciudades contemporáneas subyace en la obra que propone este artista de origen cubano que lleva casi dos décadas residiendo en Madrid. Carlos Garaicoa (La Habana, 1967) expresa su interesante suma de circunstancias vitales, experiencias y conocimientos personales a través de múltiples medios y disciplinas, desde la escultura a la fotografía, el dibujo y la instalación, la pintura pero también la arquitectura, el urbanismo y la escritura. Se define como artista conceptual y su trabajo se enfoca mucho en lo qué pueden llegar a expresar los materiales a los que somete a un escrutinio antes de aplicarlos. Piensa que “el arte es profundamente artesanal, es un entendimiento de la forma, del material, de las tradiciones mismas del arte”. Cuenta que ha llegado a un punto en su trayectoria en el que lo que ansía es tener el suficiente tiempo para sentarse a su pequeña mesa llena de cuadernos y hojas en blanco para seguir creando e ideando cosas que aporten algo nuevo. Ha participado en la propuesta titulada Pensar la ciudad promovida por Art U Ready, una iniciativa de The Sibarist y charlamos con él en El Invernadero. 

Cómo fueron tus comienzos, como has llegado hasta aquí cosas que te han inspirado aptitudes y actitudes que te hayan ayudado e inspirado a otros.

La respuesta es muy complicada porque es una acumulación en el tiempo de experiencias, de prueba error. Comencé como pintor amateur porque no estudié Bellas Artes aunque siempre tuve la inquietud desde niño. Estaba rodeado de amigos artistas, también hice algún curso pero luego estudié algo relacionado con la física.

Fue estudiando esa carrera cuando me di cuenta de que quería empezar a pintar y en Cuba en las Casas de Cultura empecé a aprender los rudimentos. Luego estuve tres años en el ejército y seguí insistiendo en que quería pintar. Al final, tengo una formación autodidacta básicamente ya de adulto. 

Cortesía de la Galería Elba Benítez, de Madrid. 2024. Foto: Luis Asín.

También tengo un vínculo importante con la literatura, algo que viene por mi padre, un gran lector, y mi hermano también muy sensible hacia la música, así que estábamos digamos en una periferia de la intelectualidad. Era un lugar de simiente. Yo entré tarde y en mi generación hay artistas como Los Carpinteros o Tania Bruguera que tienen una formación académica de alto nivel, yo era un outsider -muchas carreras en el arte se hacen así-, lo viví verdaderamente como una necesidad personal. Dibujaba, pintaba y en la universidad me aceptaron con el portafolio que tenía. Allí en la universidad lo que ya tienes son profesores de pensamiento. 

Por eso mi obra es tan abierta porque tiene relación con la pintura, con la escultura bebe de muchos sitios. Fui aprendiendo cosas rudimentos de la fotografía, aprender a dibujar mejor, tuve que ponerme al día respecto al resto. A la larga, creo que no es obligatorio tener una formación académica sino que sea un deseo verdadero, una disciplina muy grande para lograr cosas, desarrollar un lenguaje con el que tienes que pelearte mucho. Ya estando en la universidad empiezo a desarrollarme y descubro muchas cosas, al tener una formación más literaria me inclino hacia lo más conceptual, a la fotografía, ahí se abre mi camino, descubro la ciudad estando en la escuela y trabajo a partir de ciertos patrones urbanos. 

¿Tu mayor influencia puede decirse que es la literatura?

Hay una parte de mi formación que es literaria porque al no haber crecido en la escuela de arte con artistas alrededor tuvo que ver mucho la escritura y todavía la mía sigue siendo una obra muy narrativa. Está muy apegada a un montón de escritores y también es una obra que bebe mucho de lo contradictorio, la palabra siempre ocupa una parte muy fuerte. 

Obras de la serie Edificios Parlantes. El Déspota Vive. 2007-2020. Foto: Oak Taylor Smith

¿Cuáles son las figuras que más te han influido?

En mi caso, más que profesores han sido gente que admiras y en un momento dado tienes la oportunidad de intercambiar con ellos. Artistas que siempre admiré son Lázaro Saavedra y Flavio Garciandía que no fueron profesores directos.

¿Tu trayectoria comienza en La Habana?

Sí, estudié entre el 89 y el 94 en el Instituto Superior de Arte y ya en el 94 participé por primera vez en la Bienal de La Habana. Somos una generación que salimos bastante precozmente de la escuela, me refiero a Los Carpinteros, Tania Bruguera y Sandra Ramos. Ya había hecho cosas en Alemania, hasta el 95 cuando vengo a vivir a Europa y con una beca vivo un año en Suiza. Un año más tarde ya estaba haciendo dos exposiciones en Nueva York y una residencia en una galería. En el 95, también participé en la primera Bienal de Johannesburgo, hubo un proceso muy grande desde Cuba, la gente te iba a buscar allí, en los 90 hay una gran conexión con Estados Unidos. En Cuba tienes la oportunidad de ser realmente muy fuerte porque te concentras en hacer arte desde edad muy temprana, estudias arte toda la vida. Es como una profesión de verdad. El contexto es muy rico, vives metido en un mundo muy particular.

Carlos Garaicoa en un momento de la entrevista en El Invernadero

Eres una figura compleja y muy interesante de la escena artística española, si tuvieras que definir tu trabajo como artista, ¿cómo lo harías?

Me considero un artista conceptual, si se puede catalogar como tal, pero realmente me siento muy curioso hacia todas las formas del conceptualismo visto desde el mundo contemporáneo no en el sentido tradicional de la palabra y del pensamiento. Estoy muy apegado a este movimiento porque me formé mucho desde mis inicios haciendo ese tipo de obra. En España he descubierto que siempre he sido muy curioso con los materiales que han tenido un recorrido potente en mi obra. Cuando vine a vivir aquí también empecé a trabajar con asociaciones muy complejas. Mi interés conceptual con el arte se ha extrapolado a un interés también por cómo funcionan los materiales en la obra. Ver cómo el material realmente cuenta historias y puede definir conceptos. Es un momento muy primario del trabajo. Me considero un artista con las antenas puestas, no tengo prejuicios empecé muy fuerte con la fotografía y la escritura, ahora volví a la pintura, a crear ensamblajes en carpintería, siempre hago cosas que me interesan y por eso soy un artista contemporáneo en todos los sentidos, no tengo límites a lo que pueda hacer. 

Hoy día puedes hacer todas las cosas, lo importante es saber por qué lo quieres hacer. Investigas los materiales pero se trata de encontrar con sensibilidad cómo el pensamiento encaja dentro de formas y materiales diferentes. Creo que el arte es profundamente artesanal, es un entendimiento de la forma, del material, de las tradiciones mismas del arte. También en momentos me considero escultor, el mío es un discurso sobre el espacio, el espacio de la ciudad misma. 

 

Obra de la serie Puzzles. La Hoyada, 2019. Cortesía de la Galería Elba Benítez

¿En qué momento en tu trayectoria se funden arte y entorno urbano? ¿Cómo se produce esa chispa?

Siempre ha habido esa chispa porque el entorno urbano está muy presente en mi obra desde muy temprano. A principios de los 90 empecé a hacer cosas en la calle, descubrí la fotografía de nuevo porque en casa siempre había estado presente. Crecí en La Habana Vieja, una ciudad riquísima y complejísima que arquitectónicamente es maravillosa y a partir de ahí me propongo usarla más como documentación ir más allá. Mi primera obra es detectar objetos y números que hay en la calle, textos… Ahí me acerqué más a la urbe, empecé a hacer dibujos de la ciudad como si fuera arquitecto. Mi primera locura en el 93-94 fue inventarme edificios, fue una época muy divertida y de ella hay muchos patrones que hago hoy en día. Mucho de aquello se ha transpolado a objetos a la fotografía documental. En 2010 me asocié con Factum Arte y gracias a ellos cree fotografías en forma de tapices, sobre estuco… 

¿Qué es para ti el genius loci de las ciudades contemporáneas?

Pienso que hay algo en ellas que te cuenta cosas, te transmiten un mensaje. No en todas las ciudades puedes trabajar, en algunas sientes que no te hablan directamente, sin embargo, con Madrid, Nueva York, São Paulo, La Habana puedes conectar. He tenido mucha suerte porque me han invitado a muchos sitios y he podido leer y ver la ciudad para luego decir algo, esto se puso muy de moda en los años 90. La ciudad se descubrió en el arte en esos años, antes era bastante raro hacer dibujos de la ciudad y bastante poco bien recibido. A partir del 96-97 la ciudad empieza a coger mucha fuerza en el mundo del arte y hay un cambio radical, todo tiene que ver con la arquitectura, se plantean proyectos sobre las ciudades. Hay algo inmanente en las ciudades que te logra acoger para trabajar. 

Cortesía de la Galería Elba Benítez, de Madrid. 2024. Foto: Luis Asín.

¿Qué tienen esos lugares que te atrapan?

Son lugares extremadamente contradictorios políticamente, arquitectónicamente muy ricos, económicamente intensos, son ciudades prohibidas. Por ejemplo, viví casi un año en la ciudad Suiza de Biel-Bienne y jamás pude hacer una obra, entonces, realmente sentí que no tenía nada que hacer allí. Llegué a Holanda, a Arnhem y encontré una maqueta de la ciudad y vi cómo una ciudad pequeñita en la que pasó algo tan grande tiene una energía de historia concentrada que te permite hablar de ella. Hay un cierto misterio y una cierta sorpresa en ello, no es que haya un manual que te diga es esto exactamente. Por ejemplo, sobre Madrid hice obra antes de vivir aquí y estuve tres o cuatro años durante los que no hice nada. Me tomó tiempo cambiar de contexto y sentir que era mi ciudad. No solo es la ciudad hay muchas cosas alrededor, la historia, la política, la economía… Adonde quiera que llegue investigo, leo libros pero a veces ni con libros puedo llegar al corazón de ese lugar. La relación del arte con la arquitectura ha llegado para quedarse.

Escultura, fotografía, dibujo, instalación, arquitectura, urbanismo… Al trabajar diversos medios y disciplinas, ¿cómo logras aunar todo ello y con qué soporte o medio te sientes más a gusto? ¿Hay algún medio que transmite mejor que otro, ¿por qué?

Trabajo mucho con la fotografía, no viajo con cámara, soy más un observador y hago fotos cuando lo necesito pero baso mucho mi trabajo en la documentación que no tiene que ser fotográfica sino histórica. Como vengo de la pintura, trabajé mucho con la fotografía, luego con el dibujo, muy temprano me di cuenta de mi relación con la escultura y empecé a restaurar y recuperar objetos, cree ficciones a través de esos objetos, instalaciones con piedras, con una puerta japonesa, al final, la manera de trabajar hoy día es muy híbrida. Detrás de todo ello te vas dando cuenta de tus déficits, cuando decidí trabajar como arquitecto me di cuenta de que no sabía pero lo hice y fui mejorando a base de dibujar mucho. En estos momentos, no busco un material para una obra, hago cosas, dibujo mucho en libretas donde constantemente dibujo las ideas que tengo en la cabeza, ya sean esculturas o materiales. Me he remitido mucho a materiales que reflejan la fragilidad de lo que cuento, por ejemplo, le he dedicado tiempo al hilo, al papel, fotografía con hilo. Al final, el dibujo y la fotografía son mis herramientas primarias. La capacidad de pensar en materiales es muy abierta, a veces tengo ideas que son formas, creo en una metodología que te va diciendo por donde ir. No tengo prejuicios y he aprendido a hacer, es un aprendizaje de toda la vida sobre todo si quieres hacer cosas diversas.

Cuando hablo de materiales trabajo sobre cualquier soporte cristal, metal… pero al final el arte contemporáneo se basa en saber usar los recursos que tenemos a mano y hoy día hay cantidad de recursos tecnológicos que pueden servirte. Eso me encanta, expandir mi territorio. A través de la fotografía se puede hacer muchas cosas, en el estudio puedes hacer todo tipo de locuras, por ejemplo, descubrí que podías hacer fotografías transferidas a poliestireno, tapices de diez metros a partir de tus fotos, etcétera, te das cuenta de que puedes hacer mil cosas. 

Instalación en la Brownstone Foundation de Paris, 2022. Foto: Richard Fuentes. Cortesía de la Galería Elba Benítez, de Madrid

Tus trabajos pueden parecer a veces intrigantes o interrogadores al espectador, ¿cuáles son tus fuentes de inspiración? ¿cómo es tu forma de trabajar?

En mi estudio de Carabanchel tenía un taller de coches, un carpintero al otro lado y estaba con mis dibujos y decidí hacerlos en relieve, les transmití qué podía hacer y de este modo encontré una hibridación de trabajos y artesanías que se unen a mi obra. Es la prueba de que realmente no tengo un plan preciso tengo la percepción de que puede funcionar, tienes la capacidad de abstraer para ver si va a funcionar. Es un poco trabajar por tanteo. Vas haciendo la obra en diferentes lugares y se van haciendo a ellas mismas, hasta que no las ves expuestas no ves cómo han ido cambiando. Controlo el espacio, cómo adaptarme a él, ver qué sobra y qué falta en un lugar.

Siempre se alude a tu origen cubano, llevas años viviendo en España y trabajas entre Madrid y La Habana, ¿cómo funciona esa mezcla en tu cerebro y cómo lo vemos reflejado en tu obra?

Nunca dejé de tener estudio en Cuba, todavía lo tengo, porque vine en 2007 había estado en Brasil y había tenido tentativas de estar en otros sitios como Suiza y Estados Unidos. Siempre he tenido esa cosa nómada, más viviendo en una isla, de donde siempre quieres salir. Luego estaba la complejidad de salir de Cuba que tiene todo tipo de cuestiones políticas y económicas y todo lo que implica el país como tal. En 2006 cuando viajé a Brasil ya había creado un estudio y hecho desde Cuba proyectos tan importantes como la Documenta y la Bienal de Venecia. Entonces me planteo la disyuntiva de desmotar un buen equipo fiel que sabe, compuesto por historiadores del arte, arquitectos, maquetistas, diseñadores, profesionales de verdad. Decidí dejarlo así nunca me he divorciado de Cuba, muchos de ellos siguen conmigo y es una colaboración a distancia. 

Después de años decidí hacer una pequeña institución que se llama Artista por Artista que fue un punto de acercamiento profesional, intelectual y personal con Cuba. También tengo un buen equipo en Madrid en un estudio en Carabanchel abierto hace dos años y proyectado por el arquitecto Juan Herreros. Para mí que soy de La Habana Vieja, conserva esa cosa de barrio profundo que todavía no se ha desarrollado. 

Sobre pensar la ciudad tema de la propuesta de Art U Ready, de la que formas parte del jurado, ¿cuál es tu perspectiva como artista de las ciudades? 

Muchas ciudades desafortunadamente están perdiendo cosas esenciales, por el tema de la globalización de la que se habla hace tiempo. Realmente cada vez es más difícil encontrar algo que no sea franquicia hay una sobreexplotación económica de la ciudad que desplaza mucho su esencia. Esa sensación de no ser cien por cien un barrio de Madrid y empezar a ver un parecido enorme entre las ciudades, es una pena. No digo que no crezcan pero hay que pensar las ciudades tratando de entender lo orgánico que tienen ellas mismas propiamente. Al ciudadano no se le deja espacio para decidir nada. Evidentemente, debe aunar arte, arquitectura junto con pensamientos locales sin caer en el provincianismo. Por ejemplo, en Carabanchel en cinco años vamos a estar hablando de otro barrio. Ese desplazamiento de la población porque no puede acceder a alquileres o compra de vivienda, es algo muy complejo y las soluciones deben venir de los gobiernos centrales para, por ejemplo, construir viviendas necesarias o propuestas más sociales. 

¿En qué medida un artista puede ayudar a transformar el entorno urbano desde tu punto de vista?

Los artistas tenemos un papel esencial, lo que hace el arte es complejizar la realidad, entenderla y hacerla más compleja, más analítica y sensible. Ya simplemente en ese acto es importante el pensamiento y el lenguaje artístico porque son personas más cultas, más enteradas y capaces de transmitir a otros. No tengo que estar sentado en un foro político pero discutiendo, hablando y aportando ideas es cómo aportas llamas la atención sobre la ciudad, las ruinas, la fragilidad de ellas. Si no la ciudad entra en una crisis de identidad. Lo veo en Carabanchel, como vi que pasó en Malasaña, cuando la lógica que entra es solamente la de las grandes inversiones. Ojalá sea en ese momento cuando entran los gobiernos para ver que haya criterios que mejoren el urbanismo. En Carabanchel van a pasar muchas cosas.

Cortesía de la Galería Elba Benítez, de Madrid. 2024. Foto: Luis Asín

¿En qué estás trabajando en estos momentos?

Estoy trabajando en preparar una bienal que se va a celebrar en septiembre en Suiza y también en un festival de música clásica en Italia. Mi mujer, Mahé Marty, es música e inicia el festival con una obra visual y sonora y voy a hacer una exposición. También la exposición del CAAC de Canarias se inaugura en Es Baluard en Mallorca que es muy importante y estoy preparando un proyecto grande para el museo de la universidad de navarra que se va a hacer el año próximo. En septiembre se presentará la primera memoria y es un museo que me encanta.

¿Cuál es tu proyecto soñado, el que te gustaría realizar o que te encargaran?

No me planteo esas cosas, he tenido oportunidad de hacer cosas, en Inglaterra desarrollé una idea de una biblioteca pública, le dediqué cinco años y no se hizo nunca. Me considero un desarrollador de proyectos. S me dieran un espacio X haría una cosa grande para la ciudad porque me siento con la capacidad pero no es una cosa que me plantee. Hacer exposiciones es el sueño de uno, sueño demasiado, tengo unos deseos de descansar, de no hacer tanto, cada vez quieres más espacio y más tiempo para dedicarte a ti, a estar en tu estudio, a estar leyendo. Las exposiciones me gustan ahora tengo una en el Centro Atlántico de Arte Contemporáneo de Oiza y es maravilloso, un lugar increíble. El trabajo del artista es estar constantemente trabajando y realmente como los sueños son puntuales te invitan a citas muy importantes pero piensas lo hago profesionalmente. Sinceramente, sin pecar de modesto mi sueño principal es lograr tener ideas nuevas que no se agoten, poder seguir soñando y que los sueños se materialicen en algo nuevo. Con 30 años de carrera te piden una retrospectiva pero no me gustan de momento porque te envejecen. Deseo poder seguir sentándome en mi estudio con mi libretita y ver que se puedan materializar esas obras que sueñas, que sean cosas buenas y que impacten.

Cortesía de la Galería Elba Benítez, de Madrid. 2024. Foto: Luis Asín

Qué le dirías a los artistas que están empezando

Disciplina y trabajo. Si realmente logras disciplinarte todos los días y trabajar, consigues hacer cosas porque ahí es donde encuentras respuestas. En mi caso, no necesito mucho espacio, en mi estudio tengo una mesa llena de hojas y libretas y voy todos los días porque cuando empiezas a producir no te puedes despistar ni un segundo. Picasso decía “yo no busco, yo encuentro” y es así, hay que trabajar como él, todo el tiempo. Le diría: busca tiempo todos los días para trabajar, lo veo en mi familia, todos son músicos y creo que la música es lo más disciplinado.

Bea Fabián, Carlos Garaicoa y Silvia Hengstenberg

Redacción: Beatriz Fabián

Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.

Una charla con Raúl Almenara, arquitecto nominado a los Premios Princesa de Girona de Las Artes que se declara apasionado por crear espacios que establezcan un diálogo entre naturaleza y arte y para quien “la belleza es lo único que trasciende”.
Los festivales de arquitectura la ponen en valor e invitan a profesionales, diseñadores y al público general a reflexionar sobre entorno públicos y privados.