The Sibarist

Entrevista a Rosa Escandell, cofundadora del proyecto ADCAM

Entrevistamos a Rosa Escandell, cofundadora junto con William Kikanae Ole Pere de este proyecto único de gran propósito. Son ya veinte años desde que sus caminos se cruzaron y crearon ADCAM, un proyecto dedicado a preservar la cultura Másai en Kenia.

Lo que he aprendido de la comunidad Masái es la presencia, vivir cada momento presente con aceptación. Aprender que no todo está en nuestras manos.

¿Cómo y por qué surge ADCAM ONG? ¿Cuál es la misión que persiguen y qué necesidades visteis en la comunidad para iniciar este proyecto?

ADCAM surge de una inquietud mía personal de dar oportunidad a las personas de la manera que he visto en toda mi trayectoria que es la más eficaz, que es a través del empleo y de la formación. Desde niña he tenido la suerte de estar en una familia en la que he podido ser quien yo he querido, con libertad para decidir en cada momento qué es lo que quiero hacer y dónde quiero estar. Siempre he pensado que toda persona debería tener esas opciones. Lamentablemente depende de dónde naces, pues ya tienes una parte del recorrido y de tu trayectoria marcada o fijada, pero creo que a través de la educación y del empleo se pueden cambiar las vidas y generar oportunidades.  Y después, cada uno poder decidir. ADCAM es una asociación de desarrollo, comercio alternativo y microcrédito, y esas palabras engloban el emprendimiento, el trabajo y la oportunidad. La comunidad no se inicia únicamente en Kenia. ADCAM comienza a nivel global con un trabajo en Bangladesh, con un proyecto en Brasil, pero lógicamente al que se le ha dado mayor dedicación es al de Kenia.

Dónde naces condiciona tu vida, pues ya tienes una parte del recorrido y de tu trayectoria marcada o fijada, pero creo que a través de la educación y del empleo se pueden cambiar las vidas y generar oportunidades.

Rosa, tu trayectoria en el mundo financiero gestionando microcréditos para proyectos te expuso a muchas iniciativas con impacto social. ¿Qué fue lo que más te atrajo del proyecto de William y cómo decidiste dar ese gran paso para involucrarte plenamente?

Lo que más me impactó del proyecto de William y el decidirme a apoyarle fue primero su determinación. Yo conocí a William en Kenia a través de la embajada española en Nairobi. Fui invitada por el gobierno y por Wangari Maathai, que es una nobel keniata, para desarrollar microcréditos en el país. En el último momento, cuando la embajada me dice “hay una persona que lleva diez años viniendo a Nairobi pidiendo ayuda y es un masai”,  donde yo ya tenía conocimiento de la declaración de la ONU de una tribu en peligro de desaparición y conocí un poco cómo era su forma de vida pensé que había determinación, que tenía que ser una persona especial porque diez años es mucho tiempo. Diez años desde la sabana a la ciudad ya era determinante. Después cuando me entrevisto con él y soy consciente de su motivación, de la educación como parte del desarrollo pero me cuenta que él había sido escogido por una beca de Michael Jordan para irse a Estados Unidos ocho años y que renuncia a ese sueño de su vida de aprender. William era un niño superdotado en la sabana, extremadamente pobre. Y que caminara 25 km para ir al colegio es un paso, que no tuviera zapatos es otro, que no tuviera lápices es otro, pero que renunciara a irse a estudiar a Estados Unidos con una beca para cumplir su sueño, eso me parecía una determinación increíble. Ya vi que era una persona especial pero para ser sincera, lo que más me impactó y lo que hizo decidirme hacer este proyecto fue cuando él empezó a contarme, cómo a través de su madre, que había sido la que había vendido una cabra para que él estudiara, veía la necesidad de empoderar a la mujer. Que gracias a su madre y que si todas las mujeres como su madre tuvieran dinero, su comunidad cambiaría. Ya él desde pequeño estaba haciendo un cambio de empoderar a la mujer y ahí fue cuando tuve claro que encontrar a un hombre africano, en una tribu hace veintidós años que tuviera claro y que estuviera haciendo ese cambio desde dentro de empoderar a las mujeres, amando a los hombres, amando a los guerreros, porque ahora hablamos mucho de la integración, de que esto es cuestión de todos, pero hace veintidós años no se decía que parte de este proceso pasa porque los hombres estén involucrados. Eso me fascinó y también era consciente de que era uno de los sueños de mi vida, empoderar a la mujer en el mundo y darles esas oportunidades. También era consciente de que yo desde la parte occidental, como mujer blanca no podía hacerlo, así que también a través de él cumplí mi sueño.

Fotografía: ADCAM
William era un niño superdotado en la sabana, extremadamente pobre. Y que caminara 25 km para ir al colegio es un paso, que no tuviera zapatos es otro, que no tuviera lápices es otro, pero que renunciara a irse a estudiar a Estados Unidos con una beca para cumplir su sueño, eso me parecía una determinación increíble.

Los inicios suelen ser los más difíciles. ¿Podrías compartir cómo fue la experiencia de lanzar ADCAM en sus primeros años y cuáles fueron los principales desafíos que enfrentasteis?

Coincido en la dificultad del inicio. Los inicios suelen empezar con una idea y hasta que esa idea no se materializa es muy difícil que alguien crea en ti. En mi caso ya tenía un recorrido y una trayectoria personal importante pero aún así es complicado. La confianza empieza cuando ya el proyecto está iniciado, cuando ya existe algo. Y eso también repercute en la parte económica. Nadie financia un proyecto de cero y ahí fue donde tuve que poner todos mis recursos económicos de mi trayectoria de muchos años para empezar. Eso diría que fue la primera parte de la dificultad de los primeros años de ADCAM y los desafíos fueron muchísimos, porque precisamente William cuenta cómo él, durante diez años, recibía turistas en su “manyata” que le prometían muchas cosas que luego no se cumplían. Es verdad que llegas allí y es tan fascinante la comunidad, la naturaleza, el entorno, que te sientes pletórica con esa intención de ayudar, pero después vuelves a tu día y te olvidas. Entonces él me dijo, “si quieres trabajar con las mujeres tienen que confiar en ti y eso significa venirte y conocernos desde dentro”, y bueno, los primeros siete años no había nada, no había proyecto, pero yo me fui a vivir a la “manyata” temporadas largas durante mucho tiempo, sin ningún tipo de recursos, en una tienda de campaña de un cuerpo, y el primer desafío fueron ellas. Que confiaran en mí. Como anécdota cuento que casi tardaron un año en hacerme un desayuno, y vivía con ellos, estaba con ellos. Posteriormente otro de los desafíos importantes fueron los “rangers” . La comunidad donde nosotros estábamos ubicados era una zona de leopardo. Empezábamos a trabajar con las mujeres, la comunidad comenzó a crecer, y consideraron que esto podía ser un peligro con lo cual los “rangers” nos expulsaron de allí, para no hacer ruido, para no crecer, para no molestar al leopardo. Por otro lado también la propia comunidad y los guerreros, no entendían que el proceso de empoderamiento de las mujeres fuera un beneficio para toda la comunidad. También la propia naturaleza, los animales, el vivir en un entorno hostil, las enfermedades, beber agua del río… es cierto que hubieron muchísimos desafíos pero poco a poco y con el tiempo fuimos enfrentándolos. Yo creo que al final también ahí había una parte muy importante de que creo que William y yo habíamos nacido para cumplir una misión y en esa misión teníamos muchos ángeles que nos protegían que estaban con nosotros y que nos hacían seguir porque esos primeros años fueron muy complicados y muy difíciles. Empezamos también con el proyecto mujer, que aprendieran a trabajar la piel, a cuidar a la piel y hacer un diseño diferente a lo que ellas conocían, así que hubo muchos desafíos pero también muy bonitos. Lo recuerdo con muchísimo cariño.

Foto: Jonathan and Angela Scott, embajadores de ADCAM

A lo largo de estos años, habéis alcanzado logros significativos. ¿Podrías destacar los hitos más importantes en la historia de ADCAM y lo que estos han significado para la comunidad Masai Mara?

En los hitos más importantes pues es estar aquí, después de veintidós años. Hemos hecho un proyecto con cabeza, con una visión empresarial, que es lo que nos ha hecho que nos mantengamos. Ahora se habla un poco más en cuanto al emprendimiento social pero yo siempre he pensado que las asociaciones y las ONGs son empresas y que había que gestionarlas desde ahí y no tener una dependencia 100% de la administración. Creo que en ese sentido ADCAM lo ha hecho bien, a través de la creación de ese “lodge” que financia el proyecto y también desde la venta de las artesanías. El proyecto empieza con mujeres. Cuando yo conocí a Bibi Russell en Bangladesh, embajadora de la UNESCO por su programa moda para el desarrollo, que consistía en darles una pauta de diseño para después comercializar; es decir,  comprar las artesanías del mundo no porque te dan pena, sino porque son bonitas y esto es algo que yo admiro profundamente de Bibi y había vivido en muchos países de Latinoamérica. No se puede comprar por pena, la artesanía es un lujo y con esa pauta de diseño se puede comercializar. Esa parte ha sido muy importante. Hemos creado una cooperativa de 1400 pero también eso ha permitido que las mujeres por primera vez tuvieran dinero, que por primera vez compraran vacas. Qué momento más bonito y que además también les enseñáramos a crear sus negocios a través de las colecciones Masáis de Pikolinos, que hicimos durante 6 años donde tuvo una repercusión económica muy importante para la comunidad. Les enseñamos a crear negocios con ese dinero, porque al final la moda es moda y siempre tiene un principio y fin. En este sentido queríamos que ellas aprenderán a gestionar. Creo que eso es muy importante y también es verdad que a parte de la economía, de la educación de la escuela, también ha habido una parte muy importante que es conocernos. Esa parte cultural de norte sur de lo que yo represento como española o como europea y lo que ellos son, darnos a conocer ambas partes o incluso entre las propias masáis. Recuerdo cuando hacíamos la formación de las colecciones de las sandalias, en el Masái Mara traíamos a las mujeres de Tanzania que nunca se habían visto. Masáis hermanas que nunca habían estado juntas y entonces hacíamos la formación conjunta. Unas les contaban a las otras como hacían las casas e intercambiaban opiniones y creo que ese conocimiento de la cultura de ambas partes, de cómo somos, también es muy bonito e importante.

Yo siempre he pensado que las asociaciones y las ONGs son empresas, y que había que gestionarlas desde ahí y no tener una dependencia 100% de la administración. Creo que en ese sentido ADCAM lo ha hecho bien, a través de la creación de ese "lodge" que financia el proyecto y también desde la venta de las artesanías. El proyecto empieza con mujeres.

Veinte años después de haber comenzado esta aventura, ¿se han cumplido los sueños que cada uno de vosotros tenía al iniciar este proyecto? ¿Cómo han evolucionado esas aspiraciones con el tiempo?

Yo creo que si. Se ha cumplido indiscutiblemente el sueño de William, de llevar educación y empoderar a la mujer y se ha cumplido mi sueño de apoyar a la mujer africana. De hecho que el proyecto esté aquí, que continúe, pues es una satisfacción. La evolución del proyecto y cómo vemos qué va a pasar, evidentemente nosotros seguimos soñando y ahora estamos en esa segunda fase de crear una Formación Profesional del turismo, que al final es el único recurso económico que hay en el Masái Mara para que esa comunidad se asiente en su terreno, no tengan que huir a la ciudad, tengan empleo y oportunidades, porque todos sabemos lo importante que son los safaris en el mundo y su repercusión económica que tienen. Están en el Masái Land y a ellos no les repercute, no los emplean. Eso es lo que queremos y sobre todo el sueño de William de que los guerreros sigan teniendo una posición en el Mara. Ya no pueden pastorear como antes, cuidar del ganado… las tierras se han limitado por las reservas y darles esa opción de empleo como guías o como cualquier otro empleo en un hotel o en un lodge creemos que es muy importante. Estamos satisfechos y ahora tanto William como yo pensamos que este proyecto no tiene que parar, que son para generaciones y generaciones, que es de la comunidad y sentimos que la comunidad lo siente así, por lo que espero que podamos cumplir esa segunda fase. Hasta el momento sueños cumplidos sí, y seguimos soñando.

¿Cómo ha transformado ADCAM la vida en la comunidad Masai Mara? ¿Podrías describir las diferencias más notables en la calidad de vida antes y después de la intervención de la ONG?

El cambio en la comunidad ha sido sustancial y muy importante. Primero el cambio de la visión de la mujer;  es decir, que la mujer pueda tener dinero, que pueda tener un empleo sin descuidar sus quehaceres de casa y su papel de madre, que es tan importante para la comunidad masái. Ver que el empoderar o formar a la mujer no significa que se anule el hombre y no significa que ella vaya a estar por encima. Desde el momento en que ellos han visto que siguen atendiendo su día a día, su casa, los niños, su trabajo pero además pueden generar ingresos y contribuir. El ver cómo los guerreros, que al principio nos querían fuera, y ahora les ayudan con el agua, con la madera o cuidando a los niños para que ellas puedan trabajar, me parece una transformación increíble en una comunidad con una cultura como la Masái. También  la educación, esa llave para el desarrollo. Yo ya veo cambio en generaciones, por ejemplo este año, hemos tenido a un chico de prácticas, Benson, que su madre fue una usuaria del proyecto mujer, trabajó con nosotros haciendo artesanías y gracias a ese dinero ha podido pagarle los estudios a su hijo Benson, el cual ha ido a la escuela de turismo. Ha sido muy bonito ver cómo ya esa segunda generación a través de la educación está cambiando la comunidad y también antiguos alumnos de la escuela de ADCAM han venido para decirme, “mira Rosa, gracias, esta es mi vida, este es mi trabajo, aquí estoy…” es muy importante ver cómo la comunidad Masái todavía quiere permanecer en Masái Land, no tiene tanta inquietud de salir fuera y no volver. Creo que esto es un punto importante y creo que esto también tiene que ver con el arraigo y lo orgulloso que es un Masái de ser Masái y de la tierra en la que viven, que además la sienten como la más bonita del mundo. William eso también lo transmite muy bien a su comunidad.  Entonces estamos hablando de generar economía, estamos hablando de educación, estamos hablando de intercambio cultural. Y creo que esto es un cambio bastante notable y gracias a ADCAM todas estas cosas han sido posibles.

Está siendo muy bonito ver cómo ya esa segunda generación a través de la educación está cambiando la comunidad y también antiguos alumnos de la escuela de ADCAM nos dicen, “mira Rosa, gracias, esta es mi vida, este es mi trabajo, aquí estoy…”

¿Cómo ve la comunidad Masai vuestro proyecto, así como clientes e instituciones que han apoyado la ONG?

El haber creado este proyecto desde esa base que fue esos inicios donde yo voy a vivir con ellos y donde creo una relación de confianza después de muchos años, hace que la comunidad vea el proyecto con respeto, con cariño, como suyo y sobre todo con confianza. La comunidad sabe que ADCAM está ahí. ADCAM les transmite y les cuenta lo bueno, lo malo, lo regular, lo que pasa y lo que no pasa, lo que se puede y lo que no se puede y cuál es la situación en todo momento. El proyecto es de ellos y eso es cómo la comunidad lo ve. Desde ahí cualquier cliente, institución, amigo, cliente del Camp que que venga de ADCAM es familia. Para ellos somos una familia, todo lo que venga de ADCAM es familia y saben que toda persona que proceda de aquí les apoyan a que su sueño continúe y sea posible. Desde el voluntariado, la formación, los clientes del lodge…ellos saben que están ahí para para acompañar sin desconfianza y es una prolongación de la ONG. Desde ese punto pues de vista estoy muy satisfecha.

La madre de William vendió una cabra para que él estudiara, fue gracias a ella. Él veía la necesidad de empoderar a la mujer. Que si todas las mujeres como su madre tuvieran dinero, su comunidad cambiaría. Eso me fascinó teniendo en cuenta además el contexto hace veintidós años. Fui consciente de que era uno de los sueños de mi vida, empoderar a la mujer en el mundo y darles esas oportunidades.

¿De dónde provienen los apoyos más significativos para ADCAM, y cómo habéis logrado mantener el proyecto, ¿qué recursos o apoyos adicionales serían necesarios para asegurar la continuidad y expansión del proyecto?

Como te he comentado inicialmente empieza con fondos míos y a partir de ahí hay una empresa que es amiga, colaboradora y financiadora desde el minuto cero, siempre, que es Tempe del grupo Inditex. Gracias a Tempe y al propio grupo Inditex hemos tenido las placas solares que han cambiado la vida del colegio y nos han permitido tener ese lodge que ahora financia ADCAM y el pozo. Encontramos agua a más de 140 m financiado por ellos y eso ha hecho una reducción de mortalidad infantil de más de un 40%, suministrar agua para toda la comunidad; es decir, de beber agua de las charcas a beber agua limpia. Al margen de eso, desde España hemos tenido el apoyo de la Diputación Provincial de Alicante, del Ayuntamiento de Alicante un par de años y de fundaciones e instituciones privadas y de un sistema de esponsorización de niños, que al final es una esponsorización de la escuela, pero que nos permite tener una previsión mensual de cuáles son nuestros ingresos para poder planificar en qué los gastamos del colegio. Al final esa es parte también de la familia ADCAM que nos acompaña y bueno es una parte importante del proyecto y que después vienen a visitar. En estos últimos años lo que más ingresos nos ha aportado es el lodge . Esa idea de crear ese campamento hotel para hacer safaris, siendo William guía de National Geographic conociendo su tierra como nadie, acompañando en los safaris a Jonathan Scott… pensamos que que hacer ese lodge y que además se convirtiera en un proyecto de reinserción laboral de guerreros, formarlos en las diferentes áreas de la hotelería para que después puedan encontrar un empleo en otros hoteles y no se queden de porteros creo es importante. El lodge nos financia prácticamente el 70% del proyecto en este momento.

Ahora hablamos mucho de la integración, de que esto es cuestión de todos, pero hace veintidós años no se decía que parte de este proceso pasa porque los hombres estén involucrados. William lo tenía claro.

¿Qué proyectos futuros están en desarrollo y cómo se alinean con la misión general de ADCAM?

Acabamos de materializar el primero que es el High School. El Senior School ahora ya tenemos homologados hasta el nivel 9 con lo cual contamos con un parvulario el primary School y el high. Es un previo a la Universidad y reflexionando muchísimo nos dimos cuenta de que un Másai tiene muy pocas opciones económicas para irse a Nairobi o a Narok a la Universidad y también eso pues hace que que pierdan su cultura y salgan de su entorno. De ahí esa idea de crear una formación profesional del turismo. La idea es hacer formación a los formadores para que después lo transmitan a toda la comunidad Másai. Llevar los top de nuestro mundo y compartir con ellos los beneficios que hemos tenido a través de nuestra educación, que en muchas ocasiones es superior a la de ellos y transmitirla para que después puedan ellos mismos formar a toda la comunidad y generar empleo. En esa formación profesional la mujer tiene un papel muy importante. Estamos trabajando mucho en la formación informática y eso puede permitir a las mujeres Masáis tener un puesto en una recepción de un hotel y a su vez ser madres, que para ellas es importante. De esta manera pueden tener un puesto más aventajado que lo que pueda ser limpiar o estar de pinche de cocina. Esa idea de turismo responsable tampoco viene sólo de la visión de ADCAM con William, es producto de todos los años que llevamos con la comunidad, analizando cuáles son sus necesidades y también sabiendo que ellos están de acuerdo con esta decisión. Creo que todo el pilar de ADCAM desde el principio ha sido compartir con la comunidad y ver sus necesidades, no las nuestras.

La artesanía es un lujo. No se puede comprar por pena y con esa pauta de diseño se puede comercializar. Esto ha sido muy importante. Hemos creado una cooperativa de 1400 pero también eso ha permitido que las mujeres por primera vez tuvieran dinero, que por primera vez compraran vacas. Queremos que ellas aprendan a gestionar.
Ahora estamos en esa segunda fase de crear una Formación Profesional del turismo, que es el único recurso económico que hay en el Masái Mara para que esa comunidad se asiente en su terreno, no tengan que huir a la ciudad, tengan empleo y oportunidades, porque todos sabemos lo importante que son los safaris en el mundo y su repercusión económica que tienen. Están en el Masái Land y a ellos no les repercute, no los emplean.

En el contexto actual, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrenta ADCAM y qué metas tenéis para los próximos años?

Uno de los desafíos en los que nos encontramos, primero es qué va a pasar con la cultura Másai, cómo se van a mantener, cómo van a evolucionar ese equilibrio entre lo que ellos son y lo que están aprendiendo e introduciendo desde la educación, desde la globalidad. Antiguamente para ser un guerrero eran ocho años, ahora son unos meses. El concepto Guerrero casi desaparece, pero ya no solamente es la cultura sino también qué va a pasar con el Másai Land, con la tierra.  Las áreas de conservación han crecido en este momento, hay 11 y una cierta guerra entre áreas de conservación y animales, por los beneficios económicos que esto produce. Las tierras empiezan a estar cercadas. En el territorio másai el gobierno no permite la compra pero si los alquileres que ahora se han limitado a 25 años pero antes podían llegar hasta 50, con lo cual los propios másais perdían el derecho de sus propios terrenos. Van subiendo los precios. Yo creo que el desafío no solo está en la cultura masái sino en lo que el entorno va a hacer que la cultura masái sea. Difícil responder, no lo sé. Nosotros desde luego lo que sí que hacemos es organizar como prioridad, desde la educación, unas actividades extracurriculares en el colegio para que los niños puedan mantener su cultura y su forma de vida. Creo que eso puede ayudar mucho para lo que venga en el futuro.

Para colaborar con ADCAM se puede esponsorizar la educación de un niño, incluir las artesanías en mercados y distribuidoras y vivir la experiencia de un safari en el lodge. Los próximos proyectos son crear una formación profesional en turismo, construir unos lodge para fomentar estancias más largas enfocadas a nómadas digitales e incluso incorporar unos lodge junto al río Mara. Nos encantaría encontrar a alguien que desde la parte hotelera nos apoyara en la gestión para poder dedicarnos exclusivamente a la parte social.

Para quienes estamos interesados en apoyar desde aquí, ¿cuál es la manera más efectiva de colaborar con ADCAM y contribuir al bienestar de la comunidad del Masai Mara?

Pues desde aquí hay muchas formas de colaborar con nosotros. Una de ellas es esponsorizar un niño, ayudar a través de ese espónsor a la escuela. Otro muy importante es el tema de las artesanías de las mujeres. Yo invito a cualquiera a que haga un mercado, una exhibición, una compra de artesanías, una comercialización a través de empresas distribuidoras…por otro lado nosotros tenemos un segundo proyecto que le llamamos Sawamara, que es un terreno donde queremos crear esa formación profesional, pero además para dar sostenibilidad a este proyecto habíamos pensado en enfocar un lodge que ya tenemos construido para nómadas digitales, para  viajeros. El lodge se ubica en una zona que a pesar de estar en la sabana no se encuentra dentro de la reserva, por lo que las tasas de las reservas de las 11 reservas del masái Mara al día de hoy, están en 100€ por persona y día, con lo cual hace más asequible poder quedarse estancias más largas, o venir en familia, y desde ahí poder conocer Kenia, o teletrabajar. Este es un proyecto que nos entusiasma. Tenemos el terreno, que hoy en día es muy difícil tener opciones de poder hacer un lodge, ya que en la mayoría de reservas ya no se puede por la masificación. Nosotros tenemos la experiencia, los servicios, los terrenos incluyendo el National Reserve , que es donde se hace el cruce de los ñus en julio, agosto y septiembre y lo que nos encantaría es encontrar a alguien, desde la parte turística, desde la parte hotelera, que quiera introducirse en el Másai Mara y que nos apoye en la gestión de nuestro lodge, de Sawamara, del National, toda esa parte turística y que nos permita a nosotros dedicarnos exclusivamente a la parte social. Esto sería el reto al que nos encontramos ahora y el apoyo más importante que podríamos tener.

Desde la parte personal si que quiero transmitir que a mí este este proyecto me ha enseñado muchísimo. Lo que he aprendido de la comunidad Másai es la presencia, vivir cada momento presente con aceptación. Aprender que no todo está en nuestras manos. Tal vez porque ellos están tan cerca de la naturaleza lo llevan de forma natural desde que nacen. La belleza de este país es increíble y en estos 22 años he vivido momentos mágicos, compartiendo con gente maravillosa, clientes que son ya amigos y familia. He sentido que todo esto tiene sentido y eso ha sido mi motor para seguir adelante.

Más información sobre ADCAM

Redacción: Silvia Hengstenberg.

Fotografías: ADCAM.

El próximo 21 de enero de 2025 se realizará una presentación de ADCAM en Madrid. Ver artículo relacionado.

A veces, las experiencias más transformadoras necesitan tiempo para ser asimiladas. Este viaje al Masái Mara en Kenia fue mucho más que un destino: fue un encuentro con una cultura ancestral y una forma de vida que te toca el alma.