Malasaña: el barrio más vivo de Madrid
Malasaña se vive de día y de noche, en sus plazas, terrazas, comercios, librerías, salas de exposiciones y museos. Con tal encanto, no solo encandila al comprador español, sino por supuesto al extranjero ávido de propiedades singulares con historia.
Un barrio único, lleno de vida y cultura, que no solo fue el epicentro de la movida madrileña de los años 80, sino mucho antes del levantamiento del pueblo de Madrid contra la ocupación francesa en la primera mitad del siglo XIX, como se recuerda en la Plaza del Dos de Mayo, uno de sus centros neurálgicos.
Cada vez son más los compradores internacionales que no solo eligen por inversión, sino que se establecen como residentes fiscales en Madrid. Los perfiles más activos provienen de Latinoamérica, Estados Unidos, Noruega o Alemania. Barrios como Salamanca o el eje Recoletos-El Prado fueron la primera opción de muchos de ellos, aunque como ya os hemos contado la búsqueda de más metros cuadrados y otras como comodidades reflejan que comprar en Madrid ya no es solo una opción de inversión patrimonial, sino una decisión estratégica de residencia habitual para grandes patrimonios. Este es el motivo por el que zonas residenciales como El Viso o La Moraleja son claro objeto de deseo actual para estas familias.
Pero esta decisión residencial extranjera, normalmente protagonizada por un comprador de edad madura, trae consigo distintas generaciones asociadas a este cambio de destino. Por eso, a la par que estos barrios señoriales del centro también hemos visto crecer barrios con encanto de Madrid que causan sensación por la singularidad histórica que reflejan y donde, por otro lado, se aprecia el Madrid más vivo. Ese que dicen que nunca duerme.
Entre ellos, sin duda, Malasaña es la estrella. Su nombre se debe a Manuela Malasaña, joven heroína del levantamiento del 2 de mayo de 1808 que murió murió en estas calles a manos de las tropas. Para todo aquel que tenga de 50 años en adelante este barrio está sin duda vinculado a la Movida, la revolución cultural y social que surgió en Madrid durante la década de 1980 y que tuvo su epicentro en este barrio de Madrid. Pero la realidad es que hoy en día es un barrio seguro y encantador, que aunque sigue lleno de vida, es un lugar apetecible para vivir sintiendo el latido cultural de la capital. Algo que comparte con sus barrios vecinos Conde Duque y Chueca, ya que ambos barrios colindan. La delimitación exacta de Malasaña sería: al sur con la Gran Vía, al oeste con la calle San Bernardo, al norte con Carranza y al este con Fuencarral, donde se une a Chueca.
El Museo que más explica sobre la ciudad de Madrid se encuentra precisamente en este barrio, junto a la parada de metro de Tribunal. Se trata del actual Museo de Historia de Madrid, que ocupa el edificio de una de las mejores muestras del barroco madrileño del siglo XVIII, el Real Hospicio del Ave María y Santo Rey Don Fernando, construido por el arquitecto Pedro de Ribera.
Madrid es de bares y Malasaña más
Lo primero que llama la atención a los que vienen de fuera es que en Madrid hay vida social y nocturna todos los días de la semana. Y, cuando el tiempo lo permite, las terrazas salen a tomar sus calles. Muchas de las plazas más míticas de la ciudad se encuentran en el barrio de Malasaña y pocas cosas más castizas podrás hacer que tomarte una caña en la Plaza del Dos de Mayo, donde se encuentra la escultura de la heroína madrileña, o en la Plaza de Luna (aunque se conoce así coloquialmente, su nombre oficial es Santa María Soledad Torres Acosta) y en ella estuvieron los famosos Cines Luna. En la Plaza San Ildefonso, en un lado está la iglesia de San Ildefonso y en otro la centenaria Farmacia Malasaña, conocida como Farmacia Puerto. Y, sobre todo, siempre ofrece un interesante bullicio de terrazas y personas atravesando este espacio.
Respecto a las calles, y a pesar de existir una dedicada a la heroína Malasaña, sin embargo es la calle del Pez la que ha levantado pasiones en los últimos años, con gran número de bares con propuestas muy creativas. En realidad en estas calles se concentran algunos de los bares míticos de Madrid, como El Penta, La Vía Láctea, El Diplodocus o hasta hace poco el bar El Palentino (y sus míticos pepitos de ternera). Lamentablemente este último ha terminado cerrando, no sin antes ser en 2017 escenario de la película El Bar, de Alex de la Iglesia. Además, la Bodega de la Ardosa y Don Julio, no son solo buenos lugares para tomar cañas, sino también para picar cualquier cosa.
Algunos de estos bares se han posicionado como en los rankings de mejores locales, tanto de listas nacionales como internacionales, de Salmón Gurú, reconocido en los premios de 2024 de The World’s 50 Best Bars Awards. Dentro de este proyecto se encuentra Guru Lab, el laboratorio creativo en el que se armonizan los talentos de este póker de ases de la gastronomía y la coctelería internacional más innovadora, con un original espacio que se puede alquilar para eventos.
Guru Lab es perfecto para comidas y cenas privadas, presentaciones de producto, talleres o rodajes. La cocina abierta y la barra completan un entorno que invita a compartir, explorar y conectar.
Epicentro cultural que atrae a un comprador moderno
Pero si algo ha caracterizado a esta zona es sin duda su ambiente bohemio y creativo, con distintos teatros (los más conocidos el Maravillas y el Lara), librerías y tiendas de segunda mano que no solo entretienen a los inquilinos de la zona sino que atraen a los visitantes más bohemios y vanguardistas. Entre los que sí residen en esta zona, se confiesan devotos y dispuestos a no abandonarlo nunca encontramos a Mario Vaquerizo y Alaska, o al diseñador David Delfín, entre otros. Pero la realidad es que es un barrio muy inclusivo y diverso, donde conviven personas de todas las edades y orígenes.
Silvia Hengstenberg, nuestra socia fundadora, señala que lo que sí han notado en los últimos años es una mayor demanda de propiedades en estas calles. Malasaña está viviendo una buena etapa, muy distinta a la bohemia más alternativa de hace una década. Hoy el barrio atrae a un cliente más cosmopolita, creativo y exigente, como consecuencia de su proximidad a Justicia donde los precios son más altos. Es un perfil que valora tanto su autenticidad como su energía cultural. Son perfiles jóvenes pero con poder adquisitivo; profesionales del mundo del arte, el diseño, la comunicación o el ámbito digital que buscan una vida urbana con identidad, bien conectada, con oferta gastronómica y cultural, pero sin perder el espíritu de barrio. Desde The Sibarist vemos ese rejuvenecimiento como un renacer natural: Malasaña ha sabido conservar su carácter y al mismo tiempo evolucionar hacia una estética más cuidada, con proyectos de rehabilitación muy interesantes en edificios históricos, que reinterpretan la arquitectura castiza desde un lenguaje contemporáneo.
Y es que tradicionalmente el barrio se había distinguido por concentrar habitantes jóvenes, entre 30 y 40 años, muchas veces viviendo solos o en pareja (y en menos medida con niños) junto con el otro perfil predominante: el de propietarios de avanzada edad, especialmente mujeres, que habían vivido aquí toda la vida, y que no se plantean salir ni siquiera en el momento en que se quedan solas, bien por enviudar, o bien por otro tipo de circunstancias familiares o simplemente por la mayor esperanza de vida de las mujeres. Sin embargo en los últimos 8 años aproximadamente hay un perfil de comprador nacional e internacional joven, entre 30 y 45 años, que buscan viviendas con encanto, luz y buena rehabilitación, predominantemente de dos dormitorios y dos baños.
También hay creciente interés por inversión en viviendas singulares; pisos con balcones, molduras originales, techos altos para destinar a alquiler temporal premium o pied-à-terre en el centro.
Si alguna pega podemos ponerle a la zona es el ruido y el bullicio, sobre todo en fin de semana, por lo que una de las mejores inversiones, especialmente a la hora de realizar una reforma, es apostar por cerramientos de alta calidad. Es el caso de esta vivienda de la imagen superior amplia (231 metros cuadrados) y luminosa en edificio clásico, en una de las calles más comerciales del barrio, con tres balcones y vistas espectaculares. Está a la venta por 2,1 millones de euros.
Como hemos visto en otras zonas del centro de Madrid, se valora mucho, especialmente por el comprador internacional, las viviendas ya reformadas. Muchas de ellas son segregaciones de antiguos pisos de grandes dimensiones convertidas hoy en apartamentos, perfectos para un pied à terre para familias con su principal residencia en otro destino, o para hijos de familias internacionales que se encuentran estudiando en Madrid. De ahí su interés que ha hecho que desde 2022 los precios hayan subido entre un 12% y 14 % cada año, y aunque encontremos en los portales generalistas un supuesto precio medio de 8.200 euros por m2, la realidad es que en el momento en que el comprador busca una propiedad reformada, que a la vez conserve la singularidad castiza, el precio por metro cuadrado no baja de 10.000 euros.
Para quienes buscan un lugar con carácter, donde la historia se mezcla con la modernidad y donde siempre hay algo nuevo por descubrir, Malasaña es, sin duda, una excelente opción, porque es un barrio con muchas caras que esperan ser exploradas en todos los momentos del día y de la noche.