Viajes que despiertan los sentidos: rutas gastronómicas
6 destinos en enclaves donde el buen gusto y la cocina local conviven en equilibrio natural.

Refugios contemporáneos, masías rehabilitadas, villas frente al mar o casas de campo que reinterpretan la tradición con una mirada actual. Todas comparten un mismo espíritu: estética cuidada, respeto por el entorno y proximidad a una oferta culinaria que seduce por su calidad y su arraigo al territorio.
Pensados para viajeros exigentes, estos lugares invitan a descubrir el territorio a través del paladar.
Un recorrido para quienes saben que viajar también es una forma de habitar y saborear el mundo.

Cantabria: sabor a mar y naturaleza en estado puro
Verde y sobria, serena pero intensa, esta región del norte de España revela su carácter en pequeños gestos: la bruma que se cuela al amanecer entre los prados, la piedra que resiste el tiempo, el mar que todo lo sugiere.

Te recomendamos alojarte en Casa de Mareas. El entorno, un bonito pueblo de origen medieval en el parque natural de las Marismas de Santoña y la casa un templo de confort pensada para la comodidad de sus ocupantes.
Construida en el s.XVI y rehabilitada con medidas de bienestar, tanto por sus medidas WELL como por su decoración, distribución de espacios, colores neutros y materiales naturales. Internamente son dos casas independientes que pueden conectarse o funcionar por separado. Cuenta con todas las comodidades necesarias para disfrutar en familia, con amigos o con tus compañeros de trabajo en un ambiente acogedor. Relájate en su jardín, donde podrás darte un baño reparador en su piscina.

La experiencia se completa al sentarse a la mesa. A tan solo unos minutos, el Cenador de Amós, del chef Jesús Sánchez, es más que un restaurante con tres estrellas Michelín: es un homenaje al producto local, a la memoria gustativa del territorio, interpretada con una elegancia sutil, sin excesos. Cada plato cuenta una historia que comienza en el entorno y termina en el paladar, dejando una huella imborrable.
Y si lo que apetece es algo más informal, pero igual de auténtico, basta con degustar una de las joyas gastronómicas del norte: la anchoa. En Santoña, su cuna indiscutible, este pequeño bocado adquiere una dimensión casi ritual. Degustarlas recién servidas, sobre pan crujiente o simplemente solas, es entender que lo excepcional a veces se presenta en las formas más sencillas.

Cantabria es así y en lugares como estos, el viaje no se recuerda por lo que se visita, sino por lo que se saborea.
Asturias: una tierra que se habita con los cinco sentidos
El corazón verde de España, donde cada rincón es una postal y cada momento, una aventura inolvidable.
Con una gastronomía que deleita los sentidos y una gente cálida y acogedora, Asturias invita a perderse en sus rincones pintorescos y a saborear la vida en cada bocado.

En una ubicación excepcional, brindando vistas panorámicas inigualables y enclavado en el corazón del Parque Natural Las Ubiñas, esta propiedad comprende varios edificios que son un ejemplo de la arquitectura palaciega rural asturiana. El interiorismo, el diseño y la distribución se asientan en la estética tradicional japonesa del Wabi-sabi, concentra su significado en la frase “sabiduría en la simplicidad natural” aplicándose en este caso para garantizar el bienestar de un alojamiento pensado al milímetro.

Para una experiencia gastronómica verdaderamente memorable, la visita al restaurante Casa Marcial, del chef Nacho Manzano (dos estrellas Michelín), es imprescindible. Ubicado en la aldea donde nació, este templo culinario combina tradición asturiana y sensibilidad contemporánea con una maestría desarmante. Cada plato es un homenaje al entorno: sofisticado en fondo, pero profundamente ligado a sus raíces.
La experiencia se completa cuando se recorre el territorio. Basta dejarse llevar por las carreteras secundarias para encontrar queserías artesanas, sidrerías centenarias y restaurantes que reinterpretan la cocina asturiana sin perder su esencia. Fabada, pitu de caleya, pescados del Cantábrico, arroz con leche… platos intensos, honestos, con producto de cercanía y técnica ancestral.

Prepara la maleta y tus ganas de aventura, porque Asturias te espera con los brazos abiertos y mil historias por contar.
Altea: luz mediterránea y cocina con sabor a costa
Altea conserva intacto ese carácter sereno que pocas localidades del Mediterráneo han sabido proteger: calles empedradas, fachadas encaladas, el azul profundo del mar como telón de fondo.
El sol brillante, las tardes largas, la playa, la montaña… La costa blanca, tan perfectamente dibujada en un mar de un color tan azul que parece de acuarela, para crear esos recuerdos con amigos y familiares y desconectar de la prisa diaria.

Con tres plantas, esta villa ofrece una amplia variedad de espacios con una atención cuidadosa al detalle. La luz que inunda cada una de las estancias da una sensación de amplitud y luminosidad, creando una atmósfera cálida y acogedora en toda la propiedad.
La terraza es un lugar especialmente encantador, con impresionantes vistas del mar que se extienden hasta el horizonte. Además, cuenta con un apartamento independiente junto a la piscina, que proporciona a los huéspedes aún más espacio y privacidad.

Entre las direcciones imprescindibles, Oustau de Altea es una referencia local desde hace más de 40 años. Ubicado en una antigua casa del casco histórico, este restaurante combina una propuesta de autor con raíces mediterráneas, materia prima impecable y una puesta en escena sobria, elegante. La terraza, entre muros de piedra y vegetación, es puro Mediterráneo: íntima, fresca, sincera.

Altea es una experiencia que se vive con los ojos abiertos y los pies descalzos. Una forma de lujo silencioso, donde arquitectura, entorno y sabor conviven con naturalidad. Sin pretensiones.
Cadaqués: arquitectura mediterránea y sabor a costa brava
En este rincón de la Costa Brava, la arquitectura se funde con el entorno, el mar dibuja los silencios y todo ocurre a otro ritmo. Más contemplativo. Más íntimo.

A escasos minutos del pueblo, esta finca mediterránea recupera la esencia de las casas de veraneo del Empordà, una visión espectacular del Cap de Creus.
Construida en los años 80, mantiene intacto el espíritu de aquella época y un característico estilo mediterráneo que ofrece a sus huéspedes la oportunidad de alojarse en uno de los balnearios más codiciados de la Costa Brava, en una casa llena de autenticidad y con impresionantes vistas al mar y a la montaña.
El rumor de las olas al fondo y el canto de los pájaros son los perfectos aliados para una estancia en calma. Una experiencia de reconexión con la naturaleza y perfecto lugar de inspiración. Un lugar de ensueño donde siempre es verano.

La experiencia continúa en la cocina. En la mesa, la tradición ampurdanesa se traduce en pescados de roca, arroces marineros, suquets de escórpora y vinos blancos con salinidad. En ese contexto, Compartir, el restaurante creado por tres ex jefes de cocina de El Bulli, propone una experiencia que mezcla técnica, producto local y una informalidad elegante que define muy bien el espíritu del lugar. Platos al centro, sabor limpio, ejecución precisa.

Cadaqués no necesita adornos: su belleza es innata, cruda y silenciosa. Y quien lo vive, lo guarda como un secreto.
Cádiz: campos abiertos y sabores con raíz andalusí
En lo alto de una colina blanca, mirando a los campos de Cádiz y con el océano insinuándose a lo lejos, Medina Sidonia conserva la herencia árabe, romana y barroca de la Baja Andalucía con una autenticidad que se siente en cada piedra. Es un lugar que respira historia y horizonte, donde el tiempo se ha detenido sin perder el pulso.

Entre mar y montaña en el Cádiz interior, esta casa de campo rodeada de naturaleza está pensada para el disfrute y la desconexión. Su ubicación en altura ofrece vistas impresionantes del horizonte y los paisajes, y su construcción garantiza la intimidad y el sosiego.
Destaca por la luminosidad, el colorido y un interiorismo de influencias andaluzas, marroquíes, portuguesas y francesas. Los muebles y la altura de techos logran un ambiente abierto y despejado que invita al bienestar. El mobiliario se compone de piezas de anticuario y toques campestres consiguiendo un resultado elegante y señorial.

La cocina de Medina Sidonia conserva la intensidad del sur: guisos con especias, productos de caza, atún rojo de almadraba, quesos de cabra payoya, vinos generosos y dulces de herencia morisca. En el restaurante La Vista de Medina, todo esto se traduce en platos que respetan la tradición con sensibilidad contemporánea, servidos en un entorno que mira al paisaje infinito. Es una cocina sincera, cálida, impregnada del carácter gaditano.

Dormir en esta casa, comer bajo la parra, sentir el sol seco de la campiña… es descubrir una Andalucía más íntima. Menos evidente, más honda. Y en esa hondura, encontrar algo esencial.
Galicia: costa salvaje y cocina atlántica sin artificios
En el extremo norte de Galicia, Ferrol se revela como un destino inesperado: auténtico, silencioso y profundamente ligado a su costa. Aquí no hay decorado, y es precisamente en esa honestidad donde reside su belleza.

En medio de una aldea típica gallega, en Doñinos (Ferrol) encontramos esta casa centenaria. Con un amplio jardín desde el que poder disfrutar de increíbles vistas al mar y a la característica laguna, además de un amplio espacio para relajarse rodeados de naturaleza.
Brisa atlántica en la piel, días cálidos sin prisa, el rumor del mar como banda sonora. Aquí, el verano es un susurro suave, un equilibrio perfecto entre sol y frescor. Despertar con el aroma a pinos y café recién hecho, pasear por senderos que llevan al mar, sentir la arena aún fresca al atardecer. En el norte, el lujo es este: la belleza natural, la calma, la autenticidad de un verano que se vive con los cinco sentidos. Desde la terraza y el jardín se contemplan bellas vistas hacia el mar a la vez que se percibe el olor de la brisa marina.

La cocina, como el paisaje, es intensa y sincera. Ferrol es mar y es tierra, y eso se traduce en platos de sabor profundo: mariscos recién salidos de la ría, empanadas caseras, caldos gallegos, pescados de roca y dulces que aún conservan recetas de abuela. En O Camiño do Inglés, el chef Dani López eleva ese imaginario culinario a una propuesta creativa, limpia y elegante. Galicia reinterpretada desde el respeto y la técnica.

Ferrol no compite por ser destino. Se queda en la memoria precisamente porque no lo pretende. Aquí, el lujo es el viento en la cara, el crujido de la madera vieja al abrir una puerta y un bocado de mar.
Dormir en casas que dialogan con su entorno, comer donde el producto tiene nombre propio, vivir al ritmo del territorio. En cada uno de estos refugios hay una manera de estar más cerca de lo esencial. No se trata solo de viajar, sino de afinar los sentidos. Escuchar. Probar. Mirar con otros ojos. Como quien no busca nada… y lo encuentra todo.