Arquitectura de autor entre árboles centenarios

Mosteirón es una de las zonas más apreciadas de Sada, un entorno residencial tranquilo situado a pocos minutos del centro urbano y muy bien comunicado con A Coruña y toda la comarca. Se caracteriza por su paisaje verde, sus amplias parcelas y un ambiente calmado que combina naturaleza, privacidad y proximidad a servicios. Rodeado de viviendas unifamiliares y caminos arbolados, Mosteirón ofrece un equilibrio perfecto entre vida rural y comodidad moderna: supermercados, colegios, marinas y playas se encuentran a muy poca distancia. Es una ubicación ideal para quienes buscan calidad de vida, espacios abiertos y un entorno familiar sin renunciar a la cercanía con la costa y los principales accesos de la zona.

La vivienda disfruta de orientación sur, la más valorada por su luminosidad constante a lo largo del día. Esta orientación garantiza estancias cálidas, soleadas y con una luz natural excepcional, creando espacios confortables y acogedores durante todo el año.

Destaca especialmente la distribución, sorprendentemente vigente y funcional aún hoy; el impecable estado de conservación; y la calidad de los materiales. La luz natural y las vistas al jardín están presentes en cada estancia gracias a las galerías que abrazan las fachadas principales y a los grandes ventanales diseñados por el arquitecto, reforzando la sensación de vivir en plena conexión con el entorno.

La propiedad se encuentra en un estado de conservación impecable, fruto de un mantenimiento continuo y cuidadoso a lo largo de los años. Los materiales nobles —piedra, madera y pizarra— presentan una excelente durabilidad, mientras que las instalaciones y acabados mantienen su funcionalidad y estética original. Cada estancia refleja el esmero con el que la vivienda ha sido preservada, ofreciendo una sensación de solidez, calidad y longevidad poco habitual en residencias de su época.

Esta casa representa una oportunidad de futuro. Su carácter único, la armonía de su arquitectura y la serenidad de su entorno la convierten en un bien escaso, de esos que se revalorizan no solo por mercado, sino por experiencia y autenticidad. Su amplitud, privacidad y belleza atemporal abren la puerta a múltiples posibilidades: desde un hogar para disfrutar con calma hasta un refugio para compartir, un espacio donde crear proyectos vitales o desarrollar estancias exclusivas con una demanda creciente en este tipo de propiedades. Aquí, la rentabilidad no se mide solo en cifras: también se mide en calidad de vida, en el valor emocional del espacio, en su capacidad para generar bienestar, inspiración y un modo de vivir que cada vez más personas buscan.