The Sibarist

Entrevista a Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa

Hablamos con Paredes Pedrosa, Premio Nacional de Arquitectura 2023, dos arquitectos que reivindican el valor de los oficios y la capacidad del espacio para provocar momentos excepcionales.

Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa en El Invernadero

Los arquitectos Ángela García de Paredes (Madrid, 1958) e Ignacio García Pedrosa (Madrid, 1957), fundadores del estudio Paredes Pedrosa Arquitectos, han sido distinguidos con el Premio Nacional de Arquitectura 2023. Este galardón corona una trayectoria marcada por el compromiso con la arquitectura pública, la sensibilidad por el espacio urbano y una mirada que conjuga modernidad y tradición.

Su mirada se dirige tanto hacia los arquitectos contemporáneos como hacia los del pasado, en especial del Renacimiento, de quienes extraen referencias y pautas para sus proyectos. Como ellos mismos afirman, “el espacio es algo tan silencioso como que es simplemente aire”.

Ambos trabajaron en el estudio de José María García de Paredes, padre de Ángela, quien influyó profundamente en su formación: “Nos enseñó una forma de ser arquitectos y nos transmitió el valor de contar con nombres de la arquitectura de otros tiempos y también de las diversas artes en las que nos apoyamos en cada proyecto”, afirman. 

Entre destacadas intervenciones en el patrimonio, se encuentran la restauración del edificio histórico del Banco de España, reconocida en la Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo 2018; la rehabilitación de la Villa Romana La Olmeda, galardonada con el Premio Eduardo Torroja de Arquitectura e Ingeniería 2016; la Biblioteca Pública del Estado en Ceuta, que integra un yacimiento meriní y fue finalista del Premio Aga Khan de Arquitectura 2016; y el Espacio Torner, situado en la Iglesia de San Pablo de Cuenca, distinguido con una Mención Especial Europa Nostra en 2008. 

En esta conversación, reflexionan sobre el valor del legado, la responsabilidad del arquitecto, el uso del espacio como herramienta social y sus proyectos más recientes. También comparten su visión sobre la sostenibilidad, la educación arquitectónica y los retos que enfrenta la disciplina en el siglo XXI.

¿Cómo se sintieron al recibir el Premio Nacional de Arquitectura? 

Recibir el Premio Nacional de Arquitectura ha sido una gran alegría y una satisfacción profunda, tanto en lo personal como en lo profesional. Más allá del reconocimiento individual, lo entendemos como un respaldo a una manera de hacer arquitectura, una forma de ejercer la profesión que hemos mantenido durante cuatro décadas. Es reconfortante pensar que desde el Ministerio y el jurado se ha valorado esa coherencia: una arquitectura pública, obtenida mediante concursos y destinada a edificios culturales, sociales y colectivos que son utilizados intensamente por la ciudadanía. Es una forma de compromiso con lo público que ha guiado nuestra trayectoria.

Auditorio de Lugo. Foto: Fernando Alda

Mirando hacia atrás, ¿cuáles que han sido los momentos o proyectos más significativos?

Es difícil elegir entre tantos, pero podríamos destacar el Teatro Valle-Inclán en Madrid como un punto clave. Fue fruto de un concurso público, se construyó y hoy sigue en uso con total vigencia, lo que es muy significativo. Es un teatro contemporáneo, versátil, no convencional, que responde a necesidades reales del momento en que se proyectó. También destacan la Biblioteca de Ceuta y la Biblioteca de Córdoba, ejemplos de cómo ha evolucionado el concepto de biblioteca: ya no son lugares estáticos de libros, sino espacios vivos, públicos y multifuncionales. Son proyectos que reflejan cómo entendemos la arquitectura: no solo en su forma, sino también en su contenido y en su uso.

Ignacio García Pedrosa ha señalado que “la arquitectura es inevitable y, una vez construida, forma parte de la realidad que habitamos”. ¿Cómo enfrentan esa gran responsabilidad al proyectar edificios como bibliotecas, ayuntamientos o escuelas?

La arquitectura tiene un impacto inevitable en el entorno. Cuando proyectamos, somos conscientes de esa responsabilidad, especialmente en edificios públicos. Son construcciones que pasan a formar parte de la ciudad y de la vida de las personas. Entendemos que la arquitectura no son solo los edificios, sino también los espacios que dejan a su alrededor: las plazas, los jardines, los vacíos urbanos. Siempre que podemos, buscamos que los edificios devuelvan algo a la ciudad, que generen espacios de encuentro, de sombra, de calidad urbana.

Banco de España. Foto: Fernando Alda

Ángela García de Paredes ha definido la arquitectura como “la bella arte más silenciosa”, capaz de resolver miles de cuestiones sin evidenciar el esfuerzo que implica. ¿Cómo logran ese equilibrio entre funcionalidad y belleza discreta?

Ese equilibrio se consigue con mucha atención al espacio. La arquitectura es, ante todo, un arte social: se hace para otros, con recursos que no son propios. Por eso, la funcionalidad es irrenunciable. Pero al mismo tiempo, buscamos que el espacio tenga esa belleza callada, derivada de la proporción, la luz, la relación entre alturas. La belleza no es añadida; nace del propio planteamiento espacial, del uso sensato de los materiales, de la luz natural y del respeto por el entorno. Es un bienestar intangible que se percibe cuando el espacio está bien resuelto.

Museo de Almería. Foto: Luis Asín

Muchos de sus proyectos tienen un marcado carácter público. ¿Cómo abordan esa dimensión social a la hora de diseñar espacios que forman parte de la escena urbana?

La arquitectura pública conlleva un compromiso social. Buscamos que los edificios aporten a la ciudad más que su propio uso. Por ejemplo, en Museo Arqueológico de Almería, liberamos espacio construyendo en altura para generar una plaza pública. En el Teatro Valle-Inclán, en Lavapiés, creamos una plaza de 400 metros cuadrados en una de las zonas más densas de Madrid. Siempre que es posible, usamos el proyecto como palanca para mejorar la ciudad, para devolverle espacio a la ciudadanía.

Han comentado que pertenecen a una generación afortunada, no solo por haber construido sus proyectos, sino por haberlos visto en uso. ¿Qué importancia tiene esta vivencia para ustedes y cómo influye en su trabajo?

Ver los edificios en uso es esencial. Uno de los mayores fracasos que puede tener un proyecto es no ser utilizado. Invertir recursos públicos en edificios que luego están vacíos o infrautilizados es lamentable. Por eso, nos sentimos afortunados: muchos de nuestros edificios –teatros, bibliotecas, viviendas sociales– están vivos, en funcionamiento, siendo habitados por la sociedad. Eso confirma que han cumplido su función y nos anima a seguir trabajando con responsabilidad.

Biblioteca Pública de Córdoba. Foto: Ronald Halbe

El legado es un concepto presente en su obra. En este sentido, ¿qué ideas o valores les interesa transmitir a través de su arquitectura?

El legado no es solo material. Tiene que ver con valores que la arquitectura ha sabido preservar a lo largo del tiempo: la calidad espacial, la lógica constructiva, el uso adecuado de los materiales. Apostamos por materiales locales, de cercanía, como ya lo hacían los arquitectos del pasado. No lo hacemos por moda, sino por sentido común, sostenibilidad y continuidad con una tradición bien entendida. Es un modo de proyectar que aspira a que los edificios perduren y sigan siendo útiles en el tiempo.

¿Quiénes han sido –o siguen siendo– sus grandes referentes en la arquitectura?

Venimos del Movimiento Moderno, una corriente que dio respuesta a los retos del siglo XX. Nuestros referentes son aquellos arquitectos que pensaron la arquitectura desde la modernidad, con un enfoque ético y funcional. Admiramos a quienes supieron integrar pensamiento y acción, forma y responsabilidad social. No se trata de imitar modelos, sino de aprender de su actitud ante los problemas contemporáneos.

Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa junto con Beatriz Fabián en un momento de la entrevista en El Invernadero

¿Qué papel juega la sostenibilidad en su proceso creativo y en el desarrollo de sus proyectos?

La sostenibilidad, más que una etiqueta, es una cuestión de sentido común. Volviendo al ejemplo de la Biblioteca de Córdoba, proyectamos para atenuar el calor extremo mediante sistemas pasivos: sombra, ventilación cruzada, muros gruesos, iluminación natural. Creemos que la arquitectura puede resolver muchos problemas ambientales con sus propios recursos, sin necesidad de sistemas mecánicos complejos. Es una sostenibilidad basada en la lógica constructiva y en el conocimiento del clima y del lugar.

¿Cómo perciben la evolución reciente de la arquitectura en España? ¿Qué lugar ocupa en el contexto internacional?

Percibimos una evolución muy positiva, especialmente en las generaciones jóvenes. Hay una arquitectura más esencial, más responsable, que huye de los excesos retóricos y se centra en la calidad del espacio, la sostenibilidad y la sinceridad constructiva. Se muestra lo que se construye, no se disfraza. Hay ejemplos muy interesantes, como el trabajo de H Arquitectes en Cataluña. Arquitectura sensata, con identidad, y que se está haciendo notar también fuera de nuestras fronteras.

Universidad infantil en Gandía Foto: Ronald Halbe

Desde su experiencia, ¿cuáles son los principales retos y oportunidades que enfrenta la arquitectura contemporánea?

El reto fundamental es la regeneración de las ciudades. Hoy vivimos en ciudades invivibles, saturadas por coches y asfalto, sin sombra ni espacios verdes. La arquitectura no debe centrarse solo en los edificios, sino en los vacíos entre ellos. Recuperar el espacio público es clave: plazas, patios, parques, calles habitables. Otro gran reto es la falta de vivienda: España necesita más de dos millones de viviendas. La arquitectura debe afrontar eso desde una visión metropolitana, planificada, sostenible.

Compaginan la práctica profesional con la docencia, la crítica y la investigación. ¿Qué consejos les darían a las nuevas generaciones de arquitectos?

El proyecto es una herramienta pedagógica poderosa. Animamos a los estudiantes a usar el proyecto para pensar, para transformar, para actuar con responsabilidad. No se trata de copiar modelos, sino de proponer soluciones nuevas y mejores. El futuro estará más ligado a la rehabilitación, a transformar lo existente, que a construir desde cero. Y eso requiere creatividad, conocimiento y compromiso social.

Banco de España. Foto: Fernando Alda

¿En qué proyectos están trabajando en estos momentos?

Estamos terminando espacios en el Banco de España, con una preciosa estructura restaurada. En construcción tenemos el Colegio Español en Rabat, un proyecto ambicioso del gobierno español, y una residencia asistida en Mallorca para personas con discapacidad, basada en hogares y no en pasillos hospitalarios. También estamos desarrollando el borde marítimo de Torrevieja, con un pequeño Museo del Mar y de la Sal y un anfiteatro al aire libre. Además, seguimos con proyectos en Sanxenxo (Galicia), como un umbráculo y parque junto al puerto.

¿Les queda algún sueño por alcanzar dentro de la profesión?

Nuestro principal deseo es terminar bien los proyectos en los que estamos trabajando, y que estos lleguen a buen puerto. Que no se dilaten durante décadas, como ocurrió con la Biblioteca de Córdoba, que tardó 18 años en realizarse. Con poder ver esos proyectos terminados, en uso y funcionando para la sociedad, nos sentimos satisfechos.

Ángela García de Paredes, Beatriz Fabián e Ignacio García Pedrosa en El Invernadero

Redacción: Beatriz Fabián

Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.

Fotógrafa: Nieves Díaz.

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