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Alberto Campo Baeza, el maestro de la luz

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El icono de la arquitectura Alberto Campo Baeza pronunció dos frases que merece la pena guardar para el recuerdo. La primera es que, “La luz construye el tiempo”. Un precepto que siempre ha sido así en la arquitectura, desde el óculo de la cúpula del Panteón de Roma, donde el paso de la luz por las paredes indica la hora, y con ella, el paso del tiempo. 

En las construcciones de este maestro de la arquitectura se percibe esta evocación. Los rayos de luz penetran las cajas de cristal, las vidrieras contra las paredes rectas, los huecos entre los muros firmes de hormigón, pero en seguida desaparecen y vuelven a aparecer, dejando constancia así del tránsito de las estaciones, de la vida en general. Ese Tempus fugit llevado a la arquitectura que tan bien refleja el trabajo de Campo Baeza.

La otra frase es que “La luz es el material más lujoso que existe”, y sin duda de este modo lo ha reflejado a lo largo de su trayectoria. A sus alumnos les exige que realicen maquetas para estudiar cómo la luz atraviesa y tensa el espacio.

Su hermano mayor, ingeniero industrial, le comentó que debía pasarse al 3D para trabajar, a lo que él contestó que en un ordenador no puedes ver la luz pasar. “La luz no es una cosa misteriosa, sino física, con unas leyes que un arquitecto debe conocer”, afirmó.

En España, fue reconocido en 2020 como Premio Nacional de Arquitectura, promovido por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. El jurado, reunido de manera virtual, destacó del galardonado “la coherencia de su trayectoria profesional, su independencia creativa y su labor docente de toda una vida dedicada a formar distintas generaciones de arquitectos que han encontrado en su trabajo una fuente de inspiración”.

La obra de Campo Baeza es pausada, contenida y aunque carece de artificios, aunque sobre todo sobresale en que sus casas logran aunar belleza junto a los elementos necesarios para ser habitadas. Sus cubos blancos y transparentes con la luz como elemento imprescindible y constructivo, revolucionaron la escena arquitectónica de hace dos décadas en España.

A continuación, en The Sibarist repasamos tres de nuestras construcciones favoritas de este referente de la arquitectura española contemporánea, tanto a nivel nacional como internacional, y que definen a la perfección su línea estilística: Casa de Blas, Casa del Infinito y Casa Olnick Spanu.

CASA DE BLAS

Cuando uno ve Casa de Blas comprende que se trata de un elogio a lo esencial. Como una destilación de lo más sustancial de la arquitectura, esta construcción es prototipo absoluto de la sencillez, y logra demostrar que, por paradójico que parezca, a veces restar, efectivamente, añade.

La perfección platónica de esa cajita transparente, colmo de ligereza, cubierta delicadamente con una sencilla estructura de acero pintada de blanco y sostenida sobre un podio de hormigón, no puede sino asombrarnos.

En lo alto de una colina al Suroeste de Madrid con espléndidas vistas a la Sierra de Gredos, se asienta esta villa, sin duda uno de los trabajos de Alberto Campo Baeza más poderosos, cuyo nombre fue concebido en honor a su primer propietario

Concebida por muchos como la casa canon de este maestro de la arquitectura, The Sibarist ofrece la oportunidad de realizar rodajes y sesiones de fotos en la Casa de Blas.

El propio arquitecto la define como una respuesta al lugar en el que se asienta. El acero y el vidrio que coronan la estructura, prácticamente pasan desapercibidos en el entorno natural circundante. En total, la casa cuenta con 330 metros cuadrados, que se adaptan a un desnivel de 15 metros de altura, construidos sobre una parcela de 3.800 metros cuadrados. ​​

La parte superior de la vivienda está concebida como una urna, un mirador simétrico ante el cual la colina, los árboles y el contorno lejano de las montañas, se abren para ser contemplados desde su amplia terraza que termina en una piscina. ​​Abajo, la cueva como espacio para el refugio, una metáfora de la serenidad racional que amarra al suelo los proyectos.

Fotografía de Rebeca Patillas.

CASA DEL INFINITO 

En Cádiz, al borde de las aguas que separan el continente europeo con el africano, se encuentra la Casa del Infinito, en palabras del propio Campo Baeza, “la obra más radical que jamás hemos hecho”

No es para menos, ya que la construcción se diseñó con el objetivo de dar énfasis a la sensación de continuidad frente al mar infinito. Por ello, la vivienda se levanta como un podio coronado por un plano horizontal superior, en travertino romano, emplazada en la arena como si fuese una gran caja de 20 metros de frente y 36 metros de fondo. 

En la azotea, una piscina de diseño minimalista ofrece un espacio de baño adicional. Por debajo de los primeros 12 metros se desarrolla el espacio habitable en dos plantas excavadas en la piedra, material que domina la estructura hasta el muro de entrada que separa la parcela de la calle, infundiendo un sentido de solidez perenne. Un auténtico tesoro con el océano Atlántico como escenario, donde la historia se proyecta hacia la modernidad. 

DR

CASA OLNICK SPANU

En un impresionante paraje junto al río Hudson, se construyó la Casa Olnick con la intención de realzarlo. Un lugar donde los atardeceres son de mil colores cuando el agua se rompe en reflejos y reina la calma tras la lluvia y la niebla. Es allí donde Campo Baeza construyó una gran caja de recias paredes de hormigón que acentúan su relación con la tierra. 

Esta construcción sobre la plataforma asemeja una gran mesa con diez patas. Se crean en ella tres áreas divididas por dos cajas blancas en el interior que no llegan al techo y que contienen escaleras y servicios. El espacio central es el de estar y el comedor con una gran mesa blanca. A un lado, más cerca de la piscina está la cocina y al otro lado, la zona de la chimenea. En definitiva, una vez más, la cabaña sobre la cueva. 

 

Fotografía de Javier Callejas.
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