Entrevista a Héctor Serrano
Hablamos con el creador valenciano, Premio Nacional de Diseño 2024, que celebra los 25 años de trayectoria, dos motivos por los que es protagonista de una completa retrospectiva abierta en Matadero Madrid hasta el 20 de abril.

Héctor Serrano es un diseñador multifacético, capaz de abordar una amplia variedad de disciplinas dentro del diseño, desde productos y mobiliario a proyectos más conceptuales y vanguardistas. Versátil y comprometido con el cambio social y ambiental, aborda sus proyectos desde una perspectiva innovadora y abierta, siempre buscando explorar nuevas posibilidades dentro del diseño.
Así queda patente, al recorrer la exposición Héctor Serrano: El viaje entremedias 25 años conectando, comisariada por Tachy Mora y promovida por DIMAD dentro de Madrid Design Festival, abierta hasta el 20 de abril en Matadero Madrid. Entre los proyectos más destacados, se puede ver desde el diseño de un cepillo de dientes, a una lámpara que flota en el agua, a juegos didácticos para pequeños y mayores a un autobús conceptual que, aún en proceso de prototipado, cuestiona y explora el futuro de la movilidad y el transporte.
Además, ha trabajado en instalaciones para festivales de música como Coachella y presentado propuestas innovadoras que emplean tecnologías como la realidad aumentada. Serrano también se ha involucrado en un proyecto muy especial denominado Raíces, creado después de la tragedia de la DANA y que ha consistido en recolectar raíces arrastradas hasta las playas de Valencia, para convertirlas en piezas de diseño. Esta iniciativa trasciende el enfoque estético, al estar ligado a una causa benéfica y de concienciación sobre el impacto del cambio climático.

Te ha concedido el Premio Nacional de Diseño 2024 y, además, celebras 25 años de trayectoria, lo cual es doble motivo para la retrospectiva. ¿Cuáles han sido los hitos que han marcado tu carrera?
Probablemente, el primero fue la lámpara Superpatata con la que gané el Peugeot Design Award, el primer premio nada más graduarme en la Royal College of Art de Londres, y uno de los concursos más grandes y prestigiosos entonces. Salió en la portada de The Guardian, lo que me permitió comenzar a darme a conocer. Recuerdo que una vez, caminando por la calle, una señora me dijo: “Tu cara me suena”, y esto fue uno de mis primeros momentos de reconocimiento.
En el mismo último año de estudios, también diseñé el botijo La Siesta, con Alberto y Raky Martínez, que fue uno de los primeros productos fabricado por una empresa, La Mediterránea, ya desaparecida (ahora lo edita Diabla del Grupo Gandia Blasco). A partir de ahí, la carrera fue avanzando poco a poco. No hubo un momento de revelación inmediata, sino que fue un trabajo constante, un proceso de largo plazo. Los proyectos fueron surgiendo de manera gradual, como el caso del autobús de Londres. Aunque no ganamos el premio en ese momento, ya que lo ganó Foster & Partners con Aston Martin, fue clave después.
Además de esto, lo que valoro es haber mantenido relaciones a largo plazo con diversas empresas. Aunque no todos los proyectos han sido mediáticos o ampliamente celebrados, son colaboraciones importantes, de largo recorrido. Por ejemplo, comencé a trabajar con la empresa A-Emotional Light en la lámpara V, un producto que sigue vendiéndose hoy en día. Llevo más de 20 años trabajando con ellos, lo que, aunque no sea un hito, sí es un ejemplo de cómo se establecen relaciones duraderas con clientes.
Por último, lo más reciente es el diseño para la empresa Faro, de Tierra, Mar y Aire, que también ha sido relevante en mi trayectoria. Y, por supuesto, el Premio Nacional de Diseño 2024.

¿Por qué recomiendas visitar la exposición al público general?
Creo que es una excelente oportunidad para entender lo que hace un diseñador, porque mostramos una gran variedad de productos. Verán que un diseñador es capaz de abordar todo tipo de objetos y proyectos, no solo productos, sino también instalaciones, exposiciones, y diseño de espacios. La exposición es un abanico de muchas tipologías y procesos distintos.
Además, la forma en que está organizada la exposición es clave. No solo se muestra el resultado final, sino también el proceso detrás de cada proyecto. Queremos que los visitantes comprendan el pensamiento y las decisiones que se toman desde el inicio hasta el final del proceso de diseño. Es como un viaje, un recorrido por todo el proceso creativo.
¿Qué ha significado para ti la concesión del Premio Nacional de Diseño?
Representa un paso importante y es, sin duda, uno de los mayores reconocimientos a nivel nacional que puedes recibir. Es como un sello que valida tu trayectoria y tu trabajo, respaldando tu credibilidad, especialmente cuando hablas con clientes, futuros colaboradores o incluso otras empresas.
Tus diseños tienen eso que llamas ‘ingrediente inesperado’, ¿explícanos qué es y por qué está tan presente siempre?
Este concepto es algo que, en realidad, nace en nuestro estudio. No tenemos un estilo formal, no seguimos una línea estética específica ni repetimos patrones en cuanto a formas o curvas. Sin embargo, al mirar atrás y analizar los proyectos, sí notas que existe una manera particular de abordar los proyectos, una forma de entenderlos y un proceso que, aunque puede variar en cada uno, se repite de alguna manera a lo largo del tiempo.
Estas fórmulas que utilizamos en el estudio tienen como base la ‘familiaridad’. Nos gusta jugar con la memoria colectiva que tenemos de los objetos y cómo los percibimos. Ese imaginario colectivo es parte de lo que tratamos de explorar y traer al diseño, creando algo que, a pesar de ser novedoso, tenga una conexión emocional y una cierta familiaridad con el público.
A mí me gusta la idea de tomar algo muy familiar y transformarlo en algo nuevo. Es como cuando conoces a una persona y, al principio, sientes una conexión, una sintonía. Y luego, con el tiempo, esa persona te sorprende con algo nuevo que no esperabas. Ese es el ‘ingrediente inesperado’. Es una forma de innovar, de darle un giro a lo familiar y convertirlo en algo sorprendente y fresco.

¿Ese ingrediente varía en cada proyecto?
Sí, depende del proyecto. En algunos casos, puede ser el material que se utiliza, en otros el contexto o incluso la inspiración que da forma a la idea. Cada proyecto tiene su propia característica, pero sí existe una línea continua. Por ejemplo, en el caso de la Superpatata, que es blanda y tiene una forma inesperada, o La Siesta, que no tiene la forma tradicional de un botijo, sino que se asemeja más a una botella de plástico. Son proyectos que proponen algo diferente a lo esperado, y en ese sentido, busco generar una sorpresa o una reacción en la persona que los observa o los usa.
¿Lo ves como un juego o un desafío para el interlocutor?
En algunos proyectos, sí, hay un aspecto lúdico mucho más evidente, pero no siempre es algo intencionado. A veces la inspiración parte de la idea de crear algo lúdico, y eso se refleja en el objeto. Pero en otros proyectos, el componente lúdico no es tan visible o prominente. Creo que depende mucho de la idea y la motivación detrás de cada diseño.

¿Hay un lenguaje formal característico en tu trabajo?
Creo que no hay un lenguaje formal tan claramente definido y fácil de identificar. Más bien, lo que predomina es la idea detrás del objeto, más que su forma o estética. Es una idea que se manifiesta en el producto, pero no necesariamente en un estilo visual o en una estética muy marcada. Eso es algo que está más detrás, en el concepto del objeto, que en la forma misma.
La sensibilidad y el compromiso con el medio ambiente son puntos comunes en muchos de tus diseños, ¿cómo se refleja esto en tu trabajo más reciente?
Un ejemplo claro y actual de este compromiso es el diseño de las lámparas para Faro Barcelona, bajo la colección Tierra, Mar y Aire. Estas lámparas están hechas con bioplásticos y plásticos 100% reciclados y reciclables, redes de pesca y un material derivado de la celulosa, y se producen mediante tecnología de impresión 3D. El uso de estos materiales no solo tiene en cuenta la sostenibilidad, sino también la posibilidad de producirlas de forma más local, reduciendo la huella de carbono.
La tecnología 3D nos permite producir de manera más eficiente y local. A diferencia de las fábricas tradicionales, que requieren de grandes espacios y moldes para producir a gran escala, con la impresión 3D podemos fabricar bajo demanda, sin necesidad de almacenar grandes cantidades de inventario. Además, la maquinaria que usamos, como los brazos robóticos, es mucho más compacta y adaptable a diferentes entornos de producción. Esto facilita que podamos producir más cerca del consumidor, ahora mismo se están fabricando en Madrid, Barcelona y estamos pensando, incluso, que se hagan en otras ciudades del mundo, sin tener que depender del transporte masivo.

¿Cómo afecta esto al modelo de producción tradicional?
El modelo tradicional de producción en masa busca abaratar costos a través de la producción a gran escala, haciendo miles de unidades con moldes, lo que reduce el coste por unidad. Sin embargo, con la impresión 3D, la producción es más lenta, ya que se produce una unidad a la vez, pero no tiene los costos asociados a los moldes. Es como una mezcla entre la artesanía y la tecnología digital. Esto permite crear productos hechos a medida, adaptados al cliente, lo que les da un carácter único y personalizado. La clave es que esta forma de impresión se ha venido haciendo para crear prototipos, pero, en este caso, obtienes ya el producto final.

¿Es fácil encontrar esta tecnología en el mercado?
Hace unos años, esta tecnología no estaba tan disponible, pero hoy en día ya se ha hecho más común. Los brazos robóticos que usamos son los mismos que se emplean en la industria automotriz, y lo que hemos hecho es adaptarlos con inyectores especializados y un software propio para poder imprimir en 3D. Hoy en día, esta tecnología es más accesible y se está desarrollando rápidamente para hacerla más estándar y accesible. Además, los materiales con los que imprimimos, como los plásticos reciclados o las redes de pesca, están cada vez más disponibles.
¿Qué representan los materiales que usas en los diseños de Tierra, Mar y Aire?
Cada una de estas lámparas tiene un mensaje relacionado con la sostenibilidad. Las de Tierra están hechas de plásticos reciclables, lo que resalta la importancia de pensar en el reciclaje y el uso responsable de los recursos. Mar está relacionada con las redes de pesca, que representan una de las mayores fuentes de contaminación en los océanos, con un 360% del plástico encontrado en el mar proveniente de estas redes. Y Aire utiliza plásticos reciclados de botellas de agua, haciendo un llamamiento a la necesidad de reciclar más, ya que solo un 10% del plástico en el mundo se recicla correctamente.
Su diseño hace referencia a la naturaleza, como las burbujas, los erizos y los nidos de abeja, lo que da lugar a formas orgánicas que evocan la relación entre el ser humano, la naturaleza y la tecnología. El uso de colores como el miel y tonos terrosos también refuerza este vínculo con la tierra.

Tu trabajo abarca una gran variedad de productos: cepillos de dientes, juegos para desarrollar la inteligencia, lámparas, cucharas, objetos de cocina, e incluso un autobús. ¿Por qué decides no limitarte a un solo ámbito?
Me atrae mucho la idea de aprender y enfrentarme al reto de proyectos nuevos. No quiero quedarme atrapado haciendo siempre lo mismo, con la misma tipología de productos. La variedad en los proyectos me permite explorar diferentes enfoques y mantenerme creativo. Al principio, me encasillaron un poco como diseñador de lámparas, lo cual no era lo que quería. Aunque empecé con lámparas, como la lámpara Waterproof para Metalarte, que me abrió muchas puertas, siempre he querido diversificarme. La innovación es clave, y he intentado no limitarme a una sola disciplina.

¿No te sientes limitado al ser asociado solo con un tipo de producto, como las lámparas?
Exactamente. Aunque mi primer gran éxito fue con lámparas, la idea de ser etiquetado solo como diseñador de lámparas no me atraía. Es importante tener una visión amplia y no caer en la rutina de hacer siempre lo mismo. Los diseñadores, en mi opinión, tenemos la capacidad de aprender de muchas disciplinas y procesos. Puede que no sea un experto en un solo campo, pero mi experiencia me da una comprensión global de los procesos y me permite extrapolar ideas de un ámbito a otro. Esto puede generar soluciones inesperadas en un proyecto, lo cual creo que es parte de la creatividad.

¿Cada proyecto tiene sus propios desafíos técnicos y requiere conocimientos específicos?
Sí, cada proyecto es único y trae sus propias dificultades. Por ejemplo, con la colección para Mobiliario, el proceso fue muy largo debido a la complejidad y la inversión necesaria para crear piezas grandes. El desafío es que, aunque la creatividad y la visión general son fundamentales, también es crucial tener especialistas que ayuden a llevar esas ideas a la realidad. En este caso, fue necesario trabajar estrechamente con la oficina técnica de Mobiliario para asegurar que las piezas pudieran industrializarse correctamente. En proyectos así, se requiere un conocimiento técnico muy específico de los procesos industriales.

¿Entonces, necesitas la colaboración de especialistas para llevar a cabo ciertos proyectos?
Sí, definitivamente. La creatividad y el concepto inicial son solo una parte del proceso. Cuando se trata de llevar una idea a la producción, es fundamental contar con expertos en cada área. Esto asegura que lo que propusimos en el diseño se pueda materializar de manera efectiva, sin perder la esencia del proyecto. Cada pieza, dependiendo de su complejidad, necesita un enfoque especializado para garantizar que se cumplan los estándares técnicos y de calidad.

La exposición de Matadero concluye con una micro-exposición muy especial llamada Raíces. ¿Qué nos puedes contar sobre este proyecto?
Raíces es una colección de 85 floreros hechos a partir de raíces recogidas de las playas de Valencia tras el paso devastador de la DANA. Esas raíces, que inicialmente parecían ramas, se convirtieron en los materiales con los que trabajamos. Nos dedicamos a recogerlas de las playas, desde el sur de Valencia hasta 40 km más allá y lo que más me impactó fue ver la fuerza del agua y cómo todo este material natural se acumulaba en las costas. La exposición muestra cada florero con el nombre de las localidades y pedanías de Valencia afectadas.
Cada florero es único, ya que cada raíz tiene su propio lenguaje y forma y esto también tiene un componente benéfico, ya que las ventas de esta colección se destinan a financiar proyectos de agricultura familiar en áreas afectadas por las tormentas, como la zona de Sot de Chera. Aunque las cantidades recaudadas no son enormes, el principal objetivo es poner el foco sobre la problemática y crear conciencia.
Lo que ocurrió en Valencia fue devastador, y todavía hay muchas personas que viven en condiciones precarias, como en Paiporta, donde las casas cercanas al barranco se están derrumbando. Muchas personas siguen sin tener acceso a servicios básicos, como la educación, debido a los daños. Además, este proyecto también tiene una visión global: poner en evidencia el cambio climático y cómo nuestras acciones están destruyendo el planeta. No es solo una cuestión de proteger el medioambiente, se trata de salvarnos a nosotros mismos.
Sobre el impacto del cambio climático y las soluciones
El problema es mucho más complejo de lo que parece. No hay una solución fácil, pero una de las fuerzas más poderosas que tenemos es como consumidores. Si los consumidores exigen productos sostenibles, las empresas tienen que adaptarse. En realidad, ya lo están haciendo, pero no porque haya una buena voluntad por parte de todos, sino porque el mercado lo está exigiendo. Muchas empresas que antes vendían productos con plásticos desechables han tenido que cambiar.
Es necesario que todos, como sociedad, presionemos para conseguir políticas más eficaces y que las empresas se adapten a un modelo más sostenible. Al final, el consumidor tiene mucho poder, y ese poder puede generar un gran cambio, tanto a nivel de políticas como de prácticas empresariales.

¿Cómo ves el futuro del diseño?
El futuro del diseño, especialmente con la perspectiva del cambio climático, es un campo interesante y lleno de potencial. Es una herramienta poderosa, pero no es la única solución. Es una parte de un esfuerzo colectivo que involucra a diversas industrias y disciplinas. No puede por sí solo salvar el mundo, pero sí puede contribuir a generar un impacto positivo, especialmente si se aplica de manera ética y responsable.
El diseño tiene un futuro prometedor porque, al final, es una cuestión de criterio. El diseño no solo es creación de productos o espacios; es una toma de decisiones constante. Aunque la inteligencia artificial puede ayudar en la automatización y en ofrecer soluciones rápidas, la verdadera magia del diseño está en el criterio humano. La capacidad de decidir qué es lo correcto, lo adecuado, lo que tiene sentido desde un punto de vista ético, social y medioambiental, es algo que no puede reemplazar la tecnología.
El diseñador tiene un papel fundamental no solo en el ámbito de los productos o el diseño de espacios, sino también en la creación de servicios, experiencias y soluciones más amplias. La toma de decisiones basada en un enfoque consciente y responsable es clave, y es ahí donde el diseñador tiene mucho que ofrecer. Así que, aunque el futuro del diseño se enfrentará a desafíos como el cambio climático, la sostenibilidad y la rápida evolución tecnológica, sigue siendo una disciplina con un futuro brillante si se orienta hacia el impacto positivo y la innovación responsable.

Desarrollas también una labor educativa, ¿qué les recomiendas a los futuros diseñadores?
No creo que haya una fórmula mágica, pero sí que lo más importante es que te guste lo que haces. Es fundamental encontrar lo que realmente te motiva y te apasiona. En mi caso, al principio, traté de explorar diferentes áreas y probar muchas cosas. Creo que es una buena estrategia para saber hacia dónde quieres orientar tu carrera. Una vez que tienes una idea más clara de lo que te interesa, es cuando puedes profundizar más en ese camino y empezar a especializarte.

Háblanos de Borealis, otra de tus áreas de trabajo.
Primero hicimos una instalación para la firma Roca, que nos abrió la puerta a los festivales de música. Participamos en el festival Coachella y seguimos haciendo instalaciones porque son proyectos muy atractivos y nos permiten explorar nuevas formas de arte, de experiencias, y hacerlo con un enfoque distinto.
Uno de los últimos proyectos es, por ejemplo, el árbol de Navidad en Barcelona, con realidad aumentada. Lo interesante es que, aunque las esferas físicas estaban en el árbol, con el móvil lo que veías era toda la plaza llena de esas esferas virtuales, creando un impacto visual sin afectar tanto el espacio.

¿En qué punto está el autobús? ¿Están haciendo el prototipo, no?
Estamos trabajando en las fases iniciales del diseño y prototipado. El proceso de diseñar un autobús es complicado porque afecta a todo el proceso productivo de la industria. Ahora mismo también estamos trabajando en otro autobús, pero este sí será comercial, a diferencia del concepto anterior, que es una idea más experimental.
Horizonte será autónomo, sin conductor, y más centrado en la tecnología y la sostenibilidad. Es un concepto similar al que hacen las marcas de coches en los salones del automóvil, cuando presentan un coche conceptual que no tiene la intención de salir a la calle, pero que sirve para mostrar hacia dónde va la innovación y el futuro. En este caso, el autobús no está destinado a ser una producción en masa, sino a cuestionar el futuro de los transportes.
¿Un sueño que te gustaría ver cumplido?
Aunque no tiene mucho que ver con el trabajo, sería poder pasar más tiempo con mi familia. Me gusta mucho surfear y me gustaría disfrutar más de esos momentos con mis hijos, que también lo disfrutan. También, viajar más con mi mujer, aunque ella no está tan interesada en surfear, pero al final lo importante es pasar tiempo de calidad con los seres queridos. El tiempo es lo más valioso en la vida, así que intentaré aprovecharlo al máximo. Últimamente, no sé, parece que es un poco más difícil, pero mi objetivo es seguir encontrando tiempo para lo que realmente importa.

Redacción: Beatriz Fabián
Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.