La fragua de Sebín
Una oda moderna a la cercanía de los orígenes.
Basta un bocado de cualquier plato de La fragua de Sebín para comprender que, tras sus detalles vanguardistas, se encuentra un restaurante de toda la vida. A fin de cuentas, su padre, el Sebín, que ya era toda una referencia en la zona de Malasaña, abrió sus puertas en los años sesenta. El tiempo pasa y no para. Pero Rafael y José Antonio Barrio, mantienen su esencia para seguir ofreciendo un increíble producto y gastronomía local con un giro moderno.
Comenzamos con una ensalada de tomate, con ventresca de atún y cebolla morada. Una combinación tan sencilla y convencional, como imbatible debido a la calidad del producto. Continuamos con unas zamburiñas a la plancha coronadas con copetín de cebolla caramelizada y jamón, y un rabo de toro al estilo tradicional, con su correspondiente guarnición de arroz.
De entonces aprendieron el valor de la cocina tradicional, del punto justo del guiso, del toque preciso de sal y de la cerveza bien tirada. Aunque también el conocimiento de un medio cambiante que ha tenido en Malasaña su punto de ebullición, en perpetuo movimiento hacia la innovación.
El tiempo pasa y no para. Pero Rafael y José Antonio Barrio, mantienen su esencia para seguir ofreciendo un increíble producto y gastronomía local con un giro moderno.
Un espacio para celebrar la vida pausada, la materia prima, a la proximidad y a la vuelta a las raíces. Ellos mismos explican que si quieres ser universal has de conocer lo que tienes más cerca y lo llevan a raja tabla. Esta oda a la cercanía en su carta es lo que más nos llama la atención al sentarnos en su comedor de ladrillo visto.
Comenzamos con una ensalada de tomate, con ventresca de atún y cebolla morada. Una combinación tan sencilla y convencional, como imbatible debido a la calidad del producto. Continuamos con unas zamburiñas a la plancha coronadas con copetín de cebolla caramelizada y jamón, y un rabo de toro al estilo tradicional, con su correspondiente guarnición de arroz. Aunque sin duda nuestro plato favorito fue el pulpo a la brasa reintentado helado de mostaza y wasabi regado con aceite de oliva virgen.
Un espacio para celebrar la vida pausada, la materia prima, a la proximidad y a la vuelta a las raíces. Ellos mismos explican que si quieres ser universal has de conocer lo que tienes más cerca y lo llevan a raja tabla. Esta oda a la cercanía en su carta es lo que más nos llama la atención al sentarnos en su comedor de ladrillo visto.
Fieles a su filosofía, en su carta de vinos adquieren especial relevancia los tintos y los blancos con las Denominaciones de Origen Rioja y Ribera del Duero, así como la D.O. Rueda, Somontano o Toro.
Aunque sin duda nuestro plato favorito fue el pulpo a la brasa reintentado helado de mostaza y wasabi regado con aceite de oliva virgen.
Nosotros nos decidimos por Habla del silencio, un vino tinto, de gusto potente, con abundantes notas frutales. Para finalizar el banquete, la nota dulce la puso un helado de pistacho y la tarta de queso con natillas. Todo casero. El huerto, el mar y la mesa, siempre cercanos en La fragua de Sebín, donde se proponen reivindicar el equilibrio medioambiental, a a la vez que reinventan el sabor de lo tradicional.
El huerto, el mar y la mesa, siempre cercanos en La fragua de Sebín, donde se proponen reivindicar el equilibrio medioambiental, a a la vez que reinventan el sabor de lo tradicional.
Calle del Divino Pastor, 21, Madrid