Los mejores bocados de Madrid en el barrio de Las Letras
Descubre la esencia del barrio de Las Letras a través de una ruta gastronómica que recorre cinco lugares icónicos donde cada plato cuenta una historia de Madrid. Un paseo entre aromas y sabores que celebran la historia y la diversidad culinaria de la ciudad.
Madrid amanece diferente cuando se camina sin prisa. Las calles del barrio de Las Letras, impregnadas de historia y vida, se despiertan con el rumor de los primeros cafés, el murmullo de las terrazas y el aroma a pan recién hecho que escapa de las esquinas. Aquí, donde convivieron Cervantes y Lope, hoy lo hacen cocineros, taberneros y curiosos que encuentran en cada bocado una forma de narrar la ciudad.
Salir a descubrir sus sabores es una experiencia que va más allá de comer: es vivir Madrid desde el paladar, recorrer su carácter y su historia copa en mano. En esta ruta proponemos un paseo de mañana para detenerse en cinco lugares icónicos donde cada plato cuenta algo de lo que es esta ciudad.
La ruta de hoy comienza en una taberna centenaria y termina con un postre que sabe a Mediterráneo y nostalgia. Entre ambas, una sucesión de bocados y copas que celebran la diversidad culinaria de este barrio que está en pleno auge.
La Casa del Abuelo: clásicos que siguen vivos
Empezamos con un clásico que no necesita presentación. En La Casa del Abuelo, las gambas al ajillo chisporrotean en cazuelas de barro, liberando un perfume inconfundible a ajo y mar. Es Madrid en estado puro, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Un godello bien frío se convierte en el compañero ideal: fresco, salino y con esa elegancia gallega que equilibra la intensidad del plato.
Askuabarra. Un guiño al Madrid de hoy
A pocas calles, Askuabarra reinterpreta la tradición con una mirada divertida y actual. Sus patatas bravas son pura chispa madrileña: doradas, crujientes, con una salsa que juega entre lo picante y lo elegante. Una copa de verdejo aporta notas cítricas y florales, aligerando el fuego y prolongando el placer. Aquí, cada bocado invita a brindar y seguir la ruta.
Chuka Ramen Bar. Viajar sin pasaporte
El viaje se vuelve cosmopolita en Chuka Ramen Bar, donde la cocina asiática se mezcla con el producto local. El falso nigiri de vaca madurada con mayonesa de chipotle es pura fusión: intenso, cremoso, vibrante. Lo maridamos con un Mencía, con cuerpo y mineralidad. Un alto en el camino para explorar el Madrid más mestizo.
Triciclo. Un viaje de sabores
En Triciclo, la creatividad se sirve en platos que son pequeños viajes sensoriales. La gamba shiso y el ceviche de mango se equilibran entre lo dulce y lo ácido, lo marino y lo tropical. El vino de Mallorca, fresco y aromático, acompaña con sutileza. Una parada que recuerda que la cocina madrileña actual también es curiosidad, apertura y respeto por el producto.
La Esperanza. El suspiro del postre perfecto
Terminamos en La Esperanza. Su tosta de helado de chocolate con AOVE, sal y naranja es un final perfecto: contraste de texturas, temperatura y emoción. Un postre que, como el barrio, combina lo clásico con lo inesperado. Cada bocado deja una sensación de cierre suave, de domingo eterno.