Menorca, secretos por descubrir
Te proponemos unas vacaciones de ensueño y desconexión en Menorca. Una isla balear cuyas playas tienen poco o nada que envidiar a las más icónicas del mundo.
Durante mi visita a Madrid Fusión, feria de gastronomía y turismo celebrada a principios de febrero, pude disfrutar de las propuestas más interesantes que España, en su totalidad, tiene para ofrecer. Entre deliciosos bocados y catas de vinos, hubo algo que llamó mi atención por encima de todo. Un pequeño stand, ubicado cerca de la entrada, donde un extrovertido cocinero, con más labia que habilidad, pregonaba las bondades de la cocina menorquina desde su micrófono.
Nada fuera de lo común, pensará el amable lector. Pero lo que me hizo girarme fue el gigantesco cartel que anunciaba la receta de la mahonesa. Sí, amigos, la isla presume de haber inventado la receta de esta icónica salsa que, según palabras del cocinero, “fue robada por los franceses durante la invasión de la isla en 1756”. Lo curioso del caso es que existen, de hecho, manuscritos que datan de 1750 que confirman que el invento fue patrio.
Polémicas culinarias al margen, lo cierto es que Menorca sigue siendo un paraíso terrenal ubicado más cerca de lo que pensamos. Una isla repleta de playas de arena blanca, aguas cristalinas y lugares por descubrir. Un destino que tiene mucho que ofrecer a sus visitantes, desde su naturaleza prístina, hasta su rica cultura y gastronomía.
El ‘Caribe español’
Si hay algo que genera más polémica que los orígenes de la mahonesa es cuál es el auténtico ‘Caribe español’. Aquí compiten especialmente dos islas baleares: la salvaje Formentera y la carismática Menorca.
Y es que una de las principales razones por las que los viajeros acuden a Menorca son sus playas. La isla cuenta con más de 100, cada una con su propia personalidad y belleza única. Las más populares son Cala Macarella y Cala Mitjana. Dos lugares donde el agua cristalina y la arena blanca evocan directamente la odiosa comparación con el Caribe.
También hay opciones para los aventureros, como Cala Pregonda. Una playa más tranquila, donde la arena roja contrasta con el turquesa del mar. Un auténtico paraíso, también para los amantes de los deportes acuáticos, con muchas opciones para practicar el snorkel, el buceo, el windsurf y el kitesurf.
Pero si nos tuviéramos que quedar solo con una, nuestra favorita es la inexpugnable Cala Turqueta. Un remanso de paz donde la tierra abraza al mar, en un entorno natural idílico, rodeada de vegetación y rocas.
Cultura megalítica
Además de sus playas, Menorca cuenta con una vasta cultura e historia que merece ser explorada. La isla premia a los más aventureros con un patrimonio megalítico impresionante, que se remonta a la Edad de Bronce. Las taulas, talayots y navetas que se encuentran por doquier nos retrotraen directamente a una de las escenas más icónicas de la historia del cine: el comienzo de 2001: Odisea en el espacio, rodada en otro conjunto megalítico igual de interesante, pero mucho más famoso: Stonehenge.
El centro histórico de Ciutadella, la antigua capital de Menorca, también es una visita obligada. Allí podrás encontrar monumentos como la Catedral de Santa María, el Castillo de San Nicolás y otros edificios históricos que han sido restaurados y conservados con mucho mimo, para deleite de los visitantes.
Artesanía local
La artesanía local es otro de los grandes atractivos de Menorca. La isla es conocida por su calzado de cuero, especialmente las populares sandalias de menorquinas, que se fabrican artesanalmente en la isla desde hace más de un siglo.
Es muy común encontrarlas en mercadillos y puestos por toda la isla, junto con otras artesanías locales, como la cerámica, el vidrio soplado y la bisutería. Si te interesa este tema, hay varios mercadillos que no te puedes perder.
Uno de los más populares es el Mercat de Sant Lluís, que se celebra todos los jueves por la tarde en el centro del pueblo del mismo nombre. Aquí, los visitantes pueden encontrar una amplia variedad de productos, desde joyas hasta ropa y decoración.
Otro imprescindible, esta vez de Mahón, es el Mercat des Claustre, que se celebra en el centro de la ciudad todos los martes y sábados por la mañana. En él se venden productos frescos, como frutas y verduras locales, así como cestas tejidas a mano y cerámica.
Finalmente, no podíamos pasar por alto el Mercat Artesanal de Ciutadella, uno de los más grandes de Menorca. Se celebra todos los viernes por la noche en la Plaza del Borne y cuenta con un encanto especial, sobre todo al caer el sol.
Gastronomía
En cuanto a la gastronomía, Menorca cuenta con una rica tradición culinaria que combina los sabores de la tierra y del mar. La caldereta de langosta (elaborada con langosta fresca y acompañado de patatas y sofrito de verduras), el tumbet, el queso de Mahón y los deliciosos pasteles de la confitería Ca’n Pons son algunas de las delicias típicas.
Y es que sus platos típicos son el resultado de una mezcla de culturas a lo largo de la historia, lo que ha dado lugar a una fusión de la cocina mediterránea con la británica, africana y española.
Entre los restaurantes imprescindibles que te recomendamos, se encuentra el Ca Na Pilar, ubicado en el centro histórico de Ciutadella. Un local decorado con gusto exquisito donde probar platos típicos menorquines con toques creativos.
Otro restaurante que no te puedes perder es el Sa Pedrera d’es Pujol, en el pueblo de Ferreries. Aquí la propuesta es clara: degustar comida menorquina de altos vuelos a precios asequibles. Especialmente recomendable su menú diario, que elaboran con productos locales y que te permite darte un homenaje de nueve pasos por 40 euros.
Paraíso sin estrella
En cuanto a restaurantes de vanguardia, Menorca todavía no tiene su estrella Michelin. Sin embargo, esto no significa que la isla no cuente con restaurantes de alta calidad y reconocidos a nivel nacional e internacional. De hecho, la guía hace mención a 10 restaurantes dentro de su lista oficial.
Uno de los más destacados es el restaurante Pan y Vino, en el pueblo de Sant Lluís, que ha sido premiado en varias ocasiones por su innovadora propuesta gastronómica. Aquí podrás probar la cocina del chef Patrick James y su mujer, Noelia Zardoya, que siempre tienen una sonrisa y un nuevo plato para sorprender al comensal.
Otro imprescindible es el Torralbenc. Una finca de enoturismo liderada por el chef Luis Loza. En este pintoresco lugar, las técnicas de elaboración sencilla y honesta de la cocina vasca se ponen al servicio de la gastronomía menorquina. El resultado es una carta corta y certera, que combina entrantes sencillos pero sabrosos, carnes y pescados a la brasa, una deliciosa selección de arroces y postres artesanales.
Actividades de verano…
Ya hemos hablado de las playas de Menorca en verano, la verdadera razón para visitar esta isla. Pero no todo iba a ser tumbona y mojito. Por ello, no podemos dejar fuera otras actividades para cuando te apetezca otro tipo de plan.
Una muy típica, pero no por ello menos disfrutable, es la de recorrer la isla en bicicleta. Existen muchas empresas que las alquilan a buen precio y es una auténtica gozada contemplar el mar mientras la suave brisa marina te despeina.
En el apartado cultural, uno de los planes más destacados es el Festival de Jazz de Menorca, que se celebra en julio. Un escenario al que cada año se suben primeras espadas de este estilo que combina a la perfección con el entorno, siempre en movimiento y lleno de vida.
… y fuera de temporada alta
En caso de que decidas visitar la isla fuera de la temporada alta, Menorca sigue teniendo mucho que ofrecer. La isla es un destino ideal para caminar y hacer senderismo, con rutas que recorren paisajes espectaculares, como los acantilados de la costa norte o el Parque Natural de la Albufera des Grau.
De hecho, fuera de los meses estivales, la isla ofrece un ambiente más tranquilo y relajado, perfecto para escapar del bullicio de la vida cotidiana. En primavera y otoño, las temperaturas son suaves y agradables, perfectas para caminar por el campo y descubrir la rica naturaleza de la isla.
Las fiestas de Menorca
Menorca cuenta con varias fechas célebres que no puedes perderte. Estas festividades son, en sí, una razón para visitar la isla, pero también pueden convertirse en una actividad para salir de la rutina si planeas pasar una temporada en este destino.
Las más destacadas son las fiestas patronales, que reimaginan la festividad de San Juan, los días 22, 23 y 24 de junio. Durante estas jornadas, Ciudadela se viste de gala y todos los habitantes se echan a la calle para disfrutar de la qualcada. Un festín que tiene su origen en la llegada de la orden de los Caballeros de Malta a la isla, allá por el siglo XIV, y donde los caballos son los protagonistas.
Hacia el final del verano, concretamente entre el 6 y el 9 de septiembre, se celebran las fiestas de Gracia en Mahón. La otra gran ciudad de la isla también se convierte en un escenario inigualable para ver a los caixers (jinetes) celebrando el jaleo. Durante esta festividad, los jinetes entran en la plaza del pueblo mostrando sus habilidades sobre el caballo, para deleite de los espectadores.
El plan de la Isla del Rey
Quizá el islote más emblemático, de los muchos que se pueden visitar en Menorca, sea el de la Isla del Rey. Este debe su nombre a que fue tomado por el monarca Alfonso III como base para recuperar el resto de la isla, durante la época de la Reconquista.
Esta pequeña localización es también el hogar de Hauser & Wirth. Un centro cultural que cuenta con exposiciones temporales y desde donde se pueden conocer más detalles sobre el pasado, el presente y el futuro de la Isla del Rey. Para ello, se ha restaurado un antiguo hospital del siglo XVIII para convertirlo en un centro de 1.500 metros cuadrados de exposición.
Cuenta, en total, con ocho galerías donde puedes maravillarte con las obras de artistas tan relevantes como Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Joan Miró, Franz West, Martin Creed, Phyllida Barlow o Camille Henrot. Además, puedes pasear por sus jardines, diseñados por Piet Oudolf, o darte un homenaje en su Cantina, gestionada por el restaurante y bodega Binifadet, que sirve productos locales y de temporada.
Dónde dormir
Para el alojamiento, te proponemos dos opciones que te ayudarán a relajarte y desconectar. La primera es un rafal (nombre de origen árabe que designa a las grandes casas de campo de la isla). En concreto, este es uno de los más singulares de la isla, compuesto por 5 hectáreas cuyos orígenes se remontan al siglo XV. Una finca situada en el municipio de Alayor, a tan solo 13 kilómetros de Mahón y 30 de Ciudadela.
El complejo está rodeado de bosques, jardines, huertos, edificios agrícolas e incluso, aljibes. La propiedad cuenta con varias construcciones singulares que han sido recientemente rehabilitadas respetando los materiales originales, convirtiéndola en una finca agroturística que puede alquilarse de forma privada para grupos y familias. Saber más
La otra opción es una finca construida en el siglo XIX. Un refugio ideal para retirarse cerca de todo y descansar. La privacidad está asegurada gracias a su enclave: una finca de 570 hectáreas de campo típico mediterráneo que incluye, además, una explotación de agricultura ecológica de hierbas aromáticas.
Los amantes de la arquitectura y decoración disfrutarán especialmente de sus techos originales y suelos hidráulicos recuperados. Una finca que, a pesar de su antigüedad, dispone de todas las comodidades modernas. Wifi en toda la casa, ideal para poder pasar temporadas trabajando deslocalizado e inspirarse en este entorno natural tan especial. Ver más
Redacción: Juan Antonio Marín.