Un viaje iniciático en un Monasterio milenario en El Cerrato palentino
Privacidad y servicio experiencial al máximo nivel
Nos transportamos en el tiempo y viajamos a Palencia para conocer este lugar único, muestra sublime de su legado arquitectónico.
Un viaje iniciático en un Monasterio milenario en El Cerrato palentino
La sensibilidad de su rehabilitación se aprecia en cada detalle. Con más de 1000 años de historia, de unas antiguas ruinas se ha reconstruido un nuevo espacio capaz de combinar el pasado y el presente con un concepto de hospitalidad nunca antes visto donde cualquier gesto se convierte en un ritual.
Un ejemplo de restauración de patrimonio a imitar, que tras un proceso de diez años recupera su historia recreando un lugar de inspiración con mayúsculas, un viaje en el tiempo con todas las comodidades y tecnologías actuales para conectar con el mundo exterior, organizar conferencias, simposiums, retiros de creatividad y de bienestar, incentivos, celebraciones y estancias familiares o con amigos para disfrutar de una experiencia sin igual.
El tiempo transcurre entre sus muros a otro ritmo, en el que cada momento del día es una celebración en sí misma. Ver amanecer a través de los ventanales de sus habitaciones contemplando la belleza de sus paisajes en el que la mirada se nos pierde en el infinito, desayunar en sus mil rincones posibles según la época del año y cada cual más apetecible, los largos paseos por sus cuidados jardines, sentarse a degustar su deliciosa gastronomía o simplemente pararse a disfrutar del silencio.
Fue fundado sobre un eremitorio anterior al siglo IX según el Archivo Nacional Histórico de España. Este Monasterio premostratense se remonta al año 934, cuando Don Oveco Díaz junto a su esposa Doña Gutina, donan en testamento al abad Pedro y su comunidad, para erigir un monasterio. En esa época, el lugar tuvo una interesante vida asceta y sin embargo, será en el siglo XVI cuando el Capítulo Provincial funda en este paraje el Colegio de Humanidades, permaneciendo hasta el siglo XVII como estudio de filosofía. De hecho, durante buena parte de la Edad Media fue uno de los monasterios más prósperos de Castilla.
Podemos apreciar diferentes estilos arquitectónicos que a lo largo del tiempo, se han superpuesto unos a otros hasta la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX.
Enamorados de su historia y de este paraje, sus actuales propietarios decidieron asumir el gran reto de recuperar este patrimonio histórico olvidado y devolverle su esplendor. Se rodearon de historiadores, arquitectos, técnicos, restauradores, maestros canteros, antiguos oficios y todo tipo de artesanos locales, supervisando personalmente cada remate y seleccionando hasta la última pieza, desde las puertas y ventanas procedentes de conventos, iglesias y anticuarios, hasta el más mínimo elemento. Tras una década de minuciosa e intensísima dedicación su compromiso con la sociedad palentina de recuperar este Bien de Interés Cultural está satisfecho.
Querían convertirlo en un lugar de inspiración y retiro contemporáneo con el mejor servicio inimaginable donde poder disfrutar de todo sin renunciar a nada, desconectar y conectarse con el mundo exterior si se desea. Su amplitud y conectividad hacen que esta propiedad esté a la altura de los mejores lugares de reunión en cuanto a instalaciones, pero en un privado y exclusivo templo milenario rodeado de naturaleza, capaz de albergar reuniones corporativas de hasta 100 personas. Único en el mundo, un auténtico lujo.
El cónclave más exigente podrá acogerse en sus instalaciones, dotadas con tecnología muy avanzada para conferencias, con cabinas de traducción simultánea y el servicio más personalizado con el objetivo de convertir cada ocasión en una estancia memorable.
Para contar esta experiencia hay que hablar del alma del monasterio. Los valores y puesta en valor de lo local por parte de sus dueños no solo se aprecia en la rehabilitación, sino que apuestan día a día por la excelencia de su equipo humano procedente del entorno más inmediato, que respiran lo mismo que ellos, vocación de servicio, gusto por el detalle y amor por el patrimonio cultural que representan. Comparten la filosofía y el orgullo de formar parte y de crecer en un proyecto tan ilusionante, herederos y transmisores de semejante legado. Este espíritu se traslada al huésped y se aprecia hasta en el más mínimo detalle.
En su cocina podremos degustar los mejores productos de temporada locales, y de elaboración propia, como su delicioso aceite de oliva de primera prensa procedente de olivos centenarios de sus jardines.
La finca de más de 18000 metros cuadrados nos garantiza disfrutar con total calma y privacidad de un fragmento de historia. Actualmente tiene 12 suites con personalidad propia. Cada una de ellas nos atrapa por algún detalle, como sus piezas antiguas u obras de arte, siendo denominadores comunes la singularidad, equilibrio, confort y amplitud, que nos invitan al mejor descanso. Nada queda al azar.
Un viaje iniciático nos espera nada más cruzar sus muros. Se percibe su solemnidad y nos predispone a la autoreflexión, traspasando sus puertas en actitud de sumo respeto. Una vez dentro nos acoge cálidamente para transportarnos a una experiencia única. Cada estancia nos sorprende más que la anterior: la Sala Capitular, el Claustro, la Cilla o el Reflectorio nos dejan sin palabras. Todo ello magistralmente adaptado para poder realizar una vida con todas las necesidades actuales. Cuenta con piscina interior climatizada abierta al exhuberante jardín gracias a sus grandes ventanales, con el confort añadido de poder disfrutarla al abrigo de su gran chimenea. Un sin fin de detalles que cuidarán al máximo de nosotros. Entre sus instalaciones de ocio encontramos un minibar, un billar o la bodega, lugar ideal para hacer catas de vino. Y sus jardines son un sueño, un paraíso terrenal en los que perderse y organizar desde una clase de yoga o participar en un taller de flores organizado por el propio Monasterio.
Su puesta en escena nos transmite buen gusto, elegancia y calidez, gracias a su atento servicio.
Cualquier cosa es posible, desde una cena a la luz de las velas al compás de un instrumento de cuerda, una ópera en sus jardines, una sofisticada comida campestre, transportarnos al año 934 y conocer la historia local con una actuación teatral visitando la torre de un castillo próximo al Monasterio… podríamos estar varios días cambiando de escenarios sorprendiendo al huésped más experimentado.
Si la estancia es de varios días existe la posibilidad de combinarla con actividades en la Finca del Cristo de Villahizán (a 50 km) y con el Castillo de Torrepadierne (a 70km), ambas privadas y con servicio personalizado.
Y sin olvidarnos de la importancia enológica de la zona, ya que se encuentran próximas algunas de las bodegas más importantes de nuestro país, como Vega Sicilia, Abadía Retuerta, Pesquera… ubicación estratégica para poder conocerlas de primera mano.
Podemos decir que no existe en España un lugar tan especial, a la vez tan mágico, como secreto y exclusivo, capaz de inspirarnos y aportarnos tanta paz y confort con este nivel de atención. Un destino en sí mismo, una experiencia transformadora, que aunque solo estemos unas horas dejará una huella imborrable en nosotros. Una experiencia rica en valores y un deleite para los sentidos que se alquila en exclusiva, ideal para grupos corporativos y vacacionales cuyos miembros sean adultos.
Durante nuestra visita disfrutamos de un agradable paseo por sus cuidados jardines, que ya empiezan a atisbar el otoño con su impresionante gama de colores. Imposible no fotografiarlos.