Tener una finca hoy es mucho más que sumar un activo, es ante todo una inversión emocional y patrimonial a largo plazo. En una lenta pero constante escalada desde el Covid, la tierra, y más si se trata de una finca de recreo a menos de dos horas de Madrid, se ha convertido en el objeto de deseo de cualquier propietario al que le guste el campo.
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