Entrevista a Juan Baraja
Con quince años de trayectoria y becado por la Academia de España en Roma en 2018, el fotógrafo Juan Baraja (Toledo, 1984), con estudio en Madrid ha trabajado y expuesto para destacadas fundaciones de arte, entre ellas, en el Museo ICO, donde él mismo se empapaba de la obra de sus maestros. Escudriña las texturas y los detalles de la arquitectura, una de sus mayores pasiones, y los plasma a través de proyectos intimistas y sugerentes. Actualmente expone su proyecto Norlandia, un análisis del sector pesquero en Islandia, en la Fundación RAC de Pontevedra hasta el 28 de mayo, y habla con The Sibarist sobre su minucioso trabajo y su interesante recorrido creativo.
En pocas palabras, dibújanos tu formación y tu trayectoria profesional.
Lejos de tener la intención de ser fotógrafo, me licencié en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona y fue en Cuenca donde descubrí la fotografía.
Al comienzo me dedicaba a dibujar y mi camino estaba más relacionado con la ilustración. Pero durante los cinco años siguientes me dediqué a estudiar y aprender fotografía, por eso siempre me he sentido un poco impostor, ¡en cinco años solo pinté un cuadro!
Tras un Erasmus en Inglaterra, donde estudié en una muy buena escuela de fotografía volví a Barcelona y allí me centré en asignaturas técnicas que era lo que me interesaba entonces. Después disfruté en Madrid de una beca Séneca y durante un año más me dediqué de lleno a la fotografía.
Enseguida empecé a trabajar dando clases en una escuela de imagen y sonido, en la facultad de Bellas Artes de Cuenca y, como fotógrafo y editor gráfico, en la Editorial SM de libros de texto, mientras que, en mi tiempo libre, intentaba viajar y hacer mis propios proyectos. Poco a poco llegaron los encargos de arquitectura e interiorismo y fue entonces cuando esa parte artística y de proyectos de autor fue ganando terreno y entonces me di cuenta de que era lo que realmente me interesaba.
Todo lo que ganaba por un lado lo invertía en viajes y materiales, en hacer muy buenas producciones o en presentar obras a concursos, algo que sigo haciendo.
Tu primera exposición individual, ¿qué recuerdos te trae y qué puntos significativos de aquellos trabajos iniciales se mantienen en tu producción en la actualidad?
La primera exposición individual que tuve fue en 2008 en Bilbao, en Photogallery20, donde expuse dos veces para luego hacer la primera monográfica de mi trabajo en Madrid. Fue en Utopia Parkway, con el proyecto Catedrales, una serie de 2009-2012 que surgió a raíz de un encargo realizado en fábricas para un ayuntamiento. De pronto, revisando las fotos de las cementeras me di cuenta de que este tipo de industrias compartían muchos aspectos constructivos y de iluminación con las catedrales y más concretamente con las góticas, por esas naves centrales sin casi columnas, por el contraste entre las zonas más oscuras frente a las más luminosas. Todo eso se repetía de alguna manera en la cementera, aunque con otro tipo de materiales que no tenían nada que ver, chapas o ventanas de materiales plásticos translúcidos que dejaban pasar una luz, azul, amarilla, de modo que parecía casi una vidriera y por eso la serie se llamó ‘Catedrales’.
¿Siguen una línea continua? ¿Cuál es el hilo conductor de tus trabajos?
Existen varias líneas. Por ejemplo hay trabajos que giran en torno a un edificio muy concreto que yo elijo por alguna razón.
Esto ocurre con Águas Livres, un trabajo sobre un bloque de viviendas de Lisboa de los 50, más analítico, que se centra en los detalles constructivos, el diseño, la luz o los colores, lo cual produce un recorrido muy particular y subjetivo a través de fragmentos del edificio.
Esto mismo ocurrió en ‘Cerezales’ o ‘Hipódromo’ en los que se repite ese análisis de la arquitectura en relación con la luz, el material, la forma… Por otro lado, hay proyectos que han empezado a crecer de otra manera como, por ejemplo, Utopie Abitative. La serie se inicia con fotografías de detalles arquitectónicos del edificio Corviale en Roma, durante mi estancia en la Real Academia en España en 2018. A partir de esas primeras imágenes empiezo a fotografiar entorno, exteriores y personas que habitan para ir completando la mirada que deja de estar tan concentrada en el interior. Lo mismo ocurrió con el trabajo ‘Scampia’, en Nápoles y otras series posteriores que forman parte de este proyecto italiano.
Me interesa la arquitectura, el urbanismo, la ciudad y las relaciones de las personas en estos entornos.
Echando la mirada atrás, ¿qué significó para ti la exposición en el Museo ICO?
Para mí, el museo ICO es un referente. Siempre he visitado fantásticas exposiciones de arquitectura dedicadas a fotógrafos que admiro mucho, como la de Manolo Laguillo, que fue profesor mío en Barcelona y al que tengo mucho aprecio. Este lugar me ha brindado a lo largo de estos años la posibilidad de conocer la obra de un montón de fotógrafos y de arquitectos, Al salir de allí solía fantasear con la idea de exponer en sus salas, pero siempre me lo imaginé en un futuro lejano. Para ser realista, todos esos fotógrafos admirados por mi tienen una larga trayectoria y yo me considero un artista de media carrera. Llevo 15 años trabajando como fotógrafo, por lo que se puede decir que casi estoy empezando.
La exposición de ICO fue un punto importante para poner sobre la mesa todos los proyectos y hacer un análisis del trabajo realizado hasta ese momento. Es importante parar un momento y tomar perspectiva para después continuar trabajando. Alfredo Puente fue fundamental en este proyecto.
Fundación Cerezales Antonino y Cinia, Campocerrado, el Museo ICO, ahora la Fundación RAC de Pontevedra, ¿Cómo haces para estar en una selección tan cuidada de fundaciones y centros de arte?
La exposición ‘Contra todo lo que reluce: efectos del tiempo’, por ejemplo, surgió de la propuesta que la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, hizo al Museo ICO a raíz de mi exposición ´Olvidados del tiempo´ en Cerezales. Una parte que me gusta mucho de mi trabajo tiene que ver con la gestión y con pensar dónde encaja tu obra y dónde no. Además, tiene que ver también con la relación que estableces con las personas o las instituciones. En el caso de la Fundación Cerezales, todo empezó cuando Alfredo Puente y Rosa Yagüez me visitaron en el estudio en 2015 y me propusieron hacer un proyecto sobre las obras que estaban haciendo para la nueva sede en León, un edificio de Alejandro Zaera. Me dieron total libertad y durante año y medio estuve yendo a Cerezales del Condado a fotografiar el edificio para poder ir puliendo ese proyecto poco a poco. Después, he seguido colaborando con ellos. Así es cómo van surgiendo los proyectos, las exposiciones y lo más importante, las relaciones con las personas.
¿Por qué está tan presente la mirada arquitectónica en tus fotografías?
Hay un tipo de arquitectura que me interesa mucho, por ejemplo la arquitectura moderna o el brutalismo. Cuando decidí que iba a fotografiar el Hipódromo, un trabajo de 2014, lo elegí porque este edificio tan icónico de Arniches, Domínguez y Torroja era la base perfecta para desarrollar un trabajo específico sobre la luz. Consistía en ver cómo, dependiendo de la hora del día la luz cambia la forma de ver la arquitectura y cómo puede transformar la propia construcción.
Consiste en un trabajo muy técnico que exige mucha precisión y que tiene que ver con la fotometría, la valoración de la escena y la toma de decisiones. Me detengo en la forma en que un edificio recibe la luz y en cómo la fotografía recoge esa escena.
En este tipo de fotografía arquitectónica, ¿qué importancia adquiere el encuadre?
En cuanto a los encuadres intento ser muy preciso y meticuloso, como en todo lo que hago en mi trabajo, para conseguir un resultado lo más impecable posible. Este es el momento creativo en el que más disfruto, aunque en realidad, lo hago en todo el proceso. Sin embargo, decidir qué parte de la escena va a aparecer en la fotografía y cuáles van a ser los límites de la foto son decisiones que tomo cuando miro a través del vidrio esmerilado de la cámara, diría que casi el cien por cien de las veces. Todo lo que veo en la cámara es lo que aparece en la fotografía.
¿Cómo abordas cada proyecto al que te enfrentas?
Incluso series que yo daba por cerradas de pronto se abren de nuevo y dan un giro para convertirse en otra cosa.
Por ejemplo, la serie ‘Y Vasca/Euskal Y’ era un trabajo que empecé en 2014 y por una serie de circunstancias lo aparto un poco y lo dejo descansar, siempre pensando retomarlo en algún momento. De pronto este proyecto se reactiva en 2021 como un encargo de la Fundación ICO para su proyecto 20/XXI. Quizás hace diez años mi discurso estaba enfocado únicamente a fotografiar las infraestructuras pero ahora, años después, temas como el paisaje, la conectividad entre las ciudades, la conexión de la gente de los caseríos o cómo afecta la construcción de la Y a las zonas rurales se convierten en imprescindibles para entender este proyecto. Por otro lado, al fotografiar se hace un seguimiento de la obra que tiene que ver con aspectos técnicos, la construcción del tablero de una vía, los viaductos, la impermeabilización de un túnel, etc. y todo esto se convierte en documento de archivo de muchísimas capas.
Creo que también tiene que ver con que vamos madurando y los intereses empiezan a cambiar y eso hace que los proyectos se completen o se reabran y diría que el 80% de los proyectos están abiertos y con posibilidad de ampliarse o de continuar, de dar un giro inesperado.
Tu implicación en el montaje de exposiciones es un proceso algo especial, cuéntanos.
Siempre hago maquetas desmontables del espacio expositivo en el que se va a mostrar mi obra. Disfruto mucho de esta parte del proceso que es diferente a estar frente a la pantalla o trabajando fuera fotografiando. Esto forma ya parte del trabajo en el estudio, el construir maquetas de todos los proyectos. Cuando ya tengo la selección de fotografías, las imprimo a escala 1:20 y las monto sobre cartón con un imán.
Cuando preparo una exposición pido siempre los planos, fotos y visito el lugar para construir una maqueta a esa misma escala y allí coloco las fotos sobre todo para hacer las primeras composiciones y ver cómo funcionan los muros y cómo quedan los alzados para llevarlos después al ordenador. La maqueta del ICO ocupaba casi 2 metros cuadrados y la tenía en el estudio, de modo que servía para que cada día pasara por allí y pensara la disposición en la que iban a estar colgadas las fotos en las salas.
Este trabajo facilita muchísimo la tarea del montaje de la exposición y la posibilidad de entregar al personal de montaje unas instrucciones exactas y precisas.
¿Cuáles son tus mentores o tus fuentes de inspiración?
Antes he citado a Manolo Laguillo que fue profesor mío en la Universidad de Barcelona y al que realmente admiro muchísimo. Otro nombre sería Wolfgang Tillmans, aunque mi trabajo no tiene nada que ver con el suyo. Siempre que veo anunciada una exposición suya en alguna parte, viajo para verla. En arquitectura admiro mucho a Peter Zumthor, me encanta y sí que veo que mi fotografía tiene que ver con su trabajo, de hecho, sería un sueño poder trabajar con él o con alguna obra suya en el futuro.
El libro autoproducido ‘A Rapa’ (2010) , el libro de artista ‘Hipódromo’ (2021) y el catálogo ‘Contra Todo lo que Reluce’ (2022) de la exposición homónima en el Museo ICO son tres de tus publicaciones. Te apasionan los libros o, quizás, mejor dicho, el papel, ¿cómo es tu relación con este soporte y cuál es tu próximo proyecto en este sentido?
Me encanta tener libros, tocarlos, ver la fotografía impresa, pasar las páginas. Como objeto, me gusta disfrutar del papel, de la calidad de la impresión, del gramaje, de la secuencia de las imágenes y del diseño. A veces compro un libro porque me gusta su diseño, o simplemente el papel que se ha utilizado.
Mi próximo libro será el del proyecto Florida Avenue.
En marzo, hemos sabido que tu obra ‘Parnaso’ ha pasado a engrosar la importante Colección de Fotografía Alcobendas, ¿qué significa entrar en estos fondos?
Si no me equivoco es la colección pública de fotografía más grande que tenemos en España y esto hace que sea algo muy importante para un fotógrafo. Supone el resultado de una labor por parte del artista y de la galería de ubicar ciertas piezas en colecciones e intentar que tu trabajo adquiera visibilidad y, en definitiva, es una forma de que el artista o que el fotógrafo crezca y se posicione.
Has inaugurado ‘Washington con ojos españoles’, un ciclo de exposiciones sobre la mirada que tienen seis artistas españoles sobre la capital estadounidense, ¿cómo ha sido la experiencia de ser el primero de ellos y que te ha aportado?
Esta es una iniciativa muy interesante de la Oficina Cultural de la Embajada de España en Estados Unidos que me llama para iniciar este proyecto, que consiste en invitar a fotógrafos y fotógrafas que hayan pasado por la Academia de España en Roma para hacer una residencia de 10 días, desarrollar un proyecto y acabar con una exposición. Después algunas obras pasan a formar parte de la colección de la Embajada y del Ministerios de Asuntos Exteriores.
Como siempre, me emociono muchísimo con los proyectos, y los diez días se convirtieron en tres viajes a DC y una serie de más de 100 fotografías.
Elegí trabajar en Florida Avenue, una arteria bastante importante de Washington DC, donde suceden muchas cosas. La arquitectura cambia casi cada semana y los nuevos edificios se construyen a toda velocidad, es un barrio vivo donde conviven personas de diferentes procedencias, con historias muy distintas, de hecho, los retratos son fundamentales para entender esta serie.
Ahora estoy empezando a trabajar en la edición de un libro con Paripé Books que saldrá a finales de este año.
Además de esta publicación, ¿qué es lo que veremos tuyo próximamente?
En noviembre Florida Avenue se expondrá en la galería La Cometa (Madrid).
Por otro lado, a raíz de la exposición ‘Norlandia’ en la Fundación RAC de Pontevedra, he pensado en un nuevo proyecto que refleje el mundo de las conserveras gallegas y su importancia en el sector pesquero. Estoy en el proceso de búsqueda de una pequeña fábrica similar a la islandesa para fotografiar su interior, a sus trabajadores y el procesado de las materias primas, así que, puede que en un futuro no muy lejano tenga un nuevo trabajo que interrelacione esas dos realidades entre Islandia y Galicia.
Redacción: Beatriz Fabián
Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.
Fotógrafa: Nieves Díaz.