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Hablamos con Raúl Almenara

Una charla con Raúl Almenara, arquitecto nominado a los Premios Princesa de Girona de Las Artes que se declara apasionado por crear espacios que establezcan un diálogo entre naturaleza y arte y para quien “la belleza es lo único que trasciende”.

Raúl Almenara en El Invernadero

Pocos arquitectos tienen su perfil, con formación doble en Arquitectura y Bellas Artes, Raúl Almenara (Córdoba, 1990) convirtió su afición a colarse en los patios de las casas sevillanas cuando solo tenía 8 años en una pasión que le ha hecho trazar una carrera meteórica de seis años durante los que ha realizado un centenar de proyectos. Un hotel en una bodega de Lanzarote, una óptica en Madrid, su portfolio no se encasilla en diseñar espacios domésticos, no obstante, sus diseños más mediáticos son Casa del Nogal en Ávila y la Casa Najarro. Ha figurado en la lista de los 35 arquitectos más destacados menores de 35 años y recibido numerosos reconocimientos a su trabajo, entre ellos, estar nominado a los Premios Princesa de Girona de Las Artes que se desvelarán el 10 de julio. Recientemente nombrado académico por la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, su idea de la arquitectura no se remite al encasillamiento de los volúmenes cúbicos y trabaja in situ para idear espacios poco convencionales.

Casa del Nogal en Ávila del arquitecto Raúl Almenara. Foto: Juan Baraja

¿Cómo son los inicios? ¿cómo surge tu pasión por la arquitectura?

No provengo de una familia de arquitectos o constructores y para mí supuso un esfuerzo estudiar arquitectura. Aunque soy cordobés, vivía en Sevilla y cuando tenía 8 años me hacía ilusión colarme en los patios de las casas para ver el interior cuando por la mañana dejaban las puertas entreabiertas. Luego, mis padres me regalaron una cámara de fotos y tengo un álbum de Sevilla que algún día me gustaría publicar. Entonces me di cuenta de que lo que realmente me gustaba es crear espacios, aunque no sabía que existiera la profesión y en mi casa no hubiera entrado nunca un arquitecto. Primero empecé a estudiar arquitectura y luego me trasladé a Madrid porque en Sevilla no podía estudiar dos carreras. Efectivamente, esa ilusión, esa emoción que me produce a mí entrar a un sitio clave, en un patio como el de las casas andaluzas desde el único patio desde el que se ve todo fue algo vocacional y muy natural. 

Dicen que haces “arquitectura de autor”, ¿cómo es el universo Raúl Almenara? Tu estilo, tus señas de identidad.

En una entrevista para El País, Anatxu Zabalbeascoa me identificó con la curva y, bueno, cada crítico te puede identificar de una manera, pero sí que es verdad que como hay un concepto detrás, pues sí que se ve que es una estructura singular. Es una lectura distinta en la que me siento reconocido, probablemente estén influyendo mucho mis raíces, que soy de Andalucía. Sobre todo, yo creo que lo que más influye es el diálogo entre naturaleza y artificio, que podemos identificarlo como exterior e interior. Me refiero, por ejemplo, a la casa del bailarín, aquello que es lo que el humano hace, no lo que fabricamos y aquello que es intrínseco, por ejemplo, el movimiento. Para nosotros, cuando pones en relación el movimiento y lo que el artista o creador hace, surge esa relación entre arte y naturaleza y creo que es lo más constante en mi obra. En la óptica FAZ el espacio se inspira en una cara y todo se hace con piel. Hace año y medio desde Italia me pidieron un monográfico sobre las 30 primeras obras y al revisarlas te das cuenta de cuál es tu línea de que lo que agrupa esa obra es la búsqueda de la naturaleza. 

FAZ, tienda proyectada por Raúl Almenara. Foto: J. C. Vega

La disolución entre exterior y exterior, ¿crees que es también una de tus constantes? Explícanos el porqué.

En el caso de la Casa del Nogal es muy clara la disolución. Se trata de no solo de traspasar el límite, sino también en el sentido de llevar la naturaleza dentro de este edificio, dentro de la arquitectura. Actualmente estoy trabajando en una casa que se llama Casa Parra, en Jerez de la Frontera, una de las cunas del vino, y en una calle catalogada entre las más bonitas del mundo, completamente techada por parras. Es una casa completamente inspirada en esa geometría, esa estructura está también en el interior como en la Casa del Nogal, traspasa un límite y lleva el exterior al interior de un modo metafórico real. En Tarifa estamos creando Casa para un Pez, que es una casa en la que se van vinculando exterior e interior para ir de unas estancias a otras y están incluidos continuamente el jardín, la casa, los pabellones, con la presencia de la curva. Porque normalmente siempre aparece la curva. Probablemente, la geometría más natural que hay es la curva, la encuentras en un camino, en una montaña, en un árbol y en el cuerpo humano. La recta es una cuestión artificial que hace el humano para simplificar. 

Las raíces son algo importante en tu filosofía profesional, ¿cómo lo vemos reflejado en tus proyectos?

Las raíces de Córdoba creo que se reflejan en la presencia del color, de la cerámica y de la piedra natural. Hay algo que creo que es muy importante que estará en la conferencia que daré en la investidura de Real Académico que es el diálogo entre lo existente y lo nuevo, lo antiguo y lo moderno, lo existente y lo que creamos. Es algo presente en todas las culturas, en la española y mucho también en la andaluza. Hablaré por ejemplo de la Catedral Mezquita de Córdoba, un edificio que se hace a través de reciclaje de elementos ya existentes sobre los que se creó un proyecto con un concepto completamente nuevo. Los cristianos la conservaron porque es bella y ese diálogo entre lo que existe y lo que somos capaces de crear es algo que tengo muy asumido desde las raíces y creo que esas huellas hay que aprovecharlas e incorporarlas en los nuevos proyectos. 

Raúl Almenara

¿Qué influencias surgieron a raíz de tu experiencia internacional en Columbia y Berlín?

Tendría unos 21 años y lo que descubro las estructuras de edificios existentes, como hablamos antes, reciclar cada persistencia, y ver cómo una infraestructura puede utilizarse de muchos modos. Por ejemplo, en Berlín conocí, Tempelhof, un aeropuerto abandonado que cuando yo vivía allí se utilizaba como lugar de recreo, un jardín. Descubrí cómo una estructura que ya está creada, simplemente con un cambio de concepto se puede volver a utilizar. Y hay también un montón de fábricas en Berlín, como una que se convierte en una escuela de arquitectura. 

¿Cuáles son tus inspiraciones de grandes maestros? 

El estudio SANAA, Álvaro Siza, Carlo Scarpa en Italia.

“La labor de la arquitectura es conjugar las necesidades y prioridades del usuario para con ello realizar un espacio bello, cargado de emociones”, esta frase en tu web parece toda una declaración de intenciones, dinos cuál es tu idea de belleza.

Necesidad, necesidad, necesidad, porque la arquitectura debe responder a ella, si no, no es arquitectura, sería diseño. La arquitectura tiene una función clara que es dar cobijo. La belleza para mí es aquello que es capaz de trascender. Creo que si miramos hacia atrás vemos que aquello que se ha mantenido es porque es bello. Desde los romanos mantenemos la belleza, aquello que las civilizaciones pasadas no han querido demoler es porque había una belleza que a todo el mundo llegaba. Creo que, por eso, cuando proyecto muchas veces pienso en cómo serán estas arquitecturas dentro de 20 años y de 200. Me encantaría que entonces se pudiese transformar, no me importaría hacerlo porque yo soy el primero que lo hago, pero sí me gustaría que perdurase en el tiempo. Esto tiene que ver con la belleza. 

Casa Najarro, de Raúl Almenara. Foto: Asier Rua

¿Crees que esa idea de perdurar es uno de los retos de la arquitectura? 

A veces se ven cosas y dices, bueno, esto cuánto durará, ¿cómo será dentro de 10 años? También pasa en diseño, a veces hay cosas que las ves bellas en este momento, pero porque son moda no son belleza. Desde luego creo que es una función clara, la de perdurar y más si estamos hablando hoy de sostenibilidad. 

¿Y qué características debe tener esa arquitectura para que perdure en el tiempo? 

En los tiempos que corren, para que sea una arquitectura válida para el mañana, debe tener capacidad de poder ser autónoma, lo hemos visto, recientemente durante el COVID. Esto te hace reflexionar, si hemos diseñado casas que han podido permitir acoger la oficina en el hogar, que es probablemente el gran cambio que conlleva esta pandemia. Hechos así nos hacen reflexionar sobre la relación o la no relación que estábamos creando anteriormente con la naturaleza, algo que ahora todos pensamos. Es algo que puede influir hasta en planes urbanísticos que antes no penalizaban cerrar una terraza y que hoy tendríamos que replantearnos. Porque puede venir otro COVID y la terraza es tan necesaria como el salón. 

¿Entonces, hasta qué punto nos afecta esto, es algo tan orgánico? 

Creo que sí, que hay ciertos parámetros que nos guían a lo que puede ser una arquitectura sostenible y una arquitectura que pueda perdurar. Una arquitectura que no es capaz de adaptarse no puede durar. 

En la misma frase hablas de las emociones, ¿cómo se trasladan al entorno doméstico a través de la arquitectura?

En dos sentidos. En esto, la arquitectura -está mal decirlo-, es una de las artes quizás más completas, de las que más trabajan o pueden trabajar con todos los sentidos. Hay que comunicar no solo a través de la vista, que es lo que parece que es la arquitectura que luego se ve en unas fotos y una estética, sino también del sonido, pero también el olfato, el sonido y el tacto. Todos esos parámetros están controlados en la arquitectura. Cuando estoy creando un proyecto no solo estoy mirando cómo se ve sino también cómo se siente. Esa es la emoción para mí. Tenemos un proyecto en Navacerrada, que se llama Casa Piña, inspirada en las piñas de los pinos que hay en la Sierra del Guadarrama y realizada completamente en madera, en la que cuando entras huele a madera. Soy coleccionista de perfumes y me encantan las notas para entender también cómo trasladarlo a la arquitectura a través de la madera o la cerámica. También porque el sonido es distinto. El sonido es distinto en cada arquitectura y así es cómo conseguimos generar las emociones, que para mí significa definir una atmósfera. Luego cada receptor lo puede acoger de un modo u otro, porque también influye en qué bagaje tenga el receptor. La madera te puede llevar a la casa de tu abuela, pero a otra persona le puede llevar otra cosa. Con la arquitectura lo que hacemos desde luego es definir una atmósfera. 

Casa Najarro, de Raúl Almenara. Foto: Asier Rua

Entre tus proyectos, la Casa del Nogal en Ávila fue uno de los proyectos, si no el primero, que te dio a conocer, ¿qué significó ese proyecto en concreto? 

Fue el primer encargo pero los que me dieron más a conocer fueron Casa Castiza y Casa Najarro, ésta última quizás fue la más mediática, y también en la que tuve más libertad a la hora de crear en la Casa del Nogal lo innovador fue la propuesta de la mesa que hace esa unión entre naturaleza o paisaje y arquitectura, artificio o el juego entre interior y exterior. No solo por esa relación de la curva sino por el trasvase de la mesa en el vidrio y por crear una casa en torno a un árbol preexistente. Fue un reto demostrar cómo una arquitectura se puede adaptar a lo que ya existe. Significó un reto técnico por la dificultad de generar una mesa que atraviesa un vidrio que es curvo, que tiene un radio que no es continuo, sino que lo planteo en obra in situ, viendo el nogal como un artista, porque mi obra normalmente se hace mucho en directo. No es una obra que sale del plano, es una obra que se dibuja y sitúa. Hay un proyecto previo, pero luego la realidad se construye sobre la obra y eso es algo que tiene más que ver con el arte que con la arquitectura. Ese vidrio se mandó a fabricar a Japón además las puertas también son chapadas en granito. El desafío fue cómo llevar algo conceptual que ya había pensado en mi mundo a construirlo y que se pueda utilizar.

Casa Najarro, para el director del Ballet Nacional de España, fue el más mediático, una casa muy particular donde has comentado que el elemento estrella fue la cerámica, ¿por qué te identificas con este material?

La cerámica contiene prácticamente la historia de España. Si miramos la arqueología, encontramos que casi todo es cerámica. Si tenemos que definir un material que cuenta la historia española, probablemente será de este material. A mí me gusta hacer una arquitectura que habla con la historia y que piensa en el presente. Además, la cerámica es muy moldeable, es fantástica para trabajar con ella y también me gusta escoger siempre materiales locales porque lo cercano es más sostenible, por la huella carbono y porque dialoga mejor con el entorno. 

Raúl Almenara

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?

Desde el estudio de Madrid y desde el de Palma del Río, en Córdoba, que es mi lugar de nacimiento estamos trabajando en 24 proyectos, entre ellos están Casa Pez que se llama así porque está recorrida por el agua, Casa Parra en Jerez de la Frontera, Bodega Blanch, un hotel boutique en la feria en Lanzarote y una obra preciosa en la Florida (Madrid), que se inspira en la tradición de la arquitectura española. 

Qué proyecto soñado en secreto podrías desvelarnos.

Sinceramente, cada proyecto que acepto es un proyecto que tiene que gustarme hacerlo, entonces siempre es un proyecto soñado pero cuando pienso a veces cuál me gustaría que fuese el siguiente proyecto, pienso en un museo, sería un proyecto precioso. También me hace mucha ilusión proyectar un edificio residencial porque habría que pensar espacios comunitarios. 

¿Y con qué estudios has trabajado? 

Con el de Nieto y Sobejano, maravillosos y Fuensanta Nieto es como mi madre en la arquitectura. Estuve de prácticas en el estudio, fui profesor con ellos también en la Universidad y luego ella me ayudó mucho en los inicios.

Bodega Blanch en Lanzarote de Raúl Almenara. Foto: María Álava

¿Los proyectos que hacéis son muy variados?

Hemos hecho rehabilitación, por ejemplo, en el edificio que era la casa del Conde de Romanones, aquí en los Jerónimos, donde va a estar también mi nueva casa. Hacemos colegios, un convento precioso en el Viso, que se va a rehabilitar del arquitecto Luis Feduchi, justo detrás de lo que fue el Colegio Alemán, donde vamos a hacer una ampliación en la parcela para crear la sede principal de Franciscanas en España, algo muy espiritual que puede ser un reto. 

Estás construyendo tu propia casa, ¿cómo te sientes?

Suscribo la idea de que un arquitecto no debería hacerse su propia casa porque al final yo quiero soñar y si se lo cuento a un colega y le digo lo que me gusta y cómo vivo y cómo quiero el espacio es mejor que él se lo imagine y lo cree para mí. Llevo casi dos años con esta casa, definiéndola poco a poco, no ha habido planos previos porque era tan difícil que nunca llegaba a conseguir el proyecto. Probablemente ya estoy pensando en otra casa que quiero hacerme porque es una investigación personal. Es como cuando estás con la tesis y te preguntas ¿cuándo la cierro?, pues esto es igual. Es una investigación personal y es difícil tomar distancia, se te acumulan muchas ideas y tienes que sintetizar. Además soy un gran coleccionista, me refiero no de gran nivel, sino que colecciono de todo, perfumes nicho y de autor, cerámicas históricas…, y meter todo en una casa es muy difícil. 

Silvia Hengstenberg, Raúl Almenara y Bea Fabián en El Invernadero
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