The Sibarist

Marta Botas, la artista que ilustra lo que comemos

Cuando uno traspasa la puerta del pequeño y mágico estudio de la artista Marta Botas (Gijón, 1977), ubicado en un luminoso ático del madrileño barrio de Las Salesas, se cuela en un universo propio y lleno de personalidad, un refugio en el que los colores y la creatividad desbordante ejercen como cobijo.

La característica luz de Madrid se cuela por las ventanas, los libros y los recuerdos personales de la ilustradora abarrotan las estanterías, sobre la mesa hay bocetos de obras futuras y bodegones de frutas improvisados, de las paredes cuelgan algunas de las piezas más icónicas de esta artista asturiana que ha logrado convertir la gastronomía en pieza fundamental de su porfolio.

Recuerda una infancia asilvestrada, rodeada de naturaleza y lejos del ruido de la ciudad, marcada por su pasión por el dibujo y con una constante presencia de la cocina. A través de “I believe in food”, un espacio que recopila todos sus trabajos relacionados con el ámbito de la gastronomía, ha desarrollado proyectos para numerosas bodegas de vino, para el emblemático restaurantes Cuenllas o para una de las aperturas gastronómicas del año en la capital, el restaurante Osa, también para eventos gastronómicos efímeros, como las divertidas cenas clandestinas del estudio de arquitectura Plutarco, entre otros.

Su técnica mixta, una singular mezcla entre acrílico y lápiz, se ha convertido en una de sus señas de identidad. También el uso del color, el gusto por la caligrafía y las mezclas de tipografías, la unión de lo abstracto y lo figurativo o la importancia de los soportes. Entramos en su estudio y hablamos de arte y gastronomía, de ilustración y vinos, de tipografías y menús del día. Bienvenidos al particular universo de Marta Botas.

¿Qué estudió Marta Botas? ¿Cómo fueron sus comienzos?

Mi formación principal es en diseño gráfico. Estudié en el primer IED (Instituto Europeo di Design) y eso fue una auténtica suerte, porque en esos primeros años todas las disciplinas estaban mezcladas. Por allí andábamos los alumnos de diseño gráfico, diseño industrial, diseñado de moda o de interiores. No nos íbamos a dedicar a lo mismo pero todos estábamos en continuo contacto y esto resultó muy enriquecedor.

En el 2000 puse en marcha, junto a dos socias, “La Clé”, un estudio de diseño y comunicación muy enfocado en moda. Durante casi nuevo años trabajamos mucho con la Pasarela Cibeles, con diseñadores como Duyos, Carmen March o Juanjo Oliva. Fueron años muy enriquecedores y súper interesantes, más o menos todos somos de la misma generación y estábamos empezando, teníamos esa sensación de que todo estaba por hacer. En otras facetas de mi trayectoria profesional he sido más autodidacta, como por ejemplo con la ilustración. Aunque es cierto que el dibujo siempre ha estado presente en mi vida, desde muy pequeña mi madre me llevó a clases de pintura. Siempre tuve claro que quería estudiar algo muy ligado a la representación visual. Mi punto de partida fueron las portadas de los discos y los libros, que siempre me han fascinado Creo que eso fue lo que me llevó a estudiar diseño gráfico. En los discos o en los libros encontraba imágenes, un trabajo plástico, un formato, una tipografía…

En la infancia encontramos la mayoría de los porqués. Quiénes somos, qué vamos a ser. ¿Cómo recuerda su infancia Marta Botas?

Pasé mi infancia en Asturias, en Gijón. Concretamente en una zona alejada de la ciudad, por lo que he tenido una infancia bastante asilvestrada. Mucha rama de árbol, mucha bicicleta y mucha caída. En resumen, una infancia muy intrépida. Ser la pequeña de cuatro hermanos, con bastante diferencia de edad, ha supuesto que mi infancia haya estado marcada también por la soledad, tuve que crear mi propio universo y mi mundo desde muy pronto. Por el lugar en el que me he criado, mis estímulos han venido principalmente de la naturaleza. También de la cocina, que siempre ha sido una pieza fundamenta en mi casa, un lugar en el que siempre se ha comido muy bien y donde se cuidaban mucho todos los detalles.

¿Qué significado guarda para ti la cocina? ¿Te gusta cocinar?

Siempre me ha encantado cocinar, aunque jamás he podido seguir una receta. Tengo una colección de libros de cocina increíble en mi casa, soy una absoluta apasionada, pero cuando quiero preparar algún plato puedo leer la misma receta en cuatro libros diferentes y siempre termino inventándomela e improvisando. No tengo demasiada paciencia, seguramente por eso se me dé tan mal la repostería.

Me interesa mucho el ritual que se configura entorno a la cocina. Con la cocina pierdo esa parte individual del proceso que, por ejemplo, encuentro en la pintura, en el acto de pintar. La cocina tiene una parte de preparación, de ir a comprar, de organizar, hay muchos gremios y muchas personas involucradas en el proceso. Compras, decides y acabas cocinando para el otro, casi como un gesto de generosidad, de dar. La cocina también exige de creatividad y eso me encanta.

Leer el libro “¿Cómo nacen los objetos?” (1998) del escritor Bruno Monari, una genio del diseño, significó para mí un momento clave. Hay una parte del libro que me encanta, es la “receta del arroz verde”. Un capítulo en el que el autor habla de la cocina como proyecto, de cómo, en el fondo, realizar un plato o una receta es proyectar. Todo un proceso en el que tienes que analizar, qué quieres hacer, quién va a venir, qué tienes que comprar, preparar todo, tomar miles de decisiones por el camino hasta que pones la mesa y compartes el resultado, el proyecto final.

La gastronomía se cuela en tu obra. Háblanos de tu proyecto “I believe in food”.

La comida y la gastronomía siempre han estado presente en mi obra. Siempre he estado rodeada de miles de cuadernos con recetas, con dibujos y bocetos. Soy una loca de los libros de cocina, tanto a nivel plástico como a nivel editorial. Y también me interesa mucho todo el universo del instrumental en la cocina.

“I believe in food” nace hace ya muchos años en una exposición que monté en la desaparecida tienda Do Design de la calle Fernando VI. En el año 2008 empiezo a trabajar sola y ya comienzo a colaborar con bodegas de vinos y restaurantes. Defino “I believe in food” como un espacio dentro de mi obra y mi trabajo a nivel general en el que desarrollo los temas y los proyectos más vinculados a la gastronomía, a la gastronomía entendida como un tema amplio.

Para mí se ha convertido un canal y una manera de expresar todo ese mundo que me interesa desde un punto de vista artístico, desde una visión muy personal, donde caben muchas disciplinas, no solo el dibujo, si no también el diseño gráfico o un trabajo apoyado en una fotografía, por ejemplo. Algo así como un cajón reservado para proyectos muchos más personales donde la gastronomía tiene mucha importancia y que me lleva a realizar colaboraciones con marcas relacionadas con el sector.

Encontramos tu impronta en proyectos gastronómicos como Cuenllas, Osa Restaurante y en diferentes etiquetas de bodegas de vino repartidas por el mundo. Cuéntanos.

Así es. He disfrutado mucho con el trabajo que he realizado para Cuenllas, un proyecto muy especial. Con ellos he trabajado intentado recuperar esa identidad tan marcada que han tenido desde sus inicios, allá por el 1939. He trabajado tanto para su emblemático local de la calle Ferraz, como su última apertura en Las Salesas, en la calle Orellana.

Osa Restaurante ha sido un proyecto del año pasado, aunque todo empezó mucho antes, hemos estado casi un año previo creando y diseñando en conjunto la imagen, para decidir cómo queríamos comunicar el restaurantes, para trabajar en el concepto de las cartas por temporada acompañadas de ilustración, elegir con detalle los materiales increíbles con los que hemos trabajado, la piel de las cartas de vino, el gramaje de la papelería del restaurante… Está siendo un viaje increíble.

Llevo ya muchos años trabajando con bodegas de vino, en el diseño de la imagen y las etiquetas, que cada vez cobran más importancia. Proyectos en la Sierra de Gredos, en El Bierzo… Me gusta mucho el universo de las bodegas, porque cada una tiene una filosofía muy propia y cuentan una historia muy diferente, la mayoría muy vinculadas a la naturaleza. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en Gredos, en un viñedo increíble.

Háblanos de tu idea de restaurante perfecto. En un momento en el que las aperturas no cesan, ¿qué no puede faltar en un proyecto gastronómico?

Creo que los más importante es la coherencia. Y, sin duda, otra de las cosas vitales en un restaurante es su carta y el producto que se utiliza para las elaboraciones de sus platos. Me interesan mucho los restaurantes que tienen una identidad y una personalidad muy propia, en los que existe coherencia en el contenido y en lo que ofrecen. Intento escapar de todos esos restaurantes que tienen cuatro platos tendencia  en sus cartas y que no tienen nada que ver los unos con los otros. Eso me confunde.

Lo mismo me ocurre con la identidad, en diseño gráfico existe demasiado peso de la tendencia y hay mucha identidad de marca que podemos encontrar a la vez en un sitio de cafés, en un restaurante o en una tienda. En este caso, para mí es vital escuchar al cliente, saber de dónde viene, que historia quiere contar, que me hable de la creación de los platos e intentar transmitir, a través de la imagen, el lugar, la procedencia y la historia del restaurante, en definitiva.

Por lo general me gustan los restaurantes que tienen pocos platos, en los que encuentro un plato típico que puede ser desde una tortilla a una fabada o unos torreznos. Mi favoritas son las cartas cortas y de especialidad. Para mí la gastronomía es un viaje total, no solo de países por los ingredientes o por la elaboración de los platos, si no un viaje al recuerdo. A veces, a través de un olor, un sabor o un producto uno puedes viajar al recuerdo de alguien, un lugar, una cocina, una mesa. Es poder evocador es fascinante.

¿Cuáles son tus restaurantes favoritos de Madrid, esos a los que siempre regresas? 

Me gustaría hablar de mis direcciones favoritas en el barrio de Las Salesas, que es el barrio en el que llevo instalada desde 1999. Por todas la cosas que me han ocurrido allí y por los buenos recuerdos que me trae, tengo que hablar de “Barrutia y el 9” (Calle Santa Teresa, 9). Está muy cerca de mi estudio y Luis, su cocinero, es genial. Me gusta tanto para comer como para cenar y no puedo irme sin tomar sus cachopitos o su clásico tomate con aceite. De este sitio me gustan hasta las aceitunas con orégano y patatas que ponen en el aperitivo. 

También me gusta mucho “Bogotá”(Calle Belén, 20), un restaurante para tomar un buen menú del día. El equipo es encantador, antes no había que reservar pero ahora es super recomendable, si no no encuentras mesa. La propuesta es sencilla y tiene platos muy casaros como el cocido de los lunes, sus lentejas, el hígado con patatas, los huevos fritos, el salmorejo, su caldo gallego, la paella, el escalope o su dorada con ensalada. 

Otro de mis favoritos del barrio es Cuenllas Salesas (Calle Orellana, 4). Le tengo un cariño muy especial porque hemos diseñado toda la identidad de marca y es un lugar perfecto para tomar vinos. Tienen una infinidad de referencias y, allí, puedes descorchar botellas que no podrás probar en otros sitios. Es mi lugar de confianza para tomar vinos con amigos, además es local es muy acogedor y bellísimo.

Tengo muy buenos recuerdos en lugares que lamentablemente han desaparecido y echo mucho de menos. Me ocurre con el antiguo “Portosín” de la calle Almagro o “El Bocaíto”, uno de esos clásicos del barrio de Chueca con cocina tradicional. En los últimos años han abierto muchos restaurantes en la zona y eso me alegra, pero han cerrado muchos que formaban parte de mi recorrido habitual y echo mucho en falta.

¿Planes de futuro?

Estoy en un momento de inflexión, el estudio está tomando una nueva dirección, a él se han incorporado dos personas, Tedy y Marta, y estamos apunto de lanzar una nueva web. Un proyecto en el que llevamos tiempo trabajando y donde “I believe in food” tomará mucha más presencia. Además, y como novedad total, vamos a incluir tienda online. La idea es que el estudio evolucione hacia un lugar mucho más artístico, más artesanal y enfocado en proyectos pequeños, muy concretos y que nos apetezcan de verdad.

Silvia Hengstenberg, Marta Botas y Álex de la Rosa

Redactor: Álex de la Rosa

Álex es periodista y una referencia en el mundo de la gastronomía, creador del exitoso blog “Que no me la den con queso”.

Fotógrafa: Nieves Díaz.

El café se ha convertido, para muchos, en un tema de culto. Su origen, el tipo de tueste, su color o sus notas de entrada y salida son analizadas con detenimiento. La experiencia de tomar café se eleva y, desde hace algunos años, camina un paso más allá de una simple taza y su contenido.
Llegan pisando fuerte. Lo hacen con el convencimiento y la ilusión de reinventar y llenar de frescura el mundo de la gastronomía madrileña. Son cada vez más los jóvenes chefs que apuestan por poner en marcha interesantes proyectos en los que la pasión por la cocina, la creatividad y la defensa del producto local y de proximidad se convierten en los absolutos protagonistas.