Charlamos con los coleccionistas Javier Lumbreras y Lorena Pérez-Jácome de Collegium
A pocas horas de haber recibido el Premio A por la Difusión e Investigación del Arte Contemporáneo desde el Coleccionismo que concede la Fundación ARCO, Javier Lumbreras y Lorena Pérez-Jácome nos cuentan las claves de la colección Adrastrus.
Planean la rehabilitación y creación de un complejo de edificios en un antiguo monasterio jesuita en Arévalo (Ávila) que acogerá Collegium, un nuevo museo donde exhibir su colección Adrastus y desarrollar actividades de difusión del arte.
La colección reunida a lo largo de más de tres décadas alberga alrededor de un millar de obras de más de 150 artistas, de 40 países y de los cinco continentes, que desarrollan su investigación buscando identificar y activar mecanismos para producir diferencia en tiempos de globalización y precariedad. Roman Ondak, Karl Holmqvist, Nida Sinnokrot, Tomás Saraceno, Alicja Kwade, Wilfredo Prieto, Jim Shaw, Abraham Cruzvillegas son solo algunos nombres de la larga lista a la que quieren ir incorporando adquisiciones más recientes, como las obras de Regina de Miguel, Teresa Solar, Belén Rodríguez, Álvaro Urbano, Pep Vidal y Marc Vives, que forman parte de la actual exposición ¡Doblad mis amores!, comisariada por Chus Martínez y abierta al público en la iglesia de San Martín de Arévalo hasta principios de septiembre.
¿Por qué la colección se llama Adrastus?
Es el nombre de un semidios griego y nuestra intención fue encontrar una denominación que tuviera relación con la idea de coleccionar como una actividad que requiere mucha disciplina, esfuerzo e investigación y, de ahí que se llame así, en el sentido de que es el que persevera y el que se mantiene en su empeño.
Este es sin duda un ambicioso proyecto, ¿cómo empieza a gestarse la colección?
El origen se remonta a los años 80 y, aunque, los primeros pinitos como coleccionista fueron en España, la primera vez que compro con la intención de coleccionar es en 1987, ya en Estados Unidos. Es una serie de dibujos del artista Heriberto Mora, con títulos tan dramáticos como ‘La rata que canta’, ‘Hombre al acecho’, ‘El Pozo’ y que aún conservo. Fue la primera vez que sentí que algo era un tesorito y lo quería guardar. Se inició como suelen empezar muchas colecciones, en realidad, empecé a coleccionar obras con las que tenía una relación muy íntima, que tenían que ver con la forma de pensar, con carencias emocionales o con temas que me producían curiosidad y que quería explorar. Siempre me ha parecido que el arte expresa lo que no se puede contar de otro modo o que transmite lo más profundo del ser humano por el camino más corto.
Collegium nace con la vocación de ser centro de educación, investigación y experimentación del arte contemporáneo, ¿cómo fueron los orígenes?
El proyecto museístico se empieza a gestar después del año 2000 que es cuando se vuelve a gestionar y se reinventa ya como pareja de coleccionistas. A partir de esta fecha descubrimos que la colección puede ser una gran herramienta y empezamos a coleccionar con una vocación de utilidad y con un propósito que se enmarca en el ámbito del servicio público.
¿Cómo creéis que una colección de arte cumple una utilidad?
Podríamos empezar hablando del efecto Guggenheim y para mi tiene que ver ya no solo con el efecto dominó que genera un cambio social, económico, a veces, incluso político, sino que creo que lo más importante ocurre desde el plano de la educación. Cuando empiezas a ver que el arte está llegando a personas que no se les había ocurrido pensar a lo mejor de otra forma. Creo que el arte tiende puentes, abre nuevos caminos y perspectivas, te encuentras con otras posibilidades, es liberador.
¿Cómo surge la idea mostrar al público su colección privada?
Llega un momento en el que empezamos a pensar en la idea de reunirla en un espacio y, como coleccionista, te planteas varias opciones, desde la cesión a museos para que la gestionen de forma global o parcial, a la donación a alguna institución y, la tercera opción, era arrancar nosotros mismo con un espacio propio donde pudiéramos sentir la gran satisfacción de ver el trabajo terminado.
¿Cuáles fueron los destinos que barajaron para ubicar los fondos?
Construir una colección es algo casi eterno y te planteas dónde parar, por eso, nos propusimos activar un espacio en un lugar que, además, es un entorno rural y no una gran ciudad porque creo que todos somos centro y todos somos periferia.
Pensamos en Miami, Nueva York o Veracruz, de donde es originaria la familia de Lorena cuyo abuelo también era soriano, por tanto, castellano. De pronto surgió este monasterio jesuita en Ávila y algo hizo clic y, como siempre vas buscando un consenso, invitamos a algunos directores de museos, a galeristas, artistas y comisarios para que conocieran el emplazamiento y dieran su opinión.
¿Cómo veis el arte desde vuestra perspectiva filantrópica?
Creo que tras 37 años transcurridos desde la compra de la primera pieza de arte esa serie de dibujos, como reflexiono en el libro El arte de coleccionar arte (2010), el arte y el trabajo artístico tiene una base filosófica. También me ha marcado conocer a Arthur C. Danto, teórico de la filosofía del arte del siglo XX y uno de los grandes pensadores recientes, famoso por su tesis sobre el “fin del arte” y, Lorena y yo lo hemos hablado mucho, hemos trabajado con profesionales y hemos ido echando nuestro propio caldo.
¿A qué se debe la elección de la ubicación en Arévalo de donde es originaria tu familia?
De allí es originaria mi familia y un día un ex alcalde de Arévalo me invitó a conocer este espacio para tenerlo en cuenta como posible destino para la colección y a pesar de que era una ruina, gracias a un acuerdo con la Junta de Castilla y León, se ha logrado consolidar la cúpula que estaba a punto de caerse y que habría supuesto la desaparición de la iglesia San Nicolás, antes iglesia de Jesús, porque formaba parte de la Compañía de Jesús y fue un colegio jesuita, levantado también por un mecenas de la época allá por 1585.
¿Quién está llevando a cabo los trabajos de remodelación?
Hablamos con varios estudios de arquitectura pero escogimos a la arquitecta mexicana Tatiana Bilbao que lleva trabajando en ello desde el año 2012. Lo que me gustó de ella es que su familia es originaria de Bilbao y tiene una sensibilidad que le hizo tomarse un tiempo para viajar a Arévalo, bailar la jota, o comer cochinillo, para impregnarse del entrono y poder hacer su arquitectura que es lo que ella llama “la arquitectura de los otros”. Ella es como si fuera un médium que se impregna de las costumbres y del sentir de las gentes del entorno para lograr proyectos que son sensibles con la comunidad y cero invasivos.
Por eso su proyecto se mimetiza mucho con el entorno, se abre a la ciudad, no responde a un museo totémico ni es ilustrado al que llegas para que ten den lecciones y te vayas vapuleado sino que te invita a entrar y salir, a recorrer los recovecos, es meándrico subes y bajas seis plantas pero, en realidad, estás en el subsuelo. Te puedes perder dentro de él, crea un movimiento muy intuitivo para que cuando te encuentres con las obras de arte digas guau y te mueve tu fibra interna simplemente guiándote por la intuición, sin preparación previa.
¿Cómo interactúan el contenido y el continente?
El arte contemporáneo es a veces un poco inhóspito en el plano emocional y pensábamos qué elementos teníamos para poder mejorar esa experiencia y uno de ellos, sin duda, era la arquitectura y el poner la arquitectura al servicio de la experiencia me parece que es el logro que ha conseguido Tatiana Bilbao y lo lleva a cabo con absoluta independencia.
¿Cuáles son los otros pilares sobre los que se asienta este nuevo museo además de la arquitectura de Tatiana Bilbao?
Por un lado, está Patrick Charpenel, también coleccionista, que ha sido y es un gran amigo y creyente del proyecto que le dio forma de colección desde su punto de vista de comisario y director del Museo del Barrio de Nueva York.
El tercer pilar fue la parte fundacional, nuestro proyecto como coleccionistas y cuarto pilar es Alfonso Alfaro que es un etnólogo, filósofo, discípulo de Michel Foucault y fue quien le dio el sustento filosófico profundo que nos ayudó, nos ayuda y nos ayudará a construir identidad, en el sentido del legado que nos deja con su participación.
¿Cuándo está previsto que se abra Collegium?
No hay fechas de apertura, ahora mismo es un proyecto titánico que requiere la completa recuperación de las ruinas que componen el complejo pero también la incorporación de nuevos edificios. Durante año y medio, se ha realizado excavaciones arqueológicas y salieron bastantes objetos que están ahora en el Museo de Historia de Ávila. Nuestra intención es que el valor de la ruina siga visible porque representa la huella del tiempo, es una forma de crear conciencia y coexistir con edificios nuevos conducirá a una experiencia completa.
Está pensado como un único ser, como un único ente, sin embargo tenemos que ser realistas y adaptar la construcción de este edificio a los usos y a las respuestas que vaya teniendo por parte de los amantes del arte que lo quieran disfrutar y vivir en él emocionalmente.
Ahora mismo, ¿Collegium ya ofrece actividades y está en marcha?
El proyecto ya está en funcionamiento y el contenido ya está creado en laIglesia de San Nicolás que acoge dos exposiciones muy importantes al año porque nos planteamos no esperar para empezar a crear todo este movimiento revitalizador social. El año pasado, durante la semana de ARCO se inauguró la primera exposición, comisariada por Patrick Charpenel que establecía una conversación entre una serie de grabados sobre los Caprichos de Goya y la obra de 17 artistas contemporáneos en el contexto de una iglesia barroca.
Así, el programa arrancó con un nivel muy alto y tuvo mucha aceptación en todos los círculos porque en España Goya es parte de la identidad.
En septiembre de 2022, Collegium lanzó la primera edición de su programa de residencias para artistas, en colaboración con el Instituto Inclusartiz, ¿cómo ha sido la experiencia?
Este año se han llevado a cabo ya residencias artísticas y Chus Martínez ha sido la curator de una exposición muy interesante ¡Doblad mis amores!, con seis artistas españoles jóvenes contemporáneos, también coincidiendo con la semana de ARCO. Es una programación que ya está en marcha y que va a ir desarrollándose de forma orgánica.
¿Qué diferencia a esta colección o a este museo de otros proyectos museísticos?
Nos dimos cuenta de que la colección se vuelve una herramienta. Indudablemente, en el s.XXI hay ejemplos de ‘kunsthalle’ o espacios expositivos que funcionan bien sin colección permanente, ocurre se este modo en Alemania, Suiza, en Estados Unidos pero, para que un museo tenga ese vínculo emocional con la comunidad, un nexo con la ciudadanía necesita tener algo que cuidar, algo que salvaguardar.
Consideran que Collegium es un organismo vivo, ¿cómo se interrelaciona con la ciudadanía?
En realidad, todo el proyecto ha surgido desde abajo, este es el museo de todos, quiere hacer a la gente sentirse parte del proyecto y que sepan que es suyo.
La exposición actual, titulada ‘Doblad mis amores’ establece una relación a todos los niveles, desde la gente del pueblo que no tienen nada que ver con el arte o a los que les gusta muchísimo, a todos les dice algo porque está hecha desde un acercamiento emocional y porque está contando historias. Se trata de una narrativa en donde hay alguna pieza con la que uno se identifica. Chus Martínez lo teje en forma de relato y te lleva de la mano, como en un cuento, y eso apela a la infancia, al pasado, a la emoción.
Creo que para todo tipo de visitante es un espacio que acoge, no te dice ¿cómo es posible que no conozcas los nombres?, esto es arte y lo puedes ver y el quid del arte es que te genere emociones, te abra puertas y que genere pensamientos que generalmente no se piensan.
Pasada esa etapa más personal en que se inicia la colección, ¿cómo elegís las piezas que van engrosando la colección?
Tras el proceso inicial más personal, la colección traza una línea en el año 2000, de forma que una de las condiciones es que el artista no haya tenido una exposición monográfica o retrospectiva antes del año 2000, con eso ya dejamos a un lado valores inalcanzables del s. XX. En segundo lugar, como queríamos construir una colección representativa del arte del s.XXI, todas las obras están fechadas en el presente siglo.
A partir de esas dos premisas, tratamos de buscar diferentes campos de la ciencia, la matemática, la física y, por este motivo, muchas obras apelan a un universo de circunstancias. Me parece que el universo del arte es ‘to big to fail’, es decir, es demasiado extenso para poderlo domar y uno no alcanza a todos los abismos de la existencia, tienes que ir poco a poco.
La veterana plataforma de arte iberoamericano Arteinformado se encuentra en el contexto de sus fines fundacionales, ¿en qué consiste esta iniciativa?
Para nosotros es importantísimo, tiene un sentido que casa perfectamente con la vocación de la colección porque Collegium es centro de producción, de investigación y de experimentación de arte contemporáneo pero además están las residencias de artistas, talleres recuperación de artesanías, es un centro donde lo que perseguimos es construir conocimiento y construir comunidad ese es nuestro objeto.
Arteinformado es el archivo más importante de arte Iberoamericano del siglo XXI , no existe ninguna otra plataforma que maneje este nivel de profundidad y este nivel de información. Por eso, hablé con su creador Carlos Guerrero y le propuse hacer algo con ese archivo potentísimo y extraordinario que es, además, un importante medio de comunicación y con total generosidad, nos lo ha cedido para que impulsar su crecimiento, activar la crítica de arte, realizar un cambio de imagen y seguir dotándola de contenido.
¿Cómo se entiende la filantropía en el arte?
Muchas veces digo que el coleccionismo en España es escaso, rancio y cobarde, en el caso de Guerrero ha tenido gran valor y generosidad. El español es muy generoso sin embargo en el arte y la filantropía es otro rollo, algo pasa ahí que no funciona y a ver si damos un pasito hacia adelante y se desbloquean esas estructuras arcaicas.
¿Cómo se sienten con ese apelativo de mecenas o filántropos?
Me parecen palabras muy altisonantes, si pudiéramos inventar otras estaría mejor pero a expensas de que haya otra definición pues nos quedamos con esta, qué vamos a hacer, son necesarias para poder comunicar nuestro proyecto.
¿Qué les ha decidido a recuperar un antiguo edificio?
La recuperación de edificios históricos es algo muy importante y nos interesa que no se pierda y no desaparezca toda esa huella humana que es un testigo de la historia. Además, hacerlo en un complejo jesuita que fue el primer proyecto pedagógico que se globaliza y se internacionaliza pues también nos pegaba medularmente en la parte de conocimiento porque Collegium nace con vocación educativa, enseñar lo que es el arte a través de procesos involutivos, ahondar en el conocimiento emocional como contrapunto, al conocimiento científico o a la IA como un equilibrio en el que el museo se convierte en una plataforma de resistencia contra la deshumanización.
Utilizando otra expresión mexicana, el museo es un lugar donde puedas encontrar el confort y ‘apapacho’ que es como el abrazo el ¡Doblar mis amores! que es la exposición de Chus Martínez, queremos doblar nuestra afección con respecto al público.
Han creado un programa de residencias artísticas, ¿en qué consisten?
El programa se llama Entre Tiempos y desde Collegium lo hemos puesto en marcha en colaboración con el Instituto Inclaustriz, como una iniciativa que promueve la circulación de artistas en la ciudad de Arévalo y su entorno, y fomenta la investigación en torno a temas relacionados con la historia, la cultura y las tradiciones de la región.
Lo ha inaugurado, entre septiembre y diciembre de 2022, la ceramista brasileña Ayla Tavares y hasta marzo está el artista indígena Xadalu Tupã Jekupé que vive en una comunidad guaraní en el Amazonas que busca en sus raíces precolombinas recuperar una parte borrada de su identidad. Estas residencias son muy importantes para tender puentes para nosotros el todo el tema de Iberoamérica es importante y con Arteinformado lo vamos a mantener porque creo que todo el conocimiento que nos acerca a estas culturas nos enriquecen y anima a construir juntos.
¿Han adquirido algunas obras en ARCO?
Sí, la verdad es que la colección tuvo un momento muy voraz de adquisiciones y ahora estamos más centrados en el proyecto museístico, sin embargo, como una de las cosas que no habíamos hecho anteriormente era coleccionar arte español contemporáneo, estamos en un proceso de adquisición de las piezas que componen la exposición ¡Doblad mis amores!, comisariada por Chus Martínez e inspirada en una cita del poeta Ramón Llull. Engloba seis proyectos pensados por Teresa Solar, Álvaro Urbano, Pep Vidal, Marc Vives, Regina de Miguel y Belén Rodríguez para la iglesia de San Martín y, como primer ‘round’, responde a nuestra intención de profundizar en el coleccionismo de artistas emergentes españoles.
¿Creéis que el interés por el arte y la arquitectura está creciendo en la actualidad?
Todavía existe un gran distanciamiento del público frente a la obra contemporánea, mucho más que hacia la moderna. La gente más lejana al mundo del arte empieza a entender ahora a artistas como Picasso y han pasado cien años o entienden a Velázquez porque han pasado siglos.
En el arte contemporáneo se da muchas veces un choque e incluso una confrontación. Hay que hacer un acto de fe, por ejemplo, el ‘core’ de nuestra colección es muy conceptual, obras duras a las que hay que meterle coco, como decía San Ignacio de Loyola que el arte no es para perezosos mentales, lo digo para provocar la curiosidad.
Intuyo que en un entorno rural como Arévalo o Castilla y León, la gente no se quiere quedar atrás y, si les ofrecemos esas pequeñas herramientas para que ellos mismos descifren el arte, se logrará esa cohesión social potente y que hace que las sociedades se mantengan activas para lograr que la felicidad y la longevidad. Por eso, en el entorno rural es necesario generar ese interés y esos estímulos sociales para que sientan esa curiosidad por el arte no abandonen los pueblos.
Redacción: Beatriz Fabián Brihuega.
Fotógrafa: Nieves Díaz.
Ayudante de fotografía: José Antonio Gil Sánchez.