The Sibarist

Entrevista con las fundadoras de ILOEMA

Sus creaciones son manteles, servilletas y telas bordadas de las de toda la vida pero también esculturas y piezas-joya de edición limitada que han ocupado dos veces las páginas del New York Times. Con ellas, charlamos en El Invernadero sobre su proyecto de artesanía textil.

Silvia Delgado de Torres y Teresa Muñoz-Rojas en El Invernadero

Lejos de buscar el estrellato, el empeño de ILOEMA está en valorar y dar a conocer la riqueza textil que se hace en España, los bordados que han acompañado a varias generaciones. Para celebrar su quinto aniversario vuelve a conjugar arte y artesanía y lo hace volviendo a los inicios en 2019 junto al primer artista con el que trabajaron en aquella ocasión, Antonio Ballester Moreno, y en colaboración con la Real Fábrica de Tapices, “uno de los referentes internacionales en el mundo textil”, indican Silvia Delgado de Torres y Teresa Muñoz-Rojas sus fundadoras.

¿Cuál es el germen de vuestro proyecto?

Teresa: Surge de nuestra preocupación al ver que se están perdiendo los oficios, los talleres de artesanos, en muchos casos porque no hay un relevo generacional. En el caso del mundo del bordado y artesanía textil, hay algunas técnicas que no se están perdiendo y se siguen realizando en talleres maravillosos que siguen activos. Es el caso del bordado del oro que, gracias a las cofradías y hermandades y la importancia de la Semana Santa, siguen atrayendo a jóvenes. 

Sin embargo, muchas otras técnicas se van perdiendo de forma irrecuperable.  Por eso pensamos en una fórmula que, tomando como origen las técnicas y los bordadores que hay en distintas partes de España, pudiéramos unirlos con artistas contemporáneos. El objetivo: volver a lo que pasaba antes, cuando arte y artesanía estaban a la par. Es verdad  que se está poniendo en valor la maestría del artesano cada vez más, pero aun así, hubo un momento en el que ambos a la par. 

Silvia: Tanto en el entorno de Teresa como en el mío la artesanía española está muy presente en nuestra educación y en nuestra casa. Para nosotras empezar a hacer nuestro viaje, es fruto de nuestra inquietud al ver que se acababan oficios. Y eso también es el fin de una parte importante de nuestra cultura. 

¿Cómo fue ese recorrido?

En un momento vital nuestro decidimos aplicar nuestra experiencia profesional y formación para crear ILOEMA, un proyecto con el objetivo de actualizar, poner en valor y dignificar la artesanía textil en España. Encontramos que había gran desconocimiento de lo que se hace en tu ciudad, en tu provincia y en tu país. Por eso se nos ocurrió hacer encuentros con artistas que resultaran en ediciones limitadas de piezas para casa , donde nosotras cumplimos la función de editoras o como dicen en inglés curators.

Detalle de las piezas ‘Julio’ y ‘Agosto’. Foto de Manolo Yllera.

¿Dónde pusisteis el foco?

Para hacer cada colección pensamos primero en qué tipo de técnica de bordado o tejido queremos enseñar y en la primera edición nos fijamos en lo que se hace en los pueblos de Toledo. Concretamente en Lagartera y todos los pueblos de alrededor. A partir de ahí iniciamos la búsqueda de cuál creemos que es el artista que mejor dialoga con dicha técnica, con su iconografía. Es muy importante que el artista se traslade físicamente donde se hace y conozca cómo es esa técnica para que haya un dialogo e intercambio entre él y los artesanos textiles. 

¿Ante qué reto os encontráis?

Muchas veces, el dibujo en papel o la cerámica no funcionan al trasladarse al bordado. El reto es ver con los bordadores cual va a ser la mejor técnica que refleje la obra del artista, qué puntos, qué técnicas… En este sentido, para nosotras es muy importante colocar al artesano y al artista al mismo nivel. No consiste en que el artista decida la obra y el artesano directamente la ejecute sino que buscamos que haya un intercambio y que el propio bordador decida cuál es la mejor forma de realizarlo. Es el reto de que ambos se sientan reflejados en cada pieza.

Teresa Muñoz-Rojas en un momento de la entrevista en El Invernadero
Silvia Delgado de Torres en un momento de la entrevista en El Invernadero

¿Qué ha significado el último trabajo que acabáis de presentar?

En el caso del artista Antonio Ballester Moreno con esta última colaboración con la Real Fábrica de Tapices (RFT) se ha producido un hito muy importante para nosotras que es que se ha hecho con una nueva técnica.  Llevábamos mucho tiempo queriendo trabajar con ambos y teníamos muy claro que las piezas eran los pufs y la mesa otomana pero también la textura del tapiz que buscábamos. No es ni la del tapiz ni la de la alfombra sino una mezcla de ambos.

¿Cómo se ha resuelto en este caso?

Tanto los artesanos como el artista han salido de su zona de confort. En este caso la RFT ha desarrollado una técnica nueva que no han hecho en sus 303 años de historia. Consiste en un hibrido del tapiz y la alfombra que resulta en una textura similar al kilim con la complejidad de la técnica del tapiz, pero utilizando la lana de la alfombra. 

¿Esto ha ocurrido en proyectos anteriores?

De esta forma, no. Pero sí que es cierto que nuestra propuesta consiste en conseguir que cada uno salga de su zona de confort. Con el bordado del oro, por ejemplo, trabajamos con el taller de Jesús Rosado para crear una escultura ‘bordada’ con la artista Blanca Muñoz. El resultado refleja un nivel de maestría increíble pero también identifica inmediatamente la obra de Blanca.  

¿Cuál es la particularidad a la hora de elegir a esos artistas?

Realmente nosotras nunca trabajamos con artistas que ya trabajan con el medio textil sino que nuestra idea es que vengan de otros medios, que estén dispuestos a nuevos retos. 

¿De dónde viene el nombre de ILOEMA?

De mezclar las palabras hilo y poema. El logo del pájaro responde a la historia mitológica de Filomela, una mujer violada por su cuñado Tereo que le corta la lengua, la encierra en una prisión y la da por muerta y ella, para contarle lo sucedido a su hermana Procne, borda la historia en un lienzo.

Para nosotras los bordados son narraciones.  Tienen su propio lenguaje que habla mucho de la persona que lo ha realizado.

Si tuvierais que dar una visión retrospectiva, ¿cuál sería el balance?

T: Positivo porque una de nuestras luchas se ha cumplido: poner de relieve el problema del artesano en España. Desde hace unos años hay pequeños avances en algunos sitios, pero sigue habiendo el problema fundamental y es que no hay relevo generacional en muchos oficios. No solo en la artesanía textil sino en otros muchos oficios y que es un tema que ocurre tanto en España como fuera. Acabamos de reunirnos con una amiga nuestra que nos cuenta que en México tienen el mismo problema. Para nosotras ha sido super enriquecedor y muy divertido.

S: Tenemos la suerte de haber realizado este camino de cinco años y estamos muy contentas aunque vamos a un ritmo pausado pero consistente. Nos gustaría hacer más cosas pero poco a poco. Cuando empezamos pensamos dónde nos llevaría este camino… luego nos hemos ido encontrando con desafíos y con respuestas increíbles tanto de la gente que ha trabajado con nosotros como de los artistas. Nos llena muchísimo porque da igual que sea una bordadora de un pueblo que un taller en Écija o la Real Fábrica de Tapices, siempre hay un descubrimiento, desafío y siempre con una respuesta increíble de todas las personas que han participado y que siguen con nosotras.

Antonio Ballester con el grupo de bordadoras de la primera colección de manteles. Foto cortesía de ILOEMA.

¿Cómo es vuestra propuesta?

T: Tenemos dos líneas de producción que van acompasadas. Por un lado, las ediciones limitadas con artistas que dan mucha visibilidad a las ediciones textiles y luego otra línea que es una relectura de los clásicos. En este caso, somos nosotras las que pensamos qué técnicas y dibujos clásicos queremos hacer, qué colores y aplicados a qué productos (manteles, almohadones, individuales, servilletas…). Al hacer ambas líneas en paralelo, vamos sacando poco a poco diferentes piezas, pequeñas colecciones siempre hechas por encargo e intentamos que sea una colección al año.

¿Cuáles son las ediciones de artista?

Con artistas hemos sacado tres colecciones: la primera con Antonio Ballester Moreno y las bordadoras de Toledo representando los pueblos de Lagartera, Herreruela, Torrico y Navalcán; la segunda, con la escultora Blanca Muñoz y el bordado del oro, que trabajamos en Écija con el taller de Jesús Rosado y en Granada con José Manuel Martínez Hurtado (un biombo y una escultura); y, en la tercera, con motivo del quinto aniversario, hemos vuelto con Ballester Moreno y la Real Fábrica de Tapices. Una mesa otomana y dos pufs.  Acaba de estar en Milán como parte de la exposición de la Sociedad Artesanía Contemporánea SACo (Asociación Española de Artesanía Contemporánea) en el Palazzo Litta, con motivo de la Milán Design Week.

¿Qué es lo que ha cambiado en la sociedad respecto a la valoración de la artesanía en general y la artesanía textil en particular?

T: A veces tenemos la sensación de que se habla mucho. Se está potenciando pero a lo mejor no se va al foco del problema que es la formación. Se ayuda al artesano en lo empresarial, en cómo puede divulgar su taller y su trabajo pero si no tiene un aprendiz que siga su trabajo…

S: …O, una escuela donde pueda adquirir conocimientos de las técnicas que se hacen. Pero de pasando por encima o dos semanas… El aprendizaje de estos oficios  es en muchos casos muy ‘por encima’ y necesitas  por tanto una segunda parte, que es una formación en tu especialidad de forma. Y ahí radica la dificultad para adquirirlos. Nosotras hemos apoyado la formación y, en algunos casos, nos ha costado muchísimo por la falta de continuidad. Y es que es un trabajo para el que también tienes que tener una vocación. Pero también hemos tenido mucha suerte en algunos casos en los que han querido seguir formándose y dedicarse de forma profesional a ello. 

Miguel Ángel Vargas, de la Real Fábrica de Tapices, Silvia Delgado de Torres, Antonio Ballester Moreno y Teresa Muñoz-Rojas en la Real Fábrica de Tapices. Foto: María Primo.

¿Es el caso de Alberto Simón que aparece en vuestra web?

Por ejemplo, ese es un muy buen caso. Alberto bordaba antes de llegar a ILOEMA, estuvo estudiando, trabajó en un taller y tuvo una profesora que fue la que nos lo presentó y a partir de ese momento hemos trabajado con él.  Ahora ha decido trabajar en un taller del bordado del oro porque él quería especializarse en ello. Pero es también fantástico bordando con otras técnicas que ha aprendido. 

¿Qué futuro depara a la artesanía del bordado?

Cuando presentamos nuestra última colección de artista hablamos mucho con Alejandro Klecker, director general de la RFT, de esto precisamente.   De quién va a hacer el relevo, como hacer para que estas técnicas no se pierdan.

Vivimos en un mundo en el que hay textiles con bordados que se venden y producen a unos precios muy baratos que no ponen en valor las horas que hay detrás o que directamente se hacen a máquina, en países con mano de obra muy barata. Por eso es muy importante contar toda la historia de todas las piezas que se hacen a mano (bordado y confección), recuperar las calidades de los tejidos, aportar una nueva gama cromática y adaptar la iconografía a hoy en día, así como los usos de las piezas textiles para casa.

Por otra parte, cuando hicimos la primera colección, Macarena Navarro-Reverter, consultora especializada en artesanía contemporánea española, nos pidió el mantel de Antonio Ballester Moreno para exhibirlo en una exposición de Madrid Design Festival. Allí ocurrió una de las cosas que más nos enorgullecen y es que cuando la bordadora, que se llama Raquel, se lo enseñó a su hija que es cirujana se puso en valor su labor. La hija había visto siempre bordando a su madre desde pequeña y ahora lo que hace su madre ha estado expuesto en una super galería en Madrid, como es Maisterravalbuena, en el Madrid Design Festival… Claramente es una gran satisfacción para nosotras.

¿La sociedad ha cambiado en estos últimos cinco años su idea de lo artesano?

Ha cambiado que cada vez hay más voces que cuentan la historia de lo que supone ser un artesano. La divulgación hace que lo valores mucho más, sabiendo lo que hay detrás de cada objeto, cambia muchísimo la percepción. Y ahora se cuenta muchísimo más. 

¿Cuáles son las líneas rojas de ILOEMA?

Para ILOEMA, el artesano ha de trabajar con unas calidades como las que se hacían hace 50 años porque creemos que eso es un primer paso para valorarlo más. Nosotros nos preocupamos por hacerlo sobre el mejor lino o material pero intentando actualizar las piezas al aplicar la misma iconografía pero con distintos colores, con menos recargamiento, con un ‘ojo’ más actual.

¿En qué consiste esa recuperación de los clásicos?

Utilizamos iconografías o dibujos que ya están en otros sitios y lo único que hacemos es trasladarlo, a veces, lo aislamos para que seamos capaces de valorar lo que es el dibujo en sí. En lugar de crear algo abigarrado, intentamos ver la esencia y recuperar las calidades, tratar de actualizar los mismos dibujos a veces aplicando otra gama cromática. La mayor parte de lo que hemos hecho ha sido siguiendo estas tres líneas y decir no a determinados materiales en la búsqueda de la autenticidad.

Blanca Muñoz coloca las piezas bordadas aún sin ensamblar. Foto cortesía de ILOEMA.

¿Alguna serie inspirada en la cerámica?

Hicimos un homenaje a la cerámica de Talavera y Puente del Arzobispo porque hay una serie de Talavera que está basada en los encajes y está hecha en negro, que no es tan conocida. De este modo, quisimos hacer el guiño al revés. Usamos los dibujos, hicimos pruebas y pruebas hasta ver cuáles se podían ver mejor al aplicarse al bordado. De ello salió una colección que salió publicada  en el New York Times, ¡así que estamos muy contentas!

¿En qué estáis trabajando ahora?

Ahora tenemos en la cabeza cuál va a ser la próxima colección de recuperación de los clásicos, estamos trabajando con un banco de imágenes histórico fantástico y vamos a intentar rescatarlo para hacer algunas piezas para casa.

¿Cómo es vuestro apoyo a la formación?

Ahora en la Real Fábrica de Tapices estamos financiando a un maestro licero durante unos meses para que aprenda y mejore su nivel. También estamos intentado que la artesanía del bordado cale entre los jóvenes para enseñarles y hay dos que están trabajando tras a prender nuevas técnicas. Ahora estamos en contacto con una asociación de mujeres de Bangladesh que está en Lavapiés. Desde enero estamos formando a diez mujeres y algunas ya van a empezar a hacer piezas nuestras.

Piezas de la colección ‘Julio Agosto y Septiembre’, de Antonio Ballester Moreno. Foto cortesía de la Real Fábrica de Tapices.

¿Qué opináis sobre la creación de un grado en Toledo promovido por Castilla La Mancha?

Están apoyando mucho desde la administración autonómica y eso siempre está muy bien. 

En otros sitios se está intentando volver al tema de los gremios con un aprendiz. Quizás tendría que existir una escuela de formación profesional o que cada asociación o sector ofreciese una formación específica. Por ejemplo, respecto a Francia o Alemania vamos un poco a la retranca aunque luego vengan de fuera a España a aprender el bordado del oro.

¿Cuántos artesanos participan actualmente con vosotras?

T: Como trabajamos bajo pedido varía bastante, pero solemos tener trabajando a cinco personas que nos hacen algunas de las colecciones y luego talleres como el de Jesús Rosado para otras colecciones. 

S: Depende bastante, sí.  En la Real Fábrica de Tapices hay dos personas o tres solo para poder tejer nuestras piezas, o más con Jesús Rosado que tiene un taller bastante grande, para otras colecciones. También con bordadoras. Pero no tenemos suficientes. 

¿Cómo se valora la especial particularidad del trabajo del bordado?

Una de las cosas que cuesta a veces asumir es que bordar y confeccionar es algo que lleva su tiempo, la inmediatez no existe y cuando nos hacen pedidos fuera de España nos enfrentamos a unas cantidades y a unos tiempos que implican un reto para nosotras. Un mantel de Antonio necesita cuatro meses de trabajo porque son más de tres metros que, en muchos de los casos, implican gran cantidad de bordados. Pero quien lo encarga, lo sabe. Los pufs que acabamos de presentar se hacen en unos tres meses, la escultura de Blanca lo mismo. Lo que no son piezas de artista depende de la cantidad. Nos hacen pedidos tiendas de Londres y Los Ángeles.

¿Dónde se exponen vuestras piezas?

Con SACo hemos mostrado piezas en MDF, en Milan en el Palacio Litta con motivo del Salone Mobile, en lo que se llama Fuori Salone. Ahora mismo, están algunas en el hotel Urso de Madrid que nos ha pedido exponerlas también durante dos meses… Un muy buen escaparate es Instagram además de la web y hay personas que vienen a nuestro showroom que se visita previa cita.

¿Cómo se valoran las piezas?

Depende, si es edición textil limitada, están el valor de la producción y también la del artista. Hay una parte importantísima del precio que es el coste de producirlo porque implica un trabajo artesanal importante. Por ejemplo las piezas de Blanca Muñoz se realizan en materiales costosos como plata y seda. Se hacen en ediciones de ocho ejemplares, como la mesa otomán grande de Antonio Ballester, y otras hasta veinte.

¿En qué franja de precios están vuestros productos?

Entre 120 y 11 mil euros.

Teresa Muñoz-Rojas, Silvia Hengstenberg y Silvia Delgado de Torres en El Invernadero

Redacción: Beatriz Fabián

Beatriz es periodista especializada en contenidos editoriales offline y online sobre diseño, arquitectura, interiorismo, arte, gastronomía y estilo de vida.

Fotógrafa: Nieves Díaz.

Una charla con Ara y Noa González Cabrera quienes, bajo las siglas e.G.a, son las continuadoras del estudio de arquitectura que fundó su padre Primitivo González a finales de los 70 en Valladolid, convertido en pocos años en referente en el panorama de la arquitectura actual.
Fue la única finalista española en el Loewe Craft Prize 2023, gracias al que expuso su obra en el Noguchi Museum de Nueva York. Esta artista investiga y experimenta con materiales como papel, tejido y comida para crear instalaciones que interpelan al visitante.